La pequeña Aymara ha protagonizado este miércoles un nacimiento de película. Su nombre de origen inca significa 'renacimiento, la que vuelve a nacer' y, en base al relato de su padre Wilson Macas, Aymara le va a la pequeña como anillo al dedo.

Reyna, de 32 años, acababa de regresar de la calle y comenzó a sentir dolores cada vez más intensos. El problema es que el alumbramiento fue tan rápido que no le dio tiempo de acudir al hospital Can Misses. Wilson no tuvo más remedio que asistir el parto siguiendo las indicaciones telefónicas que le iban dictando desde el 061.

"El bebé estaba a punto de salir y de un momento a otro ya estaba fuera. Le rompí la bolsa para que pudiera respirar. Con las uñas la rompí porque no tenía nada a mano", explica Wilson.

Desde fuera del dormitorio, sus otros dos hijos, de siete y tres años, intentaban no perder detalle del nacimiento de su hermana.

De inmediato, Wilson colocó a Aymara sobre la madre, aunque notó que a la pequeña le costaba respirar y que "estaba morada, pero reaccioné y le quité el cordón y ahí recuperó la respiración. Fue todo tan rápido que no puedo decir si fue el peor momento, pero menos mal que supe reaccionar". En ese mismo instante llegó el 061.

"Cuando salió fue un alivio, el poder tenerla ahí. Cuando llegaron los médicos, grité y dije: ya está", explicaba esta mañana el emocionado padre.

Tanto Reyna como Aymara ingresaron en Can Misses poco después, aunque mamá y pequeña se encuentran en perfecto estado. Aymara pesó 3.120 gramos. "Reyna no se lo cree. Dice que es como la lotería, que pasa de vez en cuando", añade también el padre.

La pareja, que lleva residiendo en Ibiza desde hace más de 20 años, esperaba que la pequeña naciera mañana, cuando Reyna salía de cuentas.

Ambos han explicado cómo en uno de los anteriores partos tuvieron que esperar horas y horas hasta que el bebé llegó al mundo. "Mi mujer dice que es mejor un parto corto, pero no en casa", insiste Wilson, quien recuerda que el nombre de Aymara es un homenaje a su madre fallecida hace unos años.

Otro bebé con prisa por nacer fue Lian, que vino al mundo el pasado 10 de enero sin conceder tiempo a los padres para llegar al hospital. De hecho, vino al mundo en lo que tarda un ascensor en bajar varios pisos.

Ashi había comenzado a sentir contracciones, y cuando se disponía a salir de su casa para dirigirse al hospital, rompió aguas nada más entrar en el ascensor. Unos pisos más abajo, Lian llegó al mundo.
La fortuna quiso que en aquella ocasión una vecina fuera enfermera, por lo que la sanitaria pudo realizar una primera valoración del bebé y de la madre. Esta última aseguró que había sido una experiencia "inolvidable", aunque reconoció haber pasado miedo y haber estado "muy asustada", principalmente cuando se encontraba en el ascensor y, en cuestión de segundos, notó cómo la cabeza de su hijo estaba fuera.

Misma enfermera en dos partos precipitados

Los nacimientos de Lian y Aymara tienen algo en común: ambos fueros asistidos por la enfermera del SAMU 061, Estrella Leal.

Esta profesional estaba de guardia en la noche del miércoles y fue una de las sanitarias que acudió a la vivienda de Wilson y Reyna para atender a la mamá y al bebé: "Me encantan los partos y lo vivo como un servicio gratificante. Sales muy contenta de poder ayudar en un momento tan especial".

Estrella reconoce la labor del técnico regulador que fue capaz de guiar a Wilson desde la central. También destaca el ambiente "bonito y familiar" que se encontró en la casa de Aymara. "La mamá estaba eufórica, muy colaboradora", ha explicado la sanitaria.

"Por desgracia, nos llaman para situaciones más penosas o angustiosas. En el caso de Aymara, vimos a unos papás felices, eufóricos. Después de ello, acabas el turno contenta", concluye.