Joan Torres no votó con sus socios de gobierno en el pleno del jueves. | Daniel Espinosa

Una de las preocupaciones de Joan Torres, el teniente de alcalde díscolo de PxE y vicepresidente balear de El Pi, ha sido evitar ser eclipsado por el Partido Popular en su regreso al gobierno de Sant Antoni. No se trata de un temor infundado, no en vano es habitual que formaciones pequeñas de partidos locales acaben fagocitadas por las maquinarias de los partidos más poderosos si carecen de un líder con auctoritas como salta a la vista que es el caso.

Su forma de combatir el peligro alimenta el riesgo de evaporación. Ha optado por el ruido, por dar la nota a la menor oportunidad y por alejarse de la sensatez y la fiabilidad en lugar de trabajar para convertirse en un referente de gestión, de la comunicación política y del sentido común, en un elemento indispensable para el gobierno y el futuro del municipio capaz de llevar adelante los proyectos encomendados y de atraer inversiones al municipio y, con ellas, generar riqueza y avanzar en el cambio de modelo.

El episodio vivido el pasado jueves, con su pueril voto en contra de la reestructuración de Urbanismo y Actividades, le ha brindado protagonismo y, por lo tanto, la tan ansiada presencia que anda buscando como un loco. No creo, no obstante, que le ayude a presentarse a la reelección en mejor situación de evitar la desaparición de su formación del mapa político, mucho menos de recuperar alguno de los dos regidores que perdió en 2019.

El alcalde, Marcos Serra, asumió el riesgo de quemarse políticamente al ponerse al frente de Urbanismo, área que sufre un colapso cuestionable y que ha sido fuente de controversia en lo que va de legislatura, también en la pasada bajo gestión de PxE, responsabilidad que rechazaron el propio Torres y José Ramón Martín, de Ciudadanos.

Serra acordó con los tenientes de alcalde de las dos formaciones con las que formó gobierno, me cuesta llamarle socio a Torres, manos libres para contratar a un asesor y para reorganizar un departamento que no funciona y que, ya se sabe, si haces las mismas cosas, obtendrás los mismos resultados. Lógico.

Pactó con los sindicatos y la funcionaria que está al frente de departamento su traslado a otra responsabilidad y dividir el área técnica y jurídica bajo sendos responsables. Un mero trámite y aparentemente el inicio de la solución que ahora, como mínimo, tardará un mes más en llevarse a cabo, además del lógico mal rollo y el ridículo público del artista que ha provocado este vodevil, sonrojando hasta a sus propios compañeros.

A Joan Torres, el niño en el bautizo, la novia en la boda y el muerto en el entierro, no le vino bien el cambio, por los motivos que sean, que apuntan a una posible pérdida de influencia en el departamento, pidió tiempo para poder pensárselo, argumento que no hace más que confirmar la escasa capacidad del personaje. Y es que no hay que pensar nada cuando las decisiones son lógicas, has llegado a un acuerdo y el departamento está en manos de tu socio. El alcalde no cedió al chantaje, lo llevó a comisión y luego forzó la votación en el Pleno, cansado ya de aguantar chiquilladas.

El vicepresidente de El Pi llamó al recién elegido presidente insular, Toni Roldán, el miércoles y le avanzó que se iba a abstener, un mal menor también desleal que, al menos, no habría frenado la reorganización non nata gracias al voto de calidad del alcalde.

Finalmente, y con la excusa infantil de que el alcalde arremetió contra la gestión del anterior gobierno en el área de Urbanismo, dejó en la estacada a PP y Ciudadanos y se retrató como una persona a la que costaría comprarle un coche de segunda mano.

Justifica que solo ha votado dos veces en sentido diferente al de sus socios. Votar diferente no es criticable, máxime si es un asunto sobre el que se ha pactado no pactar como en el caso del puerto, sí lo es criticar todo el día, evitar asumir la responsabilidad, pactar una solución y luego no cumplir, todo ello cuando tiene muchas responsabilidades pendientes de cumplir que es a lo que se debería dedicar que para eso cobra.

Kennedy contra Nixon.

La pregunta del coche de segunda mano fue obra del equipo de campaña de Kennedy contra Nixon en 1960 y ha pasado a la historia de la política como forma de diferenciar en quién se puede confiar.

Prácticamente a la misma hora que Torres montaba su numerito, el conseller de Movilidad y Vivienda, Josep Marí Ribas Agustinet, hacía lo propio con la resolución sobre el tráfico marítimo en el puerto de Sant Antoni, cuya principal virtud es que no hemos de preocuparnos por la temeridad que habría supuesto que Ibiza quedara con un solo puerto operativo teniendo dos.

La decisión del conseller, que cuando era alcalde de Sant Josep impulsó una moción para votar en contra del tráfico de ferris, es controvertida porque abre el puerto cuando en realidad no lo abre. A sabiendas porque el delegado de las navieras, Rafael Cardona, le explicó en el último encuentro que tuvieron en Sant Antoni que esloras de 65 metros hacen inviable la línea debido a que, con las condiciones del canal con Denia, la navegación sería muy incómoda para los pasajeros.

Agustinet no pudo presentar al conseller insular Javier Torres el estudio técnico que avala la limitación de las esloras por la sencilla razón de que no existe, como tampoco existen los que justifican que Formentera cierre las terrazas a las 23.30 e Ibiza, a las 23 horas.

El anterior conseller, Marc Pons, no tenía un especial interés político en Ibiza, es menorquín y no pasaba por su cabeza presentarse a la presidencia del Consell d’Eivissa, manejó en su momento reabrir el puerto con esloras de 90 metros, lo que habría servido para comprobar si las medidas correctoras adoptadas el jueves, principalmente la reducción de velocidad, la limitación de los ruidos, la prohibición de camiones y furgonetas, funcionan y permiten hacer compatibles los usos y las sensibilidades que conviven en la bahía y que no haya vencedores ni vencidos.

Genera desconfianza quien toma una decisión ruinosa para la empresa pública cuyos intereses debe defender, engaña a todos de forma consciente y, además, propone una modificación de la circulación valorada en 2,7 millones de euros cuando sabe que no bajará un solo vehículo de ninguna bodega. Los fondos que costará esa intervención, la retirada de fangos y la monitorización de la evolución ambiental de la bahía evitarán que los ingresos que la náutica deportiva de Ibiza genera en Ports IB se vayan al tren de Mallorca.

Lejos.

La sustitución de Company por Marga Prohens era cuestión de tiempo. Nadie puede decir que el movimiento le haya cogido por sorpresa. El movimiento ha pillado a la virtual presidenta del PP de Baleares en Madrid, donde es portavoz adjunta del Grupo Popular cuando el puesto natural del líder de la oposición es el Parlament.

No es lo mismo ser alcalde de Marratxí como Bauzá o ministro de Medio Ambiente como Jaume Matas que ser la portavoz adjunta de un PP que poco tiene que ver con el de 2011 ni 2003.

Obviamente, Prohens no dejará Madrid para volver a Baleares y dedicarse exclusivamente al partido, ni nadie se lo pedirá, ya que supondría abandonar un cargo político que le permite tener visibilidad en el tablero nacional, lo que, bucle a la vista, le obliga a redoblar los esfuerzos para obtener rédito en Madrid y le resta capacidad para tenerlo aquí y, además, a distancia. Todo muy estratégico y bien pensado.

Con este movimiento, arranca la precampaña de 2023 a la que, o mucho cambian las cosas, se presentará el PP con un parte de su histórico espacio electoral refundado y con Ciudadanos siendo una nota a pie de página y sin el expulsado Maxo Benalal.