Maxi Castilla y Martín Monroy. | Marcelo Sastre

A priori los uruguayos Martín Monroy y Maxi Castilla son muy distintos. El primero es bajito, delgado, rubio y un delantero de los de hacer muchos goles. El otro es defensa central, moreno, alto y corpulento. De esos que marcan al contrario hasta aburrirlo y una referencia a balón parado. Sin embargo, los dos han nacido en Montevideo, Monroy en el barrio Centro hace 32 años y Castilla en Bella Italia hace 27, y les une, además del mate y el balón, su pasión por la literatura.

Estos dos jugadores del Regional de la Unió Esportiva Sant Josep son dos ejemplos que no abundan en el fútbol actual. Maxi Castilla siempre anda con libros de poesía en su mochila y aprovecha cualquier momento para escribirla. Martín Monroy, en cambio, prefiere la narrativa y el análisis a través de artículos en los que habla del fútbol y de la vida en general.

Foto: Marcelo Sastre.

Además, a ambos les une un nombre en común, el de Agustín Lucas, un ex defensa central uruguayo que pasó por distintos equipos de su país con gran éxito destacando también por su faceta literaria, cultural y comprometida con la sociedad. «Yo descubrí la literatura con 14 años, cuando era un pibe que jugaba en Miramar Misiones en Montevideo, pero mi relación con él se remonta a cuando coincidimos en Primera División en este equipo y empezó a invitarnos a eventos de poesía que nos engancharon tanto que, gracias a él, hicimos locuras como irnos todo el plantel a Argentina para asistir a la presentación del libro de cuentos Pelota de Papel que habían escrito algunos grandes futbolistas argentinos como Mascherano, Sorín o Aimar», recuerda Castilla.

En el caso de Monroy fue con 17 años cuando hablando con él reparó en que tenía que buscar una alternativa al mundo del fútbol por si las cosas no iban como él deseaba. «Lucas siempre hablaba con nosotros, nos insistía mucho en que nos formáramos, que leyéramos y tuviéramos otras inquietudes y así comencé a a frecuentar el bar de uno de los clubes más humildes, añejos y con más sabor de Montevídeo, el Guruyú Watson, que por entonces era solo de baloncesto y allí descubrí un maravilloso mundo de las letras que nunca más me ha abandonado».

Foto: Marcelo Sastre.

Con el tiempo, ambos siguieron caminos separados en el mundo del fútbol llegando a ser rivales en un campo de fútbol. Después, tras algunas vueltas, gracias a las gestiones de Pablo Rodríguez, los dos acabaron coincidiendo en la Penya Esportiva Sant Jordi cuando el equipo jugaba en Regional. Y en aquel vestuario y ahora en el del UE Sant Josep comenzaron a brotar letras, poemas y reflexiones en torno a un fútbol moderno «en el que nadie te prepara para el día de mañana». Incluso, hace unos meses no dudaron en organizar un festival de poesía en el bar del campo del fútbol que probablemente se repita próximamente ante el gran éxito que tuvo.

«No paramos de escribir»

Mientras, ambos, no han parado de escribir. Maxi Castilla vive «agarrado un libro de poesía» y escribe versos «en cualquier rincón, incluso en la Línea 8 de autobús». Se confiesa un enamorado de este mundo y anima a todo el mundo a que se atreva. «Es algo maravilloso que te transmite una energía que no se puede explicar y por eso a todos mis compañeros de vestuario les digo que no hay que tener miedo, que cualquier cosa vale para ir empezando y compartirlo, porque al final unos versos o unas reflexiones plasmadas en un papel nos hace mejores».

Foto: Marcelo Sastre.

El actual defensa central del equipo naranja concibe la poesía «como una magnífica manera de transmitir lo que pasa a nuestro alrededor» siguiendo la premisa del conocido poeta uruguayo Leandro Gabilondo quien asegura «que en la poesía siempre hay que estar igual de atento que un portero de handball». De hecho, para este seguidor de Benedetti, Galeano o Cortázar, la poesía le genera «la oportunidad de ir a otro ritmo distinto al de este mundo, percibiendo lo más bonito de todo lo que me ofrece» y por ello última una recopilación de sus versos para intentar publicar su primer poemario al que titulará Entre algodones, botines y corazones.

Por su parte, Monroy ya tiene experiencia como colaborador en Periódico de Ibiza y Formentera y en la revista Túnel de su Uruguay natal. En su caso la narrativa le ocupa su vida, leyendo todo lo que cae en sus manos como, por ejemplo, el libro Mágico González: El genio que quería divertirse de Marco Marsullo y ahora mismo, mientras asegura con una sonrisa que está «a dos episodios de viajar mañana mismo a Cádiz», está preparando su primera novela en la que contará la historia de un joven del interior de su país que, «inspirado por la figura de su madre, decide recorrer miles de kilómetros para probar en un equipo con todo lo que eso conlleva de dejar a tus amigos, tu familia y empezar una nueva vida sin saber que va a pasar». Mientras todo poemario y novela llegan, Maxi Castilla y Martín Monroy seguirán compartiendo balón, vestuario, botines, mate y por supuesto letras y la ilusión de «que otro tipo de fútbol es posible».