Uno de los okupas saluda desde la terraza de la residencia que habita actualmente. | Marcelo Sastre

Varias decenas de personas se encuentran habitando ilegalmente los alojamientos turísticos Punta Arabí, en es Canar (Santa Eulária). Marcan las dos de la tarde a la llegada de Periódico de Ibiza y Formentera allí y el silencio es protagonista. Apenas se observan un par de furgonetas al entrar, aparcadas frente a las viviendas.

Al adentrarse un poco más, se empieza a ver a gente. Muchos de estos ciudadanos no quieren decir sus nombres o ser fotografiados por temor a sufrir algún tipo de represalia. Al fin y al cabo, desde la marcha de Azuline y poco después de que Francisca Sánchez Ordóñez (Paquita Marsan o doña Paquita) retirase la empresa de seguridad, están okupando unos apartamentos que no son suyos y que, probablemente, tendrán que desalojar cuando el recinto vuelva a abrir.

¿Por qué lo hacen? Un italiano se ofrece a hablar. Dice que trabajó en Ibiza en 2019 de albañil, pero que la empresa cerró debido a la pandemia y se vio en la calle. También cuenta que, durante todo este tiempo sin funcionar, él, como otros, está aprovechando para vivir en este recinto «porque es mejor que hacerlo en el bosque».

Su integración en el poblado marcha bien. Asegura que alrededor de 150 personas se encuentran viviendo en el lugar ilegalmente, pero que, entre todos, están limpiándolo, porque estaba «lleno de mierda», y arreglando los desperfectos de las casas, gran parte de las cuales estaban «encharcadas» debido a las lluvias. Él lleva alrededor de dos meses en los alojamientos turísticos y su hermano vive justo debajo de él. Se queja de que no reciben ayuda de organizaciones como Cáritas o Cruz Roja, sino tan sólo algo por parte de los servicios sociales, que ahora le están pagando un curso de albañilería en la ciudad de Ibiza.

La mayoría de estos alojamientos no disponen de cocina. Sus ocupas usan camping gas. Se esfuerzan en mantener limpias las casas. Así, otro italiano, Franco S., ha desinfectado su vivienda con amoníaco. «Está todo limpio, porque tengo 60 años y quiero mantenerme higiénico», manifiesta a Periódico de Ibiza y Formentera. «No hay una caca en el suelo ni nada roto», añade este okupa, quien asegura que vivía en una tienda de campaña hasta que hace una semana alguien le dio las llaves de su nueva casa.

Imagen de uno de los okupas en su casa actual. Foto: Marcelo Sastre.

Cuenta que tampoco él fue siempre así, que en los años 70 era «socio» de Pocholo y que habla seis idiomas, pese a lo cual «nadie» lo contrata. Ha llegado a dormir a la intemperie, pero ya no quiere «más calle ni limosnas», sino tan sólo «vivir dignamente». Por eso, explica, han «echado» a algunos alcohólicos y drogadictos que habían okupado algunas casas. «No los queremos», afirma con rotundidad.

En ese momento, otro okupa se asoma al tejado de la vivienda que habita, saluda y ofrece un «picoteo». A simple vista, nadie hablaría de un ambiente raro, peligroso, sucio o incívico, protesta deslizada por algún vecino cercano a esta urbanización.

Un «lujazo»
Parte de las casas de estos alojamientos turísticos fueron vendidas a particulares. En una de ellas, muy próxima a estos tres okupas, se encontraba una pareja haciendo sus labores cotidianas. Comentaba que el recinto «está tranquilo, aunque un poquito de tranquilidad sí que han quitado», al tiempo que reconocía haber oído hablar de «alguna bulla» y que a veces se encuentran excrementos de los perros de los okupas. Pese a todo, ellos, «en principio», no se sienten en peligro. De hecho, se han trasladado a esta casa –es propiedad de la abuela de la chica–, además de para «evitar» que la okupen, porque es un «lujazo» residir allí.

Asamblea para decidir sobre asuntos básicos
La organización de los okupas es, en muchos sentidos, comunal. Este domingo está previsto celebrar una asamblea donde se tratarán como puntos principales los arreglos de la zona –el jueves, sin ir más lejos, una tubería perdía agua y la avería fue reparada– y la comprobación del tipo de individuos que están habitando las viviendas. Como repitieron numerosas veces los erigidos en portavoces con Periódico de Ibiza y Formentera, el grupo no quiere a «gente mala» como «alcohólicos y drogadictos».