Un viajero es atendido por el dispositivo de test de entrada en Ibiza durante el puente de la Constitución.

Baleares se convirtió en verano en una de las primeras regiones en recuperar la llegada de turistas tras la primera ola de COVID-19. Eran los últimos días de junio y se vendió a bombo y platillo la llegada de turismo alemán a Mallorca y, posteriormente, a Ibiza. La esperanza de una temporada atípica, pero con un mínimo de actividad, duró poco. A finales de julio, Reino Unido establecía la obligación a sus residentes de pasar una cuarentena tras viajar a España, incluidas las islas Baleares y Canarias. Otros países hicieron lo propio en el mes de agosto. Era el inicio de la segunda ola.

Hubo turismo, pero la actividad se quedó en apenas un 15% de lo que fue el verano de 2019. Un impacto tremendo sobre la principal industria de las Islas que demostró la necesidad de una mejor planificación.

Con la idea en mente de evitar el mismo escenario el año entrante, el Consell d’Eivissa inició la redacción en septiembre del Plan Estratégico para la Temporada 2021, elaborado en colaboración con las demás instituciones públicas de la isla y los agentes sociales. Su principal herramienta es la estrategia Ibiza Reinicia 2021.

Se trata del dispositivo de control en puertos y aeropuertos que tiene dos objetivos: el primordial es mantener Ibiza en situación de ‘semáforo verde’, en segundo lugar, cómo mantener el turismo si la situación sanitaria empeora.

El Consell d’Eivissa no tiene competencia en materia de control de puertos y aeropuertos. Sin embargo, ya se ha hecho llegar el plan estratégico al Govern balear, que trabaja en un documento similar para la Comunidad Autónoma con el objetivo de que se aproveche este estudio hecho desde el conocimiento de la isla y se solicite al Gobierno estatal su puesta en marcha en aquello que sea de su competencia.

Ibiza Reinicia 2021

El documento está abierto a modificaciones y es dinámico, pero ya define una estrategia que debería estar preparada el 28 de febrero para su puesta en marcha el 15 de marzo de este año.

Conforme a los parámetros establecidos por la Unión Europea (UE) la situación de semáforo verde se da cuando la incidencia sea inferior a 25 casos por cada 100.000 habitantes a 14 días y la positividad entre la población testada esté por debajo del 4%. Ibiza debería estar en esa situación antes de marzo de este año, cuando empieza a incrementarse el número de conexiones aéreas internacionales con la isla.

En segundo lugar, respecto a la previsión de un posible aumento de casos que implicase una cuarentena a los viajeros de países en mejor situación, ¿cómo podría evitarse el inconveniente de esa cuarentena? La estrategia Ibiza Reinicia 2021 establece que debería preverse un dispositivo que ofreciese test a esos viajeros, para que pudieran regresar a sus países con la garantía de no haber contraído la enfermedad y no tener que pasar cuarentena a su regreso.

La segunda pata de la estrategia son los formularios de seguimiento, que se consideran imprescindibles para todos los viajeros que entren en la isla.

Los formularios

El plan insular establece que todos los pasajeros que entren en Ibiza por vía aérea o marítima tendrían que rellenar un formulario de seguimiento sanitario en destino, con independencia de la situación epidemiológica de su zona de origen. Esto permitirá hacer un seguimiento de estos, en caso de necesidad sanitaria.

Debido a las deficiencias de los formularios actuales, se establece la necesidad de crear un formulario propio «universal», es decir, aplicable a todos. Se establece que el modo más sencillo para ponerlo en marcha es mediante una aplicación móvil con código QR.

En ese formulario se debería determinar la zona exacta de la que proviene el viajero. Una persona que vuela desde Londres puede haberse desplazado desde Brighton, por lo que la situación epidemiológica de esta última ciudad sería la que determinaría las medidas a aplicar.

Si el viajero procede de una zona verde podría acceder libremente. Si procede de una zona en una situación diferente pero acredita un test en origen o su inmunidad su acceso también sería libre. El viajero que no cumpla con esta condición debería pasar un test antes de salir del aeropuerto.

Los test

Para aquellos pasajeros que deban someterse a una prueba antes de entrar en la isla existirá un equipo sanitario que las llevará a cabo. Todavía debe determinarse quién costeará las pruebas, si bien el estudio plantea que el viajero debería hacerse cargo de una parte del coste.

En cuanto al tipo de test, se considera preferible la prueba PCR, dada su mayor eficacia, pero se mantiene la expectativa de la aparición de nuevas pruebas rápidas, como las de antígenos, con una mayor sensibilidad y eficacia.

Se estima que un equipo sanitario compuesto por un enfermero, un auxiliar y un administrativo pueden realizar y procesar 40 test/hora, si la técnica de extracción de muestras es nasofaríngea.

En un escenario conservador, con un 50% de actividad respecto a 2019, se estima que en el mes de julio se podrían hacer entre 2.483 y 4.760 test al día, mientras que en abril no llegarían a los 200. El dispositivo deberá modularse conforme a los parámetros reales, lo que implicaría disponer de un personal compuesto por 25 personas en julio y agosto, mientras que en abril bastaría con cuatro u ocho.

En el caso de que Ibiza no estuviera en situación verde se establecería un dispositivo equivalente de salida durante el tiempo que fuese necesario.

El coste

El estudio hace una estimación del coste teniendo en cuenta tres escenarios: uno optimista con un 65% de actividad con respecto a 2019, uno conservador, con una actividad del 50% y uno pesimista con una actividad del 35%.

También se valora qué coste tendría hacer pruebas PCR o test de antígenos, en el caso de que estos últimos fueran suficientemente eficaces.

Las estimaciones se hacen considerando que sea necesario hacer pruebas al 10% de las personas que lleguen a través de puertos y aeropuertos tanto a la entrada como a la salida.
Si las pruebas fueran de antígenos el coste sería de 7,9 millones de euros en el escenario pesimista, 10,6 millones de euros en el conservador y 13,4 en el optimista.

En caso de hacer pruebas PCR el coste se incrementaría notablemente, siendo de 44,2 millones de euros en el escenario pesimista, 62,5 millones de euros en el conservador y 80,8 millones de euros en el optimista.

Los redactores del informe valoran que no sería un coste elevado en comparación con su beneficio para la economía insular, dado que, en un escenario conservador, el gasto turístico ascendería a 1.550 millones, mientras que el coste del dispositivo sería entre un 0,7% y un 4% de esa cantidad.

Un coste que podría repartirse, según el informe, entre el sector privado, el público y los propios turistas.

Ahora falta que las administraciones autonómica y estatal decidan implementar el plan.