Adil y Nadil trabajando en su primer día de Ramadán. | Toni Planells

Ayer, día 13 comenzó el segundo Ramadán en pandemia, que durará hasta el próximo 12 de mayo.

Si bien el año pasado este periodo, no solo de ayuno si no también de recogimiento purificación espiritual para la cultura musulmana, se produjo en pleno periodo de confinamiento duro, con las mezquitas cerradas, este año las mezquitas permanecen con las restricciones al 50% de aforo. Aunque las condiciones no son tan duras como las del año pasado, el Ramadán de este año tampoco se va a celebrar en las condiciones que manda la tradición, y es que las restricciones respecto a las reuniones sociales impiden que las comidas a la caída del sol se puedan celebrar con las amplias mesas repletas de familiares.

El ayuno durante esta época sagrada del calendario musulmán no impide los fieles a esta religión, continúen con sus compromisos laborales. Este es el caso de Adil y Nadil, que trabajan en su primer día de ayuno como operarios de obras para el Ajuntament d’Eivissa.

«Cuando toca en agosto trabajamos igual», explica Adil, «es el primer día y todavía no sabemos cómo vamos a estar, estamos esperando a la tarde a ver como lo llevamos pero estamos acostumbrados», explica Adil. Esperan a poder comer al ocaso, alrededor de las 20:30, Adil con sus padres y Nadil solo con su mujer, con nadie más, «en circunstancias normales nos reuniríamos con familiares, vendría mi hermana y más gente», explica Nadil.

Mohamed Attami, Moja, regenta una carnicería musulmana junto a su hermano Morat en el barrio de Cas Serres. «Es el comienzo de nuestro mes sagrado», explica para justificar una emoción que no se esfuerza en disimular. Coincide con sus correligionarios Adil y Nadil en lamentar no poderse reunir con toda la familia que quisiera para celebrarlo, él lo celebra con su mujer y su hijo debido a las restricciones. En cuanto a las ventas en su negocio por parte de la amplia comunidad musulmana del barrio, Moja cuenta que durante esta época se disparan las ventas de los dúlces típicos de su tierra, dátiles, higos secos, «cosas con mucho azucar, el cuerpo de lo pide».

El responsable de la carnicería describe distintos platos relacionados con las cenas de esta época, tal como la sopa tradicional del norte de África, la Harira, elaborada a base de carne, tomates y legumbre, o la Bastila «que lleva fideos chino, pollo, almendras, aunque depende de cada casa», una serie de platos contundentes que, combinados con los postres, suponen un elemento fundamental para sobreponerse del ayuno. Para el desayuno, antes de la salida del sol, Moja debe levantarse antes de las 5 de la madrugada.

En cuanto al trabajo, Moja no varía sus horarios durante el Ramadán, igual que la práctica totalidad de la comunidad musulmana cumple con sus compromisos laborales, incluso reconoce que procura ir al gimnasio de la misma manera antes de la caída del sol.