Laura Liz Gil y su marido, Julio, con una caja para mandar a Cuba. | Toni Planells

Desde Ibiza se está recogiendo ayuda en forma de medicamentos y material médico para mandar a Cuba. Se trata de una iniciativa que Laura Liz Gil, cubana afincada en Ibiza desde hace dos años, ha emprendido siguiendo la estela de las múltiples iniciativas que se han puesto en marcha en todo el mundo: Barcelona, Valencia, Madrid, Londres, México o EE.UU.

La recogida empezó el pasado jueves de esta semana y en apenas 24 horas ya había conseguido varios kilos de medicamentos con la difusión de un cartel pidiendo esta ayuda a través de la redes. Tal como reza el mensaje que ya se que salta de teléfono en teléfono, «Cuba atraviesa una severa crisis social y sanitaria con carencias, no solo de medicamentos, también de protección, recursos médicos y abastecimiento en general. En los últimos días la situación se ha agravado seriamente, el pueblo está desbordado y necesita tu ayuda humanitaria y solidaria».

Antibióticos de amplio espectro, Paracetamol, Aspirina, Omeprazol y un largo etcétera de medicamentos, también de material sanitario como jeringuillas, mascarillas, guantes o sondas, forman la larga lista de material médico prioritario que se reclama para enviar a la isla caribeña. Aunque cualquier medicamento es bienvenido, al igual que donaciones económicas para la compra de más material, el mismo cartel propone a quien viaje a Cuba o a Madrid, desde donde sale la ayuda, llevar los medicamentos en el equipaje para entregarlo allí a quien que se encargará de distribuirlo.

Así lo hizo la misma Laura Liz el pasado mes de diciembre, cuando viajó a La Habana para visitar a sus familiares: «No me llevé ni ropa interior; me fui con una maleta llena de pañales de adulto para mi abuela y la otra llena de medicamentos para mi familia y para otras familias que conozco». Antes de partir hacia su tierra, preguntó a familiares y amigos sobre sus necesidades para poder llevárselo: «Si hubiera podido llevar más, hubiera llevado más». Laura, emocionada, cuenta que «mandar medicinas no va solventar los problemas, pero algunas vidas van a salvar. Seguro».

No puede reprimir las lágrimas de preocupación ante la situación de los suyos y de su país. Prefiere no hablar de política, pero no se resiste a reivindicar el espíritu solidario de su pueblo ante los problemas comunes: «Los cubanos nos unimos siempre para ayudar a quienes lo necesitan, más allá de la política. Ya lo demostramos tras el tornado que azotó La Habana en 2019». Sí se le escapa un breve análisis de la situación actual de su país que atribuye a una acumulación de factores que han sucedido, como la reciente unificación de sus monedas este mismo año, que ha provocado un aumento de los precios; la llegada de la pandemia, que ha supuesto una merma en la principal fuente de ingresos de la isla, el turismo, y que ha agravado la situación, así como el embargo estadounidense, que es otro de los factores principales que se suma a los anteriores y a la gestión que han venido haciendo. «Lo importante es que se sepa lo que está pasando, pero sin amarillismos», expresa.

Ayuda libre de aranceles

Celebra el levantamiento de los aranceles que el gobierno de Díaz Canel ha puesto en marcha y que se mantendrá como mínimo hasta el final de 2021. Esta medida excepcional anunciada por el primer ministro cubano, Manuel Marrero, permitirá la entrada de comida, productos de aseo y medicamentos sin límites. La legislación vigente hasta hace pocos días solo permitía introducir en el país un máximo de 10 kilogramos de medicamentos. De esta manera, la iniciativa que Laura Liz ha puesto en marcha no tendría ningún problema a la hora de llegar a su destino.

Laura explica el viaje que harán los medicamentos: una vez recogidos en la tienda de telefonía e informática en la que trabaja en Santa Eulària, en la Calle Pintors Puget, los medicamentos volarán hacia Madrid, y de allí a La Habana. Una vez en la capital cubana, toda una serie de «artistas, escritores, periodistas, jóvenes y mayores» se encargan de la distribución del material, tal como cuenta Gil: «Un montón de mujeres jóvenes, un movimiento de bicicleteras, recorren La Habana en busca de cajas y ayuda para poder mover las medicinas a quien tiene un coche o cualquier cosa para poder distribuirlo entre quienes lo necesitan».

Estas mismas bicicleteras también recorren la ciudad en busca, tanto de quienes necesiten la ayuda como de quienes vayan a viajar a otras zonas de la isla para poder transportar a su vez el material a otras provincias, «que están peor que La Habana». La tienda clandestina en La Habana vieja, o el centro Martin Luter King en Vedado, son algunos de los espacios que se están dedicando a hacer acopio de los materiales necesarios para mandarlos. «Esto habla de cómo es la gente en Cuba, se organiza para ayudar más allá de lo que pueda ocurrir, y de por qué debería ser escuchada».