La subinspectora de la UFAM, Jimena López, en la comisaría de la Policía Nacional de Ibiza. | DANIEL ESPINOSA

Jimena López, subinspectora de la Unidad Familia y Mujer (UFAM) del Cuerpo Nacional de Policía, presta servicio desde hace veinte años en la comisaría de Ibiza, tantos como años lleva en la Policía. Tras pasar por varias unidades, hace seis años recaló en la UFAM, la unidad que se encarga de la investigación y protección de las víctimas de violencia de género. «Los agentes de la UFAM deben tener una gran capacidad para escuchar, empatía, facilidad para relacionarse con la víctima y mucho trabajo psicológico», remarca la subinspectora de una unidad que en Ibiza cuenta con una docena de efectivos divididos en UFAM-Investigación y UFAM-Protección.

—El miércoles se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. En los últimos años se ha trabajado mucho pero todavía nos queda camino por recorrer...
—Así es. Poco a poco, pero ya hay comportamientos que están castigados penalmente y esto ayuda a que la mentalidad de la sociedad vaya cambiando. No obstante, no hay que olvidar que hace unos años todavía se llegaban a justificar las agresiones. Ahora ya es algo injustificable en cualquier ámbito social o familiar, pero es cierto que todavía tenemos admitidas conductas que son delitos como normalizadas. Vemos que todavía hay muchas desigualdades, celos, conductas posesivas, acosos que todavía hay gente que lo ve como algo normal, actitudes que sin darnos cuenta todavía se justifican y eso que ya están recogidas en el Código Penal desde hace mucho años como delito. En este sentido, todavía nos queda mucho por trabajar.

—La pandemia ha influido en todos los aspectos de la vida. ¿Cómo ha afectado a la violencia de género?
—En los últimos meses hemos pasado por dos procesos muy claros y definidos. El primero, cuando empezó el confinamiento. Con la declaración del estado de alarma, descendieron muchísimo las denuncias y los casos. Fueron semanas en las que seguimos trabajando, pero los quebrantamientos prácticamente dejaron de existir porque, si no puedes salir de casa o cuando sales hay un control policial, es mucho más difícil quebrantar una orden de alejamiento. El hecho de que estuviera cerrada la hostelería y no se pudiese hacer vida social también influyó muchísimo porque evita conflictos en las parejas y bajaron las denuncias.

—Pero existen dudas sobre la caída real de casos...
—Es una posibilidad que está ahí porque que no se denuncie no quiere decir que no haya casos, ya que el maltrato psicológico es una cosa que evoluciona durante los años y siempre está ahí, latente. Posteriormente, a pesar de que ha habido menos turistas y menos población estacional, especialmente trabajadoras temporales, hemos estado haciendo la misma cantidad de detenidos y tramitación de denuncias que el anterior.

—¿Ahí entrarían los casos de delitos sexuales?
—Esta temporada hemos notado un cambio en los delitos sexuales. Este verano prácticamente no hemos tenido denuncias. Ha habido, pero muy puntuales y siempre han sido casos de personas convivientes que no son los típicos del verano.

—La UFAM también se encarga de los casos con menores implicados.
—En el caso de menores, nosotros llevamos tanto los menores autores como las víctimas. Eso significa llevar todos los perfiles de menores que uno se pueda imaginar. Cualquier delito con un menor implicado pasa por nuestra unidad.

—Y en el caso concreto de la violencia de género entre adolescentes, ¿cuál es la situación actual?
—Llevamos unos años que se habían registrado descensos y en ello ha influido el trabajo que viene realizando desde hace un tiempo la unidad de Participación Ciudadana, que da charlas en los institutos y colegios, y la verdad es que pensamos que están haciendo un gran trabajo, resolviendo ciertas dudas que se plantean entre los adolescentes. Los menores tienen un problema añadido porque, si ya es difícil que un adulto dé el paso de denunciar a su pareja, en el caso de los menores se magnifica y es aún más complicado. Los casos de menores nos suelen llegar a través de amigos o familiares de la víctima, que son conocedores de hechos que saben que son delito y vienen a comisaría muy preocupados por la situación que vive su hijo, hija, o amiga... Suelen ser denuncias que nos llegan de esta manera.

—Para los menores también puede resultar más complejo entender dónde están los límites y que hay maltrato más allá del físico.
—Así es. Depende del hecho y tipo de violencia. El maltrato físico todo el mundo lo tiene claro porque una bofetada o golpe es una bofetada o un golpe. En cambio, el maltrato psicológico es más complicado y se sigue aceptando como algo normal. Yo suelo poner un ejemplo a las víctimas. Generalmente, las víctimas cuando se sientan delante nuestra vienen con un cierto sentimiento de culpabilidad porque van a dar un paso que va en contra de una persona a la que ha querido mucho. Los delitos relacionados con la familia son muy complicados. Imagínate un padre que viene a denunciar a su hijo, el sufrimiento es enorme. Cuando tú vienes a denunciar a una pareja, tu conflicto moral es muy fuerte. Yo les explico que, por ejemplo, cuando te roban un teléfono, tú sabes que es delito y no le dices al ladrón: «oye, me has robado un teléfono; te aviso pero no lo vuelvas a hacer. En cambio, en la violencia de género todavía hay ciertas conductas que en España las relacionamos con la normalidad porque somos un país en el que tenemos muy aceptado el arranque emocional y pasional, y tenemos tendencia a aceptar la situación y dar advertencias, a dejar pasar hechos. Muchas veces nos vienen víctimas que están hundidas porque el maltrato psicológico es brutal y es muy difícil de medir…Es más complicado el trabajo.

—Los casos de violencia de género es el grueso del trabajo de la Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de la Policía Nacional. Pero en su unidad tienen varios cometidos...
—En UFAM tratamos violencia de género, violencia doméstica, menores y delitos sexuales. Además, la unidad está compuesta por UFAM-Investigación y UFAM-Protección. En el caso de la comisaría de Ibiza somos un inspector y una subinspectora, seis agentes en Investigación y cuatro en Protección. La parte de investigación se dedica a la tramitación del atestado y la puesta a disposición del detenido en el caso que lo haya, mientras que en protección se dedican única y exclusivamente a la protección de la víctima de violencia de género que además tiene una orden de protección ordenada por el juzgado. La mujer pasa a tener una atención de un policía en función del grado de peligrosidad del caso.

—¿La valoración y grados será en función del nivel de riesgo de la víctima?
—Efectivamente. Los grados están catalogados como: no apreciable, bajo, medio, alto y extremo. En los denominados casos «no apreciables» tenemos un contacto esporádico y seguimiento bajo mientras que en los supuestos «extremos» estamos 24 horas con la víctima hasta que la situación cambie. En Ibiza la mayoría son bajos y no apreciables, tenemos algún medio y los altos o extremos son contados.

—Y también se hacen cargo de la violencia doméstica, menores y delitos sexuales...
—Llevamos delitos en los que la víctima son mujeres y también casos con hombres porque la violencia doméstica es la que se produce dentro del núcleo de convivencia, de padres a hijos, de hijos a padres, de mujer a hombres... Asistimos a todos los casos con delitos dentro de la familia, con menores y los delitos de contenido sexual.

—¿Cómo es el recorrido policial de una investigación por violencia de género?
—Tras la denuncia hablamos con la víctima y es un acto muy doloroso porque necesitamos toda la información y debe recordar hechos de hace tiempo. Hay que indagar en la relación: cuántos años llevan, si tienen hijos en común, si conviven, si trabajan, si están separados cómo es el convenio regulador… Necesitamos introducirnos mucho en la vida de la víctima. Una vez tenemos todos los datos e informada de la denuncia como víctima de violencia de género, se le hace una valoración de riesgo para ver el grado en el programa Viogen. Por otra parte, si quiere una orden de protección le rellanamos la solicitud y se envía al juzgado. Una vez hecho el atestado, seguimos con las investigaciones para ver si hay partes médicos de posibles agresiones. Hay mucha gente que llegan con morados y nos dicen que son fruto de golpes accidentales.

—¿Y en cuanto al presunto agresor?
—Dependiendo del riesgo que haya dado la víctima en la valoración, del perfil del autor (si ya tiene antecedentes o no, o si tiene domicilio conocido), ya procedemos a la detención del sospechoso o aplicarle la figura de investigado. Acto seguido se celebra un juicio rápido y de ahí ya sale una resolución judicial. También hay medidas como el Sistema Cometa, que es para tener a la víctima localizada con una especie de teléfono pequeño y al autor se le pone una pulsera que nos permite localizar en todo momento al hombre y ver si quebranta una medida de protección. Después, ya se le asigna un agente de protección que le asiste en función del grado.

—Como indicó al principio, todavía nos queda mucho por hacer en esta materia...
—Desgraciadamente hay que insistir en el mensaje porque todavía hay muchas mujeres con dudas sobre si lo que está viviendo es delito o no. Nosotros siempre hacemos hincapié en que ante la duda pueden venir porque no es preciso poner denuncia. Nosotros les escuchamos y asesoramos. Todos los compañeros están formados específicamente en esta clase de delitos y van a tener un trato exquisito. Todos los agentes de la UFAM tenemos una formación específica, la experiencia del día a día y mucha labor psicológica. El policía que está en esta unidad tiene una gran capacidad para escuchar, empatía, sabe cómo relacionarse con la víctima y tiene unos criterios sobre la materia para asistir de la mejor de las maneras a las víctimas. Ante un escenario que plantee dudas, lo mejor es ir a una comisaría y asesorarse porque hay consultas que pueden ser vitales.