Un momento de la mesa de debate con profesionales y actores de la obra de teatro. | Marcelo Sastre

Los actores Max Pérez y Lucía Serra se pusieron este martes en Can Ventosa en la piel de dos jóvenes al borde del suicidio ante la atenta mirada de 3.000 adolescentes.

Ellos fueron los protagonistas de la representación de la obra teatral Norway.today, escrita originalmente por el dramaturgo checo Igor Bauerisma, y adaptada por la directora Nadia Banegas, del grupo de teatro Musicaldansa. Esta representación está basada en una historia real protagonizada por dos jóvenes que se conocieron en Internet y que viajaron juntos a los fiordos noruegos con el único fin de acabar con su vida. En la ficción el final es más abierto, pero lamentablemente en la vida real ambos terminaron finalmente suicidándose.

Y he aquí, precisamente, el principal objetivo de esta actividad promovida por el departamento de Bienestar Social del Consell d’Eivissa: hablar abiertamente del suicidio juvenil y poner en el centro del debate un tema tan necesario de tratar y abordar entre los más jóvenes.

No es para menos: el suicidio es la primera causa de muerte entre los jóvenes de edades comprendidas entre los 15 y 29 años, según los últimos datos de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio, de 2019. De ahí que en los últimos tiempos se haya extendido la expresión de pandemia silenciosa para definirlo.

Un éxito
Y la iniciativa fue un éxito. En la actividad de ayer participaron presencialmente alrededor de 350 alumnos de cuarto de ESO, bachillerato y módulos formativos y otros 2.650 alumnos, aproximadamente, la siguieron en línea desde los centros educativos.

La representación teatral estuvo acompañada posteriormente por una mesa redonda en la que, además de los actores, participaron la directora del Centro de Estudios y Prevención de Conductas Adictivas (CEPCA), Belén Alvite, el médico psiquiatra del Área de Salud de Ibiza y Formentera Miguel Ruiz Flores y la psicóloga del Área de Salud Desirée Guillén, que trabaja precisamente en el programa en el programa de atención prevención del suicidio en las Pitiusas.

Precisamente, ésta última lanzó a los adolescentes una de las frases más ilustrativas sobre la prevención del suicidio y cómo servir de ayuda a los casos que puedan surgir a nuestro alrededor: «El objetivo es matar el sufrimiento sin perder la vida». Y es que los principales autores que han escrito al respecto, en palabras de Ruiz Flores, «proponen el suicidio como la solución al problema de sufrir».

Tal y como explicó Guillén, «es importante tener en cuenta que la decisión está tomada en un momento de mucho malestar. Por eso, el trabajo a llevar a cabo no es prohibir la idea de suicidarse sino diluir el sufrimiento y transformarla».

Y la manera de hacerlo, según la psicóloga, es «afrontarlo con total normalidad». «Cuando era estudiante, tratar el suicidio me daba mucho miedo y me impactaba, pero con el tiempo te das cuenta de que no tiene por qué; solamente se necesita hablar y escuchar desde el corazón, con naturalidad».

En este sentido, desde su punto de vista, hay que evitar a toda costa uno de los prejuicios más extendidos sobre el suicidio, que es «que se hace por tal de llamar la atención».

Guillén insistió en que «hay que eliminar ese tipo de mitos, porque son los que provocan que pasemos por alto cuestiones tan serias». «Nadie se intenta suicidar por llamar la atención», insistió también el psiquiatra Miguel Ruiz Flores.

Ayuda
Por eso, ambos insistieron en lo importantísimo que es «pedir ayuda a familiares y a amigos, pero también en los institutos, donde ya hay protocolos y los orientadores están formados para acompañar en este tipos de casos». Porque lo más importante para prevenir el suicidio es la compañía, como bien explicó Guillén: «Necesitamos al otro. Hablar las cosas como alivio, compartirlo y ver que la otra persona te escucha y te comprende».

«Siempre hay cierta ambivalencia y dudas y ahí es donde nos tenemos que agarrar los terapeutas», añadió.

El psiquiatra Miguel Ruiz Flores recordó que, a través de las redes sociales, todos tenemos a mano espacios para pedir ayuda, tales como la plataforma Papageno, la Fundación ANAR, de ayuda a niños y adolescentes en riesgo, o el Teléfono de la Esperanza.