Los Reyes Magos recorren el municipio de Sant Josep con lluvia de caramelos. | José Ramón Ponce

Sant Josep ha celebrado la –quizá– más especial de las cabalgatas de la isla este año en las Pitiusas. Para empezar, el despliegue de personajes antes de las carrozas de Melchor, Gaspar y Baltasar tuvo un poco de todo: un total de 40 personas de séquito entre acróbatas, malabaristas en triciclo, zancudos, hadas y niñas con paraguas girando.

Alrededor de 300 personas copaban la calle Pere Escanellas, la avenida principal del pueblo, y, lo más curioso de todo: los Reyes Magos, a diferencia de otros municipios, se hartaron de lanzar caramelos por doquier. Los niños –y los no tan niños– se agachaban lo más rápido posible a recogerlos; no querían aguardar la normalidad esperada al año que viene.

Foto: Irene Arango.

Marga Marí y Sergio Cardona, acompañados por sus hijas Mar y Zoé, no contaban con ello sino tan sólo con que las niñas pudieran ver a Sus Majestades. A un ciudadano belga que iba con su mujer y su hijo pequeño, Nicholas Delangha, no le parecía un problema el reparto. Según dijo, «el coronavirus no está en los caramelos». Por cierto, que, además de al suelo, los caramelos caían sin cesar en las cabezas de los allí presentes. Afortunadamente, eran blandos ya que se trataba de gominolas.

Ofrenda en la iglesia

Al llegar al final de la calle, Sus Majestades de Oriente entraron en la iglesia, y presentaron sus ofrendas al Hijo de Dios, acompañado por San José y la Virgen María. Una vez allí, con otras 200 personas dentro, aproximadamente, Melchor, de pie frente al atril, dio un sentido discurso navideño.

Foto: Irene Arango.

Tras el parlamento, los Reyes Magos salieron de la iglesia saludando a todo aquél que esperaba en la puerta y retornaron al principio de la travesía, eso sí, con la satisfacción de haber concedido felicidad a los más pequeños. Y a los no tan pequeños

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