Expertos de la Policía, la psicología o de las administraciones públicas participaron ayer en la primera jornada de la tercera edición de esta jornada para prevenir delitos de odio. Arriba, la psicóloga del Consell d’Eivissa Alicia Martín. Abajo, la consellera de Bienestar Social, Carolina Escandell junto al comisario jefe de la Policía Nacional de Ibiza, Manuel Hernández. | Marcelo Sastre

Ayer por la mañana se inauguró la segunda jornada local de prevención de delitos de odio que concluirá hoy en las instalaciones del Recinto Ferial de Ibiza. Se trata de un encuentro organizado de forma conjunta por la Unidad Central de Participación Ciudadana de la Policía Nacional y la Consellería de Bienestar Social del Consell d’Eivissa con la presencia de destacados profesionales en esta materia, desde agentes de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado a psicólogos, abogados o representantes de las administraciones y del tercer sector.

El momento más emocionante de la jornada llegó casi a las dos y media de la tarde con el testimonio de una madre que denunció mediante un vídeo que su hijo denunció acoso y maltrato por ser adoptado y por el color de su piel.

La mujer en cuestión fue narrando a través de un vídeo como se reían de él en el portal varias vecinas de la vivienda donde residían en Madrid, en el colegio cuando cursaba Primaria en un colegio concertado y después Infantil en una escuela pública. Además, como aprovechando que el pequeño sufre trastorno específico del lenguaje como ridiculizaban su forma de expresarse.

Según su madre a lo largo de los años han llamado a su hijo negro y y le han insultado repetidamente. Algo que le llevó a denunciar de forma tajante que «España no está preparada para aceptar la diversidad, ni en las familias, ni en el sistema educativo ni en las instituciones».

«En grave peligro»
Varias horas antes, la consellera de Bienestar Social del Consell d’Eivissa, Carolina Escandell, durante su intervención de apertura ya había mostrado su preocupación al ver como las actuaciones de violencia de género se están recrudeciendo y aumentando en los últimos tiempos.

Además, alarmó «del peligro que supondría que todo se comenzara a normalizar» y por ello, instó a las administraciones públicas, las empresas privadas, el tercer sector y la sociedad de a pie «a trabajar juntos desde la más absoluta profesionalidad para erradicar este problema de nuestro día a día».

Por su parte, el comisario jefe de la Policía Nacional de Ibiza, Manuel Hernández, aseguró que estos delitos de ocio «afectan a la convivencia ya que su finalidad es crear discursos que tienen como finalidad denigrar a un colectivo o una persona por el hecho de considerarlos diferentes». Por ello, los calificó «como un ataque a los derechos y a las libertades de todos los que piensan diferente, vienen de otros países, tienen otras creencias religiosas o distinta orientación sexual».

Asimismo, Hernández alertó de que estos delitos «aumentan considerablemente en momentos de crisis económica como el actual» y aseguró que se «expanden rápidamente ante la pérdida de poder adquisitivo o la disminución de nuestro estado del bienestar ya que apelan emocionalmente a las necesidades de muchas personas».

Por ello, al igual que Carolina Escandell, el comisario pidió trabajar de forma conjunta y destacó el trabajo de la Policía Nacional y el Ministerio del Interior «en la detección, prevención y respuesta a través de la sensibilización en los centros educativos, la creación de una red de contactos con las víctimas, las asociaciones o las instituciones para que sepan que tienen un teléfono o un correo electrónico donde se les escucha o con un equipo de profesionales muy bien formados que son capaces de dar una respuesta rápida ante cualquier delito de odio».

El caso LGTBIQ

El segundo turno fue para Lidia Romero, perteneciente a la Unidad Central de Participación Ciudadana de la Policía Nacional y quien abordó los conceptos básicos de los estereotipos y los prejuicios que se viven quienes sufren los delitos de odio. Después, otro de los policías de este cuerpo, Carlos Muñoz, ofreció una interesante conferencia sobre los datos que tiene que haber en una denuncia de este tipo de delitos y como se puede prevenir la radicalización violenta.

Justo antes del descanso fue el turno para la psicóloga del Consell d’Eivissa Alicia Martín, quien analizó el antes y después de la agresión, centrándose especialmente en el colectivo LGTBIQ. Para ello dividió su conferencia en dos bloques bien diferenciados, un primero donde explicó de donde viene la víctima y un segundo en el que analizó cual es respuesta posterior.

En el primero de los casos, Martín explicó cual es el proceso de adaptación y las fases por las que normalmente se pasa «hasta que es consciente de que se siente diferente y que se vive otra realidad que no es la que marca la heteronorma que rige la sociedad». Este proceso puede empezar a desarrollarse siendo muy pequeño, a los 10 o 12 años lo que, según la psicóloga «puede provocar que ya en los colegios rápidamente se produzcan insultos hacia aquel que consideramos diferente».

El proceso comienza, según Alicia Martín por la negación, «como mecanismo de defensa ante lo que me dicen que no es normal». Después, continua con la fase de enfrentamiento «para romper con el molde y con la heteronmorma»; la fase de manifestación «que puede durar muy poco y rápidamente mostrar tu nueva normalidad o muchos años ante el miedo al que dirán tus allegados o tu familia»; la búsqueda de iguales «que estén pasando lo mismo y así sentirse dentro de un grupo»; la fase de integración «que provoca un cambio cualitativo al aceptar que tu sexualidad forma parte de tí»; y finalmente, «la fase de consolidación en la que integramos todo en nuestra vida diaria siendo conscientes de lo que me define».

Sin embargo, la psicóloga aseguró que no todo el mundo pasa de la misma manera por estas fases. Hay muchos factores que influyen porque «desde pequeños estamos induciendo a la heteronorma a los niños preguntando, por ejemplo, si tienen o no novia o novio, sobrevalorando la heterosexualidad como característica de un grupo mayoritario, o porque no hay una serie de referentes positivos en la sociedad».

Unas situaciones que originan, según Martín que la víctima tras una agresión llegue a poner la denuncia muy a la defensiva, «teniendo un concepto muy pobre de sí mismo a pesar de que no todos reaccionan igual a una suceso traumático».

Esto provoca, «un impacto psicológico a corto, medio y largo plazo donde es fundamental el apoyo y la contención por parte de nuestro entorno y de las instituciones, tanto públicas como privadas». Entre estos impactos, encontraron, según enumeró la experta «parálisis al no entender porque me pegaron, sentimiento de vulnerabilidad o negación de mi realidad que si no se trabaja adecuadamente origina a largo plazo autoculpa y sentimiento de me lo merecía».

Por todo ello, Martín, llamó al final de su exposición a «la unión del colectivo LGTIBQ y a no cesar en la lucha por acabar con estos problemas y a perder el miedo a denunciar porque aunque es pequeño cada vez somos más».