Margalida Ferrer Marí. | Daniel Espinosa

La delegada de Educación en Ibiza y Formentera representa a 38 colegios y 12 institutos, al Conservatorio de Música, la Escuela Oficial de Idiomas, las aulas de adultos, la finca de Can Marines y otras dependencias educativas hasta sumar un total de 65 centros que acogen a 21.355 alumnos y donde imparten clases más de 2.100 profesores.

Su objetivo primordial para este curso es que la enseñanza sea completamente presencial. Le ha tocado lidiar con una crisis inimaginable por el impacto de la pandemia, los años más duros de los seis que lleva a la cabeza de la delegación de Educación en las Pitiusas.

Maestra y licenciada en Ciencias de la Educación en la especialidad de Pedagogía Terapéutica por la Universitat de les Illes Balears (UIB), ha ejercido la docencia durante casi 30 años, once de los cuales como directora de CEIP L’Urgell, en Sant Josep de sa Talaia, su pueblo natal. Orientadora en el IES de Sant Agustí, ha aportado sus conocimientos a los distintos estamentos de la comunidad educativa de Ibiza en los que ha estado implicada.

¿Podría hacer un balance escueto de estos seis años como delegada territorial de Educación?

—El balance se resume en mucho trabajo y mucha ilusión desde que empezamos para intentar mejorar la educación en las Pitiusas. Hemos conseguido muchas mejoras, pero aún queda mucho trabajo por hacer.

—Desde 2015, el número de escolares ha ido en aumento, pero ahora se ha registrado un descenso o estancamiento de la natalidad, lo cual implica menos alumnos en infantil. ¿Es así?

—Así es. En Ibiza hay ahora 82 alumnos menos que el curso pasado y en Formentera 97. Hay que recordar, no obstante, que los datos de Bachillerato y Formación Profesional, que empieza el día 24, no son aún definitivos porque la matrícula está abierta hasta el 15 de octubre, por lo que estos datos pueden variar un poco. Y también suele ocurrir que algunos estudiantes se van a mitad de curso. En las Pitiusas hay mucha movilidad.

—¿Cree que este descenso de la población escolar de las Pitiusas se podría deber igualmente a la marcha de familias trabajadoras a sus lugares de origen a consecuencia de la pandemia?

—Es muy posible, porque no ha venido tanta gente y hemos detectado que a mitad de curso hay familias que tienen dificultades para encontrar vivienda y también parten de la isla.

—¿Entones podría garantizar que habrá presencialidad total en todos los cursos?

—El objetivo es éste, a no ser que cambie mucho la situación, y esperemos que lo podamos cumplir. Es verdad que el año pasado tuvimos un nivel muy elevado de alerta sanitaria y contagios, con una situación muy complicada en enero y febrero, pero las escuelas también hicieron de freno para detectar contagios y pararlos. Y aquí hay que decir que el servicio Educovid ha hecho una gran labor. Cuando surge cualquier duda o se detecta un posible contagio, estamos en contacto con ellos y se desplazan para hacer todos los test pertinentes y dicen qué grupos o aulas se deben confinar. El curso pasado tuvimos la suerte de que no hubo ningún centro que se tuviera que cerrar completamente, solo algún aula. Esperemos que este año tampoco haya ningún cierre.

—¿Podemos concluir que la semipresencialidad no funcionó como se esperaba el pasado curso?

—Desde luego que es mejorable. A las familias, a los alumnos y también a los profesores, a todos les costó adaptarse, pero con los contagios que había y las instrucciones sanitarias que recibimos priorizamos la salud frente a la pedagogía. Y al final del curso pudimos comprobar que no había funcionado como hubiéramos deseado.

Baleares es una de las comunidades que no ha contratado a más profesorado para este nuevo curso, pese a que han aumentado las ratios (el número de alumnos por aula). ¿Cuántos profesores había el año pasado y cuántos harían falta en Ibiza y Formentera para tener una plantilla completa?

—Un número exacto no se puede decir porque ese criterio lo marca la conselleria de Educación, pero el número de profesores es más o menos el mismo que el año pasado. E incluso han subido un poco: once más en Ibiza y cuatro en Formentera. En total, entre la enseñanza pública y la privada, tenemos 2.021 docentes en Ibiza y 148 en Formentera. Además, ahora saldrá la convocatoria de Proa Plus, que promueve el Ministerio de Educación, donde se pueden pedir más plazas de profesores para la atención a la diversidad, y también dentro del Programa de Acompañamiento Escolar, que saldrá a finales de este mes, por lo que aún aumentará un poco esta dotación, teniendo en cuenta además que ha habido algunos casos de escolarización extraordinaria.

¿Cómo están las ratios ahora? Parece que han bajado por la incidencia de la pandemia, pero aún son elevadas.

—El curso pasado se hicieron grupos más reducidos por la pandemia y este curso todavía tenemos pandemia, es decir, la situación sanitaria es bastante compleja, pero este año vamos a intentar que la presencialidad sea completa teniendo en cuenta que ya tenemos al 90% del profesorado vacunado, a cerca del 60% de los alumnos de Secundaria de 12 a 14 años y a más del 70% de los estudiantes de 16 a 19 años. En Secundaria el año pasado tuvimos semipresencialidad y este curso vamos a intentar que las clases sean totalmente presenciales. Además, la distancia entre pupitres pasa de 1,50 a 1,20 metros, por lo que aumentan las ratios, pero aumentan dentro del máximo legal, que en Secundaria se establece en 30 alumnos por aula y en Primaria son 25 este año, y si pasan de 25 a 27 se envía profesorado de apoyo, o sea que si hacemos una media con los profesores y el número de alumnos que tenemos en Ibiza (20.142) y en Formentera (1.213), en total 21.355 alumnos, las ratios no salen tan altas. Es decir, las ratios están un poco más altas que el año pasado, pero dentro de los límites legales establecidos y marcados por la incidencia de la pandemia.

—Los sindicatos siempre reclaman una bajada de las ratios…

—Sí, pero la Administración llega hasta donde llega. Hay unos presupuestos e intentamos que todo mejore, y de hecho ahora tenemos muchos más maestros que hace seis años. Si se fija, en el número medio de alumnos por profesor por comunidades autónomas, en Baleares estamos en 10,8 cuando la media española es de 12, o sea que hay comunidades con ratios mucho más altas que nosotros. Lo que ocurre es que en las islas tenemos muchos alumnos recién llegados, si bien este curso y el anterior bajó un poco por la pandemia.

¿Hacen falta más centros educativos para descongestionar los existentes en zonas como Santa Eulària, Vila, Sant Antoni o Sant Jordi?

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—Ahora mismo necesitamos otro CEIP en Santa Eulària, que ya cuenta con los terrenos y se llamará Es Faralló, y también es necesaria la ampliación del centro de Sant Carles, que se está trabajando en ello, así como en el Quartó del Rei. En Vila, también se está trabajando en la ampliación del instituto Isidor Macabich y está proyectado el nuevo instituto, cuyo terreno está a punto por parte del Ayuntamiento. En Sant Antoni y Sant Jordi no es tan urgente, pero sí que figuran en el plan de infraestructuras para 2023, pero seguramente será para la próxima legislatura. Estamos trabajando en estos proyectos porque la población escolar de Sant Jordi y Sant Antoni no ha crecido tanto como en Santa Eulària. Y también en Cala de Bou creció mucho, pero ya está en marcha el centro de Ses Planes, afortunadamente. Y en Formentera, con la doble línea del nuevo colegio de Sant Ferran, ahora tenemos un respiro para atender las necesidades educativas en los próximos años.

¿Cree que la iniciativa del PSOE y Podemos para llevar al Parlament por la vía urgente la creación de un nuevo instituto en Vila se debería reproducir en otros municipios que necesitan nuevos centros?

—Lo que pienso es que desde que detectamos que se necesita una escuela hasta que se puede inaugurar pasan muchos años. Ibiza, a excepción de estos dos años de pandemia, siempre ha tenido una gran presión demográfica y la seguirá teniendo porque seguirá llegando gente nueva. Y la Administración, es verdad que es lenta, por lo que me parece una buena idea priorizar la construcción de infraestructuras educativas y sanitarias para dar la mejor respuesta a la ciudadanía. Las inversiones se han de agilizar y a veces los trámites son muy lentos.

En este arranque de curso, sin incidencias destacables a pesar de la pandemia, parece que los alumnos ya se han acostumbrado a las mascarillas, a las distancias...

—Han sido un ejemplo, y lo llevan mejor que muchos mayores.

¿Cree que se deberían ir relajando estas restricciones a lo largo del curso?

—No me atrevo a decirlo. Yo siempre respetaré lo que digan los expertos de la conselleria de Salud. Lo que digo es que el curso pasado, con unos protocolos estrictos, funcionó relativamente bien. Y por eso este año el primer trimestre hemos recomendado seguir igual, con un poco menos de distancia que antes pero con mascarilla. Hay que respetar lo que diga Salud, y si queremos seguir teniendo las escuelas abiertas hay que seguir con la mascarilla y con las medidas recomendadas, y así lo haremos. Y ahora nos llegarán purificadores del aire para todos los centros.

¿Pueden realizar los centros algún tipo de seguimiento sobre los alumnos que se han vacunado?

—De esto se encarga Salud. Nosotros recomendamos la vacunación, por supuesto, pero estos datos los tiene Salud. Como le decía, nos han dicho que de 12 a 16 años hay un 60% vacunados y de 16 a 18 están cerca del 70%.

En una reciente entrevista, la presidenta del Consell Escolar de Baleares abogó por rediseñar la ESO y potenciar itinerarios formativos como la FP. ¿Está de acuerdo?

—Totalmente. Estamos trabajando ahora para potenciar la Formación Profesional porque es muy necesaria. Ahora saldrá una nueva ley de FP más específica porque se ha visto que para el futuro, tanto en Baleares como en el conjunto de España, se necesitan más jóvenes de FP. La educación y las empresas tenemos que avanzar juntos en cuestiones como la formación dual, que funciona muy bien en Alemania, Austria o el País Vasco, por ejemplo, y es el futuro porque los alumnos pueden hacer prácticas en empresas mientras se forman. Estamos estudiando la forma en que se puedan crear distintos itinerarios para tratar de evitar asimismo el abandono escolar, que en las Pitiusas se produce porque muchos se van a trabajar a la hostelería, donde encuentran empleo a pesar de no estar titulados. Los empresarios también deben pedir que sus empleados estén cualificados para dar un mejor servicio. Y luego hay necesidades reales con los cursos de formación digital, informática o robótica, mucha innovación y creatividad que se necesita fomentar, además de la hostelería. No todos los chicos quieren ser cocinero o camarero. En la finca de Can Marines también impartimos clases de agricultura y náutica. Hemos de dar respuesta a lo que demandan la sociedad y las empresas.

¿Cree que se está avanzando en el área de la educación inclusiva y la formación específica del profesorado?

—La inclusión es un objetivo en el que trabajamos, pero es verdad que hay que seguir dando pasos para mejorarla. Este año intentamos que todos estén en aulas ordinarias en infantil y que vayan teniendo formación específica con los especialistas. Sí tenemos profesores formados, pero en el bolsín de interinos faltan especialistas en pedagogía terapéutica. Esperemos que este año haya más, pero hemos de cambiar también la metodología y la organización de los centros y aulas. Hay metodologías que favorecen esta inclusión y hay otras que la dificultan, como una clase magistral.

Los expertos hablan de la necesidad de impartir una educación integral con una metodología basada en competencias más que en materias académicas, lo que permitiría evitar el fracaso escolar.

—Esto va mejorando cada año. Estamos avanzando bastante. Justo antes de la pandemia, que lo paró casi todo, se avanzó mucho en innovación en los centros, con talleres y diferentes metodologías para mejorar la formación por competencias, materias inclusivas, trabajo cooperativo, etc. Hubo bastantes mejoras, sobre todo en los colegios, pero en los institutos también se está haciendo poco a poco un camino más innovador, y también en cuanto a la educación emocional. Se está avanzando y con la pandemia hemos visto que era necesario. Ha habido alumnos con situaciones familiares muy complejas o que han perdido a un familiar, y en estos casos la educación emocional es muy importante.

¿Hay carga ideológica en la educación que se imparte actualmente?

—Sinceramente, creo que no. La educación no tiene que ser ideológica sino que tiene que abrirte la mente para ser una persona crítica. No creo que se intente transmitir una ideología, pero sí educar a las personas de forma integral y que sean capaces de afrontar los nuevos retos de esta sociedad tan cambiante. Queremos una educación con igualdad de oportunidades y con una equidad al máximo posible.

¿Se lleva bien con los sindicatos?

—Los respeto mucho, como a todos los equipos docentes y directivos. Ellos hacen su trabajo y nosotros intentamos colaborar todo lo que podemos para mejorar la situación de los centros.

¿Entonces este curso será más tranquilo que el anterior?

—Esperemos que sí. Fue muy complicado para todos, y también para vosotros los periodistas. Quiero agradecer a toda la comunidad educativa de las Pitiusas el gran esfuerzo que han hecho para mantener los centros abiertos, y también a los alumnos, que han sido ejemplares.