Una imagen de la protesta por la retirada de fondos a los centros por parte del Govern, anteayer en el bulevar Abel Matutes.

No hay nada más triste que hacer algo sin quererlo hacer. Dejando a un lado que suele notarse mucho (porque la gente, por más que algunos lo crean, no es tan estúpida como para picar el anzuelo), la falta de convencimiento en uno mismo o en la propia causa es algo penoso. Lo de los docentes protestando contra los recortes en Educación aplicados por el conseller socialista Martí March, es una impostura que rezuma desfachatez por todos los costados. Los profesores amenazaron con rescatar sus camisetas verdes, seña de identidad de las protestas contra el Govern ‘popular’ de José Ramón Bauzá en 2013 y la primera concentración que se convoca en Balears tuvo lugar en Ibiza, cómo no.

Se conoce que aquí la requisa de los remanentes de los centros escolares e institutos debe ser más indignante o constituye un ataque a la autonomía de los centros mucho mayor que en Mallorca o Menorca. Uno no puede evitar pensar en la huelga de camareras de piso de hoteles, donde sólo tuvo lugar en las Pitiusas sin que conste que aquí estén peor que en otros lugares. Pero parece que en Ibiza los empleados son más combativos y poco dados a aceptar los atropellos. Claro. O quizás se trata de que aquí la teatralidad y la impostura son más acentuadas.

Si los recortes ahora establecidos por parte del Govern de Francina Armengol, integrado por PSOE, Podemos y Més per Mallorca, los partidos que entonces engrasaron las movilizaciones contra los tijeretazos gubernamentales, los llevase a cabo un Ejecutivo de derechas, arde Troya. Pero como lo hace la izquierda, la respuesta es tibia y con la boca pequeña. Los recortes son recortes pero la contundencia de la respuesta contra ellos depende del color político de quien los aplica.

Sin embargo, hay que recordar algo que los pocos docentes ibicencos que faroleaban con meter en la lavadora sus camisetas verdes de la Plataforma Crida y que el sábado salieron a la calle, parecen haber olvidado. El conseller Martí March no ha impulsado ningún decreto de trilingüismo que pudiese ser interpretado como un ataque a la lengua catalana, propia de Balears, que fue la razón fundamental por la que muchos ciudadanos (entre los que me cuento) optaron por movilizarse en la última legislatura en que el PP gobernó por mayoría absoluta en esta Comunidad Autónoma.

Ahora quienes protestan son docentes y por motivos meramente económicos, no educativos ni lingüísticos. No tienen detrás de sí a la ciudadanía, que contempla escéptica una protesta poco justificada y con escaso convencimiento, de unos trabajadores públicos desencantados con el Govern. Nada más. Pero lo más lamentable es que se movilicen ahora por el recorte en los fondos asignados a cada colegio e instituto y sin embargo no lo hayan hecho antes en contra de los barracones que en número récord hacen las funciones de aulas en las Pitiusas. Como eso no lo pueden explicar, su credibilidad está bajo cero.