El cine Torres estuvo funcionando hasta hace un par de décadas en la calle Bisbe Torres de Sant Antoni.

Cuenta la historia, casi la leyenda, que un 5 de abril de 1931 comenzó el cine en el pueblo de Sant Antoni de Portmany. Fue cuando Vicent Torres Ferrer, conocido popularmente como Vicentet de cana marca, su mujer y sus hijos abrieron por primera vez las puertas del Cine Torres, en un humilde local de la calle Bisbe Torres de la localidad.

Hoy, 90 años después, este cine que durante décadas fue un símbolo y un punto de encuentro para varias generaciones de ibicencos ya no existe. Afortunadamente para los amantes del séptimo arte, la historia de este emblemático cine sigue muy vivo en la memoria de sus nietos, Sergio y Roberto Torres, quienes siguen manteniendo abierto contra viento y marea el Cine Regio, descendiente directo del Torres. El único, por cierto, que en estos momentos ofrece en la isla películas de estreno.

«A pesar de que son tiempos muy complicados para el cine debido al descenso de ingresos que se ha vivido con las taquillas, la piratería, las plataformas de series, los meses cerrados por la pandemia y ahora las restricciones de espacio para frenar los contagios por coronavirus, nosotros seguiremos aguantando todo lo que podamos porque llevamos el cine en las venas desde que nuestra familia decidiera dedicar toda su vida a este maravilloso mundo», explicó este viernes a Periódico de Ibiza y Formentera Sergio Torres.

Han pasado muchos años desde aquel primer estreno pero Torres aún lo recuerda como si se hubiera producido ayer gracias a lo que siempre le contó su abuelo. «No fueron años fáciles porque mi abuelo tenía que alquilar el proyector y el operador que se encargaba de hacerlo funcionar tenía que venir desde Vila junto a toda su familia montado en un carro tirado por un burro y después se pasaba todo el fin de semana en el pueblo proyectando las películas que él mismo traía sobre una sábana blanca». De hecho, como por aquel entonces no había sonido, «a través de una gramola se ponían los grandes éxitos de la época». Y todo, según recuerda Sergio Torres, «por el módico precio de cinco pesetas cada fin de semana».

Aquellos primeros años formaron parte de la primera edad de oro del Cine Torres. El lugar alcanzó un gran protagonismo en el pueblo, entre otras cosas porque era el local más grande de Sant Antoni con un aforo que podía llegar a las 400 personas.

Algo que, aprovechó Vicent Torres Ferrer para organizar en él otros espectáculos que iban desde los conciertos hasta las variedades e, incluso, algún que otro número de circo.

La Guerra Civil y el sonido

Sin embargo, con la llegada de la Guerra Civil en el año 1936 el local fue ocupado por los responsables militares quienes decidieron transformarlo en su propio cuartel general. Una función que se prolongó cuatro años después de terminado el conflicto, hasta que en 1940 fue devuelto finalmente a sus legítimos dueños.

Según Sergio Torres, Vicent Torres decidió celebrar por todo lo alto aquello y el nuevo día de la nueva etapa se hizo coincidir con un gran estreno. Fue, la primera vez que en Sant Antoni se pudo ver una película sonora, en este caso la británica Los ojos misteriosos de Londres, dirigida por Walter Summers y protagonizada por Bela Lugosi, Hugh Williams y Greta Gynt.

A pesar de que el Cine Torres vivió unos años en el que ya estaba consolidado como uno de los espacios más importantes para los más de 5.000 residentes que tenía Sant Antoni en aquella época, la familia no se quiso acomodar.

No en vano, según recuerda Sergio Torres, su padre, Roberto Torres, el hijo de Vicent, y conocido como Roberto de Ca na Marca, «siempre le estaba dando vueltas a la cabeza sobre como mejorar el que sus vecinos disfrutaran del séptimo arte». De hecho, siempre fue conocido en el pueblo «por su gran imaginación para desarrollar sus trabajos hasta el punto de que si hubiera patentado algunos de sus inventos podría haberse hecho muy rico».

Así por ejemplo, y según recuerda su hijo, «para no tener que parar la proyección al cambiar los rollos como solía pasar en aquella época se le ocurrió un innovador sistema en el que colocaba dos mecanismos para pasar la cinta encima de un mismo pie, con una linterna y un objetivo que se desplazaba de uno al otro lado del pie por unos raíles metálicos». Incluso, «colocaba un solo proyector en el medio de las dos salas, la de invierno y la de verano, para poderlo orientar según fuese necesaria».

Sin embargo, el mayor de los logros de esta época fue traer el sistema del Cinemascope a Sant Antoni en el año 1953. Lo hizo con un gran estreno que se convirtió en uno de los eventos que posteriormente han sido de los más recordados por generaciones enteras de vecinos del pueblo ya que las películas se veían en una pantalla mucho más amplia y con una definición nunca había vista hasta entonces.

La película elegida fue La túnica sagrada, una historia ambientada en la época de Jesucristo, dirigida por Henry Koster, protagonizada por Richard Burton, Jean Simmons o Víctor Mature y con música de Henry Newman. «Fue increíble porque marcó un antes y un después en la historia del cine de Ibiza y porque muchos años después aún se sigue hablando de lo que supuso la proyección de aquella película», confiesa orgulloso Sergio Torres.

El salto al Cine Regio

Viendo el éxito de público que tenía por aquel entonces aquel Cine Rorreds que había nacido en 1931, Roberto, con el apoyo de su mujer, na María des cine y sus hijos, decidió dar el salto y ampliar el negocio poniendo en marcha un nuevo local en el año 1972.

El estreno de lo que actualmente es el Cine Regio también fue otro gran acontecimiento. En esta ocasión la película elegida fue otra de esas que han dejado huella en la historia del cine, la premiada Love Story que había dirigido dos años antes Arthur Hiller con la participación de dos de los mejores más conocidos de la época, Ali MacGraw y Ryan O’Neal.

Casi treinta años después, en 1982 y también en el Cine Regio, se vivió otro de los momentos más importantes para el séptimo arte de Sant Antoni la llegada del sonido Dolby. Se inauguró con la proyección de The wall, la película sobre Pink Floyd que dirigió Alan Parker. «Fue increíble, la gente se quedaba pegada al asiento porque era algo que nunca se había visto en Ibiza y posiblemente será uno de los recuerdos que siempre se quedarán grabados en mi memoria mientras viva», explicó Sergio Torres.

Finalmente, en marzo de 2003 cerró el Cine Torres mientras que el Regio sigue abierto y funcionando en el número 5 de la calle Barcelona de Sant Antoni a pesar de todos los problemas y crisis que ha vivido a lo largo de su historia. Incluso, estuvo a punto de desaparecer hasta que en 2014 gracias al apoyo masivo de toda la isla y una importante subvención pudo dar su salto al digital y seguir funcionando como hasta ahora.

Sergio Torres: «Con el estreno de ‘Un beso en el puerto’ la cola llegaba hasta el paseo marítimo»

El actual propietario del Cine Regio es una colección de anécdotas que van surgiendo de su memoria, una tras otra con una gran facilidad.

No en vano, a los 15 años, recién salido del colegio del Seminario en Ibiza, ya estaba trabajando con el proyector. «En el Cine Torres trabajábamos todos porque era un negocio familiar y por eso todos aportábamos nuestro granito de arena y yo aún recuerdo perfectamente como todos teníamos que barrer y limpiar todo, como me quedaba a dormir en un colchón en el propio cine o como tenía que hacer guardia junto a las puertas para que no se cerraran porque no teníamos aire acondicionado y la gente se nos moría de calor en verano».

Entre las películas que le marcaron en el antiguo cine, Torres se queda sin duda con Titanic, la saga del Padrino y algunas que resultan, a priori, sorprendentes. «Si me preguntan por alguna te diría que me marcó fueron las de Spaghetti western de Sergio Leone, las de Walt Disney, las del destape de Ozores, Pajares, Esteso con las que se ría mucho la gente, y sin duda Un beso en el puerto, que protagonizó en 1965 Manolo Escobar, Ingrid Pitt, Antonio Ferrandis, María Isbert, o Manuel Alexandre y con la que la gente hacía cola desde la iglesia del pueblo hasta el paseo para verla, incluso aunque ya hubiera comenzado la proyección».