Cristina Otero enseña su casa en la escalera 5 del edificio A de los apartamentos Don Pepe. | Daniel Espinosa

Un corro de mujeres conversa junto al edificio A de los apartamentos Don Pepe. Sentadas o de pie, tratan el tema del día, que no es otro que su futuro. El alcalde de Sant Josep anunció anteayer el inicio del expediente de ruina del inmueble en el que viven y la orden de desalojo a ejecutarse en 72 horas. Entre la tarde del martes y el miércoles debía notificarse a los vecinos, según se dijo en rueda de prensa, pero ayer nadie había sido notificado.

El Consistorio informó de que las notificaciones empezarán hoy, «así los vecinos tienen de tiempo hasta el fin de semana para retirar lo que quieran y favorecemos que abandonen el edificio voluntariamente».

Pero en el corro de mujeres alguna ya comenta que no tiene intención de abandonar su casa y piden mayor transparencia en un procedimiento administrativo que tiene unas reglas.

«No tenemos constancia de que se haya iniciado ningún expediente administrativo. Ni se nos ha informado, ni se le ha dicho al administrador ni al abogado de la comunidad. Si no hay inicio de expediente tú no puedes ejecutar una orden de desalojo», indica Cristina Otero, que ejerce un poco de portavoz dentro del corrillo.

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Dice estar tranquila, no le preocupa lo que ponga en los medios de comunicación. Se ha informado y dice que la ley no ampara esta premura.

Respecto al desalojo anunciado indica que «cuando se inicia un expediente de ruina, el desalojo inminente sólo se puede ejecutar por un problema de habitabilidad o un problema de seguridad para las personas», indica en referencia al artículo 20 del reglamento de Disciplina Urbanística.

El Consistorio ampara su decisión en el informe del edificio hecho el año pasado por arquitectos externos en el que se hacía referencia a este riesgo para las personas tras estudiar las patologías del edificio. Cristina recuerda que ese informe se hizo sólo con catas de la zona del restaurante y la escalera 1. Su casa está en la escalera 5 y se ofrece a enseñarla para que se vea su buen estado.

De vuelta a las conversaciones entre las vecinas, Chari cuenta que lleva 22 años en su casa y en ningún momento ha visto grieta alguna. «No me pienso ir», anuncia. Explica que todavía paga su hipoteca y denuncia un trato «inhumano».
Para Marga el desalojo no es un escenario que contemple. «No tengo en la mano ningún papel que lo diga», recuerda.

El viernes tienen prevista una reunión que ha sido «complicada de gestionar», dicen. Se ha tenido que buscar un sitio que diera cabida a un centenar de personas cumpliendo las medidas sanitarias. Allí se les informará de todo aquello que ya ha contado el Ayuntamiento a los medios de comunicación.