Iago Negueruela, en el centro, y el CEO de TUI, Sebastian Ebel, a la derecha, el pasado mes de marzo en los cuarteles generales del turoperador. Mañana volverán a verse las caras.

Lo que se nos vendió como un plan piloto para poner a prueba los protocolos turísticos entre Baleares y Alemania, dos zonas con un nivel de contagio de Covid-19 parecido, en el que los turistas serían sometidos a una prueba PCR al llegar, momento en el que serían obligados a pasar seis horas de cuarentena, periodo en el que estarían aislados hasta conocer el resultado del análisis, lo que supondría una campaña de promoción de las islas Baleares como destino seguro ante los ojos del mundo de incalculable valor ha resultado ser una operación que parece haberse hecho a la medida del gigante turístico alemán TUI, tanto que sin su concurso probablemente no sería una realidad.

TUI es la compañía turística más grande del mundo. Sus cifras marean. A grandes rasgos, esta es la radiografía: opera en 180 países, tiene 79 turoperadores en 18 países, siete líneas aéreas con 155 aviones, 37 agencias receptivas en 31 países, 12 cadenas hoteleras en 28 países con 285 hoteles y 163.000 camas, 10 cruceros, 30 millones de clientes en 20 países, 48.000 trabajadores y unas ventas que rondaron en 2019 los 19.000 millones de euros.

Es tan grande TUI que ha recibido un crédito blando de Alemania de 2.000 millones de euros y está negociando otro de otros 1.200, cantidades solo comparables a los 2.400 millones que ha recibido el fabricante de material deportivo Adidas, lejos, no obstante, de la inyección, entre créditos, ayudas y ampliaciones de capital, de 9.000 millones que ha recibido Lufthansa, compañía de la que el estado alemán ha tomado una participación del 20%. Todo para evitar que caigan, como no hace tanto, hicieron Thomas Cook y Air Berlin.
Aun así, Mallorca es importante para el grupo, especialmente en verano. Muchos de los aviones del grupo enlazan a diario ciudades alemanas con la isla para transportar clientes que se alojan en muchos de los hoteles que el gigante tiene, directamente e indirectamente, en la isla vecina.

Entre ellos, los de Riu Hotels, compañía aparentemente mallorquina, cuyo 50% es de TUI y que a su vez también es uno de los accionistas más importante del grupo, con un 3,56%. El Grupo Matutes mantuvo hace años una participación cercana al 3% del grupo que fue vendida al oligarca ruso del acero Alexei Mordashov, principal accionista del gigante.

Corredores seguros. La Unión Europea vio en la apertura de corredores seguros, entre zonas con un nivel de contagio bajo y similar, la única fórmula para abrir la actividad turística, sector esencial y duramente castigado, especialmente en estas islas.

Mientras el mercado estaba cerrado, los grupos turísticos han mantenido los canales de venta abiertos, con políticas de flexibilidad nunca vistas para no perder ventas, lo que ha generado una valiosa base de datos de potenciales clientes con ganas de viajar el día de la reapertura.

Todo ello fue visto por el turoperador y sus socios locales como una enorme ventana de oportunidad para que Mallorca fuera el primer destino europeo en abrirse al turismo internacional y se pusieron manos a la obra para darle forma al impulso de Mallorca como destino seguro en Alemania, su principal mercado.

Así se lo transmitieron los hoteleros mallorquines al Govern balear a mediados de mayo. Francina Armengol y Iago Negueruela, a pesar del riesgo de fracasar en el intento, algo que siempre intenta evitar un político, tuvieron el acierto de comprar rápidamente la idea y, desde la óptica mallorquina, cometieron el sacrilegio de desvirtuarla al ampliar el programa al resto de las islas, algo que aplaudimos aquí, ya que no estamos acostumbrados a esta sensibilidad.

A la postre, el retraso del ministro de Sanidad, Salvador Illa, en aceptar un programa que sí contó desde el minuto uno con el respaldo de Turismo y de Movilidad ha hecho un favor a los empresarios mallorquines quienes se han salido con la suya, ya que el programa piloto se desarrollará exclusivamente en esa isla.

Les comen el pastel. Aunque les molesta que se lo digan, los hoteleros, y también las autoridades de Ibiza y Formentera, han estado en fuera de juego en todo momento, cazando moscas mientras sus homólogos de Mallorca les comían el pastel a plena luz del día.

Es cierto que ni el mercado alemán es estratégico para Ibiza y Formentera y que estas islas tampoco son, lógicamente, estratégicas para el mercado alemán, pero también lo es que hubiera sido muy bienvenido que turistas alemanes comenzaran a llegar a partir de mañana a las Pitiusas y también una magnífica oportunidad para empezar a recuperar este mercado.

Lamentablemente, no será así hasta final de mes porque los hoteleros esperaban la publicación de la orden ministerial para ponerse en marcha. Salió el viernes cuando todo el pescado ya estaba vendido. Los ochos aviones incluidos en el plan ya estaban programados, a día de hoy todavía ningún turoperador está vendiendo paquetes para Ibiza y Formentera y el único hotel que ha anunciado su apertura lo hará a cuatro días de que acabe el plan, pensando también en los turistas españoles. Una oportunidad perdida y otra lección aprendida. El que quiera peces, que se moje el culo.

TUI tenía los clientes, tenía los aviones, tenía los hoteles programados y planificados y tiene suficiente poder para presionar a quien haga falta para que a partir de mañana empiece la temporada turística para ellos. Gracias a la impagable campaña lograda con esta operación, el mercado se ha animado y las ventas del mes de julio se han disparado. La respuesta del mercado ha sido tan positiva que el gigante alemán ha tenido que abrir en Mallorca otro hotel de su propiedad de otra de sus marcas, el Club Robinson, para el programa piloto.

Sería muy fácil para mí criticar una vez más el centralismo del Govern balear y la falta de sensibilidad con el resto de las islas. Tengo antecedentes y argumentos de sobra. Creo, no obstante, que Armengol y Negueruela no tienen responsabilidad alguna en este caso, ya que su participación en el programa ha sido escasa. Se han limitado a trasladarlo al ministro Salvador Illa, defenderlo ante Madrid y ponerse la medalla. Otros hicieron el trabajo, tanto el efectivo como el sucio.

Último capítulo. Mañana, culminará la operación con una rueda de prensa que se celebrará curiosamente en el Hotel Riu Concordia (¿alguien tenía alguna duda?), en la que participarán el conseller Iago Negueruela, y dos políticos del PSOE que tendrán su minuto de gloria sin haber movido una ceja, la presidenta del Consell de Mallorca, Catalina Cladera, y el alcalde de Palma, José Hila, y curiosamente el CEO de la división hotelera, de cruceros y de destino TUI, Sebastian Ebel. No hay más preguntas señoría.

Como el que no se consuela es porque no quiere, existen la convicción en el sector turístico de Ibiza y Formentera que esta foto también nos beneficia y que es mucho mejor que se haga en Baleares a que se haga en Canarias, donde por cierto siguen insistiendo en que se hagan análisis PCR a todos los visitantes.

Ahora intuimos (nadie quiere hablar de este asunto) que no habrá análisis, ni test rápidos ni PCR, y que nos la jugamos este verano porque las autoridades sanitarias confían en que la concienciación, las medidas de seguridad y limpieza, las restricciones a las concentraciones, el menor riesgo de contagio por el calor y la menor carga viral que se ha identificado en las últimas semanas, todo ello unido a una mayor capacidad de respuesta del sistema sanitario sean suficientes para que tengamos más temporada turística de la que llegamos a pensar en muchos momentos.