Un momento de la presentación del informe, ayer, en el Consell d’Eivissa. | Daniel Espinosa

El pasado 2020, año del inicio de la pandemia, supuso para Ibiza un respiro en materia de sostenibilidad, provocado en gran parte por la casi inexistente temporada turística. No obstante, el primer golpe de esta larga crisis provocada por la Covid-19 no repercutió en mejoras de eficiencia energética, ya que Ibiza registró un retroceso en la generación de energías limpias.

Tan solo un 1% del total de la energía producida en la mayor de las Pitiusas procedió de fuentes renovables. Es más; lejos de mejorar, los datos todavía son menos alentadores si tenemos en cuenta el consumo final que se hizo de este tipo de energías, ya que no logra sobrepasar el 0,18% del cómputo global.

Lejos
Estas cifras vienen recogidas en el último Observatorio de Sostenibilidad de IbizaPreservation presentado ayer en el Consell d’Eivissa y distan mucho del objetivo de alcanzar una proporción de energías renovables del 35% el año 2030 que contempla la Ley de Cambio Climático y Transición Energética.

A este ritmo resulta, a día de hoy, utópico lograr las metas necesarias a corto y medio plazo para revertir las consecuencias del cambio climático.

Por esta razón la directora de IbizaPreservation y coordinadora del Observatorio de Sostenibilidad, Inma Saranova, aprovechó para poner sobre la mesa una propuesta que sería capaz de revertir de pleno esta situación.

«Solamente aprovechando los tejados de edificios urbanos para instalar placas fotovoltaicas se podría generar el 52% de toda la demanda de energía eléctrica de la isla de Ibiza», afirmó Saranova. Además, la directora del Observatorio añadió que «poniendo placas en el 2% del área rural abandonada esta cifra alcanzaría más del 90%».

Calidad del agua
Pese a la frenada en seco del turismo y gran parte del tráfico marítimo durante el confinamiento y los meses posteriores, el Observatorio de Sostenibilidad evidencia un empeoramiento de la calidad de las aguas de baño de Ibiza durante el primer año de pandemia.

«El deterioro en la calidad de las aguas de baño ha sido continuo en la última década y el parón del COVID no hizo que la situación cambiara para bien», señalan desde IbizaPreservation.

De hecho, la organización compara los datos de 2010, 2015 y 2020 y aprecia una evidente disminución gradual de la calidad de las aguas de baño en Ibiza.

Según explicó la técnica de la Alianza por el Agua, Inés Roig, «en el año 2010 la totalidad de las aguas analizadas fue clasificada como excelente, pero con el tiempo esta calidad ha ido menguando a lo largo de la década».

Ya en 2015 fueron 38 puntos de muestreo los que presentaron aguas excelentes, mientras que en 3 espacios las aguas fueron clasificadas como buenas. Un lustro después, señalan desde la organización, solo en 26 puntos de muestreo las aguas se calificaron como excelentes, 12 puntos de muestreo ofrecieron aguas buenas y tres mostraron aguas de calidad suficiente.