Juan López, ‘El Rociero’ fue el último torero en vestirse de luces en la plaza de Ibiza. | Toni Planells

La plaza de toros de Ibiza es un espacio que ha pasado al recuerdo más por los eventos musicales que se celebraron allí, sobre todo el de Bob Marley en 1978, que por las jornadas taurinas.

Sin embargo, aparte de conciertos históricos como el de Marley, veladas de boxeo, cine e incluso circo, en la plaza de toros de Ibiza, que estaba ubicada en la calle Pedro Francés, en frente del hotel Royal Plaza, también se celebraban corridas de toros. La última de ellas tuvo lugar el 25 de septiembre de 1985, y el último de los toreros en lidiar en esa plaza fue Juan López El Rociero, en una jornada en la que ninguno de los diestros fue consciente de que esa iba a ser la última de las jornadas taurinas en Ibiza.

Juan López llegó a Ibiza en 1974 de vacaciones, por aquel entonces trabajaba en la prestigiosa ganadería taurina de Ignacio Sánchez Ibargüen. Como en tantos casos, esas vacaciones en Ibiza acabaron con la mudanza definitiva del sevillano nacido en la Puebla de Cazalla, su afición por la tauromaquia y la hípica iban en sus maletas. Tres años antes, en 1971, se había convertido en el campeón nacional de Acoso y derribo, una disciplina de la tauromaquia que consiste en voltear al toro, por parejas desde un caballo, con una pértiga llamada garrocha.

10 vacas de lidia por un caballo
Una vez instalado en Ibiza, López empezó a trabajar en la construcción como peón, «entonces no tenía medios para poder ejercer mi afición», recuerda. Pero al poco tiempo, Juan ya se había emancipado laboralmente creando su propia empresa de construcción, lo que, al cabo de unos años, le permitió comprar su finca, de unos 15.000 metros cuadrados en Cala de Bou a principios de los años 90.

Lo primero que crió en su finca fueron caballos, como buen garrochista su amor por este animal le llevó a tener hasta seis. No fue hasta 1995 cuando, para celebrar el bautizo de Macarena, la pequeña de sus cuatro hijos, entró el primer novillo en la finca de López en Cala de Bou para hacer unos pases en su fiesta.

Unos años después entró el grueso del ganado de lidia en la finca de López, cuando el empresario mallorquín Bartomeu Pons, también aficionado a la tauromaquia, le pidió uno de sus caballos para su hija. A cambio del caballo, Pons le ofreció a López una partida de diez vacas y un novillo, que provenían de la más que prestigiosa ganadería de Salvador Domecq. Este ganado de lidia, con la ayuda de Constantino Laroda y el entreno de Francisco Javier Martínez, se convirtió en el entorno perfecto para la preparación del hijo de Juan, Moisés, en su sueño para convertirse en torero. Sueño que duró algunos años antes de frustrarse, aunque Moisés sigue a día de hoy trabajando codo a codo con su padre en la finca de Cala de Bou.

El ganado de López llegó a reproducirse hasta llegar a contar hasta con 70 cabezas en algún momento, aunque a día de hoy cuenta con 20. «Tantas nacen, tantas salen», explica López a la hora de plantear cómo mantiene el límite de cabezas de ganado en su finca, que no deja de ser limitada a partir de cierto número de cabezas y no le queda más remedio que acabar mandando regularmente a algunas al matadero. Una carnicería de Ibiza valora su carne y se ha convertido en su principal cliente. Sin embargo, el fin de este ganado no es el de producción de carne, López deja claro que tiene el ganado «por afición», y que en algunas fiestas aprovechan para torear alguna de las vacas, por supuesto sin matarlas, en el tentadero que también tiene en la finca.

No son pocas las estrellas del toreo que pasan por la finca de López en sus vacaciones ibicencas. El propio Sebastián Castella muestra fotos en su Instagram toreando en la finca de Cala de Bou, Antonio Farrera, que nació en Ibiza. También son visitantes habituales de los ‘Toros de la Cala’ entre otros artistas taurinos el pintor Domingo Zapata, Aldo Comas y la actriz Macarena Gómez.

Otro gremio que también ha sido visitante asiduo de la finca de López es el del periodismo taurino, con nombres como David Casas y el mítico Manolo Molés que le dijo a López en una ocasión que «ser aficionado a la tauromaquia en Ibiza es como ser católico en China».