Esther Roca ofreció ayer una charla en la sede de la Universitat de les Illes Balears.

Esther Roca Campos participó ayer en las jornadas Parla d’Educació, organizadas por la Associació Professional de Docents d’Eivissa (APDE). Roca, profesora de Política Educativa de la Universidad de Valencia, explicó el proyecto de comunidades de aprendizaje, que se aplica en centros educativos de España, que aún no ha llegado a Balears.

—¿Qué mensaje transmite con su charla?
—Una explicación en general de este proyecto, que lo que incorpora es la integración de las evidencias científicas y de impacto social que tenemos actualmente contrastadas a nivel de educación; lo que haremos es conocer cuáles son las actuaciones educativas de éxito, reconocidas a nivel mundial, y cómo se integran en los contextos educativos, a través de un proceso de transformación colectiva de la escuela.

—¿Cuál es el objetivo de las actuaciones educativas de éxito?
—Las actuaciones educativas de éxito vienen contrastándose y evidenciándose a través de estudios que llevan más de 30 años. El momento culmen fue en el proyecto Include-ed que se desarrolló a través del sexto programa marco del Parlamento Europeo y lo coordinaba un grupo de investigación de la Universidad de Barcelona junto a otras 14 universidades europeas, que se realizó entre 2006 y 2011 donde se analizaron las actuaciones que daban mejoras en cualquier contexto y etapa educativa. Las mejoras que ofrecían simultáneamente eran en los aprendizajes instrumentales y la cuestión social, el aprendizaje en valores y sentimientos. Esas actuaciones que se seleccionaron y responden a una serie de criterios tienen de novedoso que lo que sabemos es que si se aplican bien funcionan en cualquier contexto socioeducativo.

—Entiendo que se tendría que aplicar un aprendizaje instrumental y en valores en las aulas para obtener mejores resultados. ¿Puede decirse así?
—No exactamente, pero sí que esas actuaciones dan respuesta a esas dos cosas. No queremos que los niños aprendan mucho solo de matemáticas o de lengua o de valores y sentimientos, sino simultáneamente. Las dos actuaciones de éxito más extendidas son los grupos interactivos y las tertulias dialógicas, porque los dos criterios científicos internacionales sobre cómo aprendemos las personas es la relevancia de las interacciones comunicativas para desarrollar los aprendizajes y la participación de la comunidad en actividades de aprendizaje.

—¿Se trata entonces de dar un paso adelante en las aulas, que no sea sólo que el profesor recite la lección y el alumno escuche?
—Eso es, necesitamos cada vez más entornos comunicativos y dialógicos, y contando con escuelas abiertas a la comunidad educativa para que esas interacciones sean lo más diversas posibles.

—¿Se está aplicando este modelo en Balears?
—En España debe de haber unas 300 escuelas que son comunidad de aprendizaje y el mundo hay unas 6.000 escuelas. Es uno de los proyectos más extendidos, pero en Balears creo que no hay ninguna.

—¿Cree que este sistema está indicado para sitios como Ibiza donde faltan infraestructuras educativas?
—Se ha aplicado en colegios con un nivel más alto y más recursos, pero también en otros con graves dificultades, tanto económicas como con contextos desfavorecidos, que partían de niveles de aprendizaje muy bajos. Los mayores éxitos han partido de estas escuelas que han logrado transformar su realidad. Es un proyecto que pretende transformar las dificultades en posibilidades. Son escuelas que dejan y abren sus aprendizajes a la comunidad, posibilitan contextos de interacción para desarrollar los aprendizajes de alta expectativa, de gran riqueza cultural. Son escuelas que con lo que tienen, aplicando lo que nos dicen los estudios que funciona para mejorar, se organizan para llevarlo a cabo y para ello entran en un proceso de transformación donde van introduciendo estas actuaciones educativas de éxito.

—¿Afectan los cambios de leyes educativas cuando hay nuevos gobiernos?
—No, pero las comunidades que tienen apoyo político tienen más facilidades para aplicarlo. En Andalucía está regulado por una orden. No hay nada en la ley que te impida aplicarlo. Cualquier docente que conozca las actuaciones puede empezar a hacerlo. Si no se hace, es porque se desconoce y porque el profesorado no está acostumbrado a funcionar con criterios científicos. Se ha desvinculado durante muchos años en España la educación de la evidencia científica.

—¿Cree que se puede cambiar la tendencia del fracaso escolar que tenemos?
—Si había un sueño que tenía este proyecto cuando se creó era este: ofrecer los mejores resultados posibles tanto a nivel instrumental como de valores y sentimientos a todos los niños y niñas.

—¿Está constatado?
—El proyecto Includ-ed tenía este objetivo. Hay dos escuelas referentes, Mare de Déu de Montserrat, de Terrassa y Joaquim Ruyra, de Barcelona, que vienen de contextos socioculturales bajos, tienen resultados escolares por encima de la media de Catalunya. Uno de los principios más claros es este: sabemos que para la integración social futura de los niños tenemos que asegurarles éxito desde la escuela porque sino sus trayectorias de vida están marcadas.

—En España se habla de que Finlandia es el modelo educativo a seguir ¿Qué le parece?
—A finales de los 60 transformaron la formación del profesorado y pasaron de no tener evidencia científica a tenerla. Antes tenían fracaso escolar y cuando se plantearon el cambio, este fue uno de los primeros pasos que dieron. Uno de los principios claros es la inclusión. En España hoy se permite la segregación y allí no se permite desde los 80, pero no podemos incluir la inclusión, si no aseguramos que todos van a aprender en ese entorno inclusivo.

—En Balears se habla mucho de innovación en las aulas. ¿Se enmarcan las comunidades de aprendizaje dentro de los proyectos de innovación?
—Sí y no. Nos han hecho creer que innovar es poner en marcha cualquier cosa nueva y creativa. Innovar, desde un criterio ético y científico, es aplicar una cosa nueva que ha demostrado sus resultados. Se trata de evidencia científica más mejoras reales. Aplicamos un plan de convivencia, pero no sabemos si en algún sitio se ha aplicado, sino porque le gusta o es de su colega.