El artista, que tuvo que cancelar muchos de sus conciertos por la pandemia, vuelve a estar en plena actividad laboral. El verano se le presenta «con muchos trabajos». | DANIEL ESPINOSA

El pianista manacorí ofrece hoy el concierto inaugural del ciclo de Festes de la Terra, uno de los primeros conciertos que ofrece la isla al aire libre tras el confinamiento. Recientemente, el músico, que goza de una sólida formación clásica y numerosos conciertos en todo el mundo, publicó Cinema per a tres, un disco con composiciones de Rafel Aguiló. Para este verano, el artista quiere retomar toda la actividad laboral que el confinamiento le obligó a detener. El recital en Ibiza correrá a cargo de la Banda de Música d’Eivissa, tendrá lugar en el Baluard de Santa Llúcia y consistirá en la interpretación de diversas piezas de X. Tal y como apuntó el artista, si «el público pide un bis, me animaré a interpretar algo de mi nuevo disco, en tributo a Bethoven».

—¿Cómo le afectó la pandemia laboralmente? ¿Tuvo que cancelar muchos conciertos?
—Cancelé bastante. A partir del 13 de marzo tenía conciertos cerrados en Palma, un festival en Menorca, y en Lleida, donde ahora hay un rebrote muy importante. A pesar de ello, desde junio volví a tocar en conciertos con la Orquesta Simfònica de Palma, porque su director Pablo, me contó su propuesta alternativa de hacer conciertos en pequeño formato y garantizar la distancia. Ellos empezaron a finales de marzo con un ciclo de 60 conciertos de música clásica.

—¿Ha aprovechado el confinamiento para crear?
—Sí, incluso he sacado un nuevo CD, íntegramente dedicado a Beethoven. Hace 150 años del nacimiento de este compositor clásico y para el piano, mi instrumento, es muy importante. En Palma lo presentaremos en octubre y la idea es hacer una presentación en las demás islas.

—¿Cuáles son sus proyectos para este verano?
—Ahora, para este verano, tengo bastante trabajo cerrado. Después de Ibiza viajaré hasta Mallorca, donde hago un recital lírico. En agosto también iré a Asturias, a hacer un concierto conmemorativo de Beethoven, que también se celebra a nivel europeo. En septiembre, la Orquesta de Cambra de Mallorca ha programado otro concierto de Beethoven, de violín, de sinfonía y yo, con el piano.

—¿Cómo han sido los conciertos post pandemia?
—Al principio muy raros. Hemos pasado de hacer conciertos de 150 personas a hacerlos de menos de 100. En las iglesias, por ejemplo, también hemos hecho algunos con aforo muy reducido. Pero me han gustado mucho porque se notaba que la gente, aunque tenía miedo, tenía muchas ganas de volver a participar en conciertos. Siempre hemos llegado a los máximos permitidos. La gente quería venir y todos confiamos en que sea algo temporal y momentáneo. El período pre-vacuna será difícil y habrá que adaptarse al modo digital, al streaming en YouTube, aunque sea complicado imaginarse un concierto lírico en el ordenador.

—¿Qué nos vamos a encontrar hoy en el concierto inaugural de las Festes de la Terra?
—Se trata de un concierto muy especial. Primero, porque es uno de los primeros de este verano en Ibiza íntegramente de música clásica y después porque es la presentación oficial de la Banda Simfònica, Miguel Àngel Aguiló, y es su primer concierto. También, a nivel personal, porque tocaré como solista una obra muy difícil y virtuosa, Cabaret Burlesque, que estrené hace un par de años en Palma.

—Hablando de su carrera, ¿de dónde le viene la pasión por el piano?
—Creo que me viene relativamente tarde. Las carreras musicales empiezan muy pronto pero yo empecé a estudiar con 11 en Lluch, cantando en el Monasterio. Y desde ahí, aprendí solfeo, empecé aprendiendo a tocar el órgano y después ya me decanté por el piano. Hasta el día de hoy.

—Usted suele versionar canciones o interpretar unas ya existentes. ¿Cree que crear es difícil?
—Bueno, la mayoría de concertistas no somos compositores. Sin embargo, yo sí que compongo bastante. Me gusta ser creativo, improvisar y salirme un poco de lo más puramente clásico. Hago colaboraciones, a veces, con gente del mundo del jazz... Me gusta innovar.

—Dado que, durante el confinamiento, el sector cultural ha sido el más implicado con la sociedad, ¿cree que la cultura está bien valorada en España?
—No. Se ha avanzado mucho, aunque no es suficiente. En países como Alemania, después de la pandemia, el Gobierno ha mimado a los artistas: les han dado ayudas como si fueran empresas. En España, la cultura no es un producto de primera necesidad y no recibe ayudas ni promoción. Debería considerarse como la terapia que es. La cultura, para nosotros, es como una medicina. La música cura el alma. Y mientras ese concepto no quede claro, nosotros no podremos crecer, ni como industria ni como sociedad.