Teresa Marí, educadora ambiental del GEN, se dirige a una veintena de participantes durante la visita guiada de ayer. | Marcelo Sastre

«Soy de Ibiza y nunca había pasado por estos caminos», reconocía Fran Tur, una de las participantes en la visita guiada a Ses Feixes des Prat de ses Monges.

Unas 20 personas pudieron ayer descubrir lugares recónditos de esta gran extensión de terreno en Ibiza. Con motivo de la celebración del Día Internacional de los Humedales, el Ayuntamiento de Vila organizó esta visita guiada en coordinación con el Grup d’Estudis de la Naturalesa.

[Visita guiada a ses Feixes des Prat de ses Monges por el Día Internacional de los Humedales, en imágenes.]

La educadora ambiental del GEN, Teresa Marí, logró contagiar a los excursionistas el interés por esta desconocida zona. Cómo ha variado la morfología de la costa en los últimos años, los valores históricos de Ses Feixes o los detalles de su sistema de riego, «único en el mundo», formaron parte de las explicaciones de Marí.

Todo comenzó en época musulmana, hacia el siglo X, cuando los habitantes de la Ibiza de aquel momento descubrieron una excepcional forma de regadío. Aquellas personas comprobaron cómo el agua quedaba estancada en este extenso valle que estaba «permanentemente encharcado». Así, se pusieron manos a la obra e idearon la manera de aprovechar esa agua que bajaba de las montañas, transformando Ses Feixes en terrenos cultivables.

Para ello, crearon un complejo sistema de canales que, a su vez, sirvieron para delimitar cada feixa o campo de cultivo. Cada parcela estaba atravesada por un sistema de fibles, unos pequeños canales subterráneos comunicados entre sí, lo que permitía mantener los cultivos permanentemente regados.

Según la educadora, las feixes quedaron en desuso hace unos 60 años, con la llegada de la actividad turística a la isla.

Durante el recorrido, los asistentes se toparon con varios portals de feixa, algunos en mejor estado que otros, y que se convirtieron en su día en el único punto de acceso a las parcelas de cultivo, permitiendo también a los agricultores preservar sus verduras y hortalizas de manos ajenas. «Es una construcción que sólo vemos aquí, por lo que es muy importante que se hayan conservado. Algunas han sido arregladas e incluso tienen timbre», comentó Teresa Marí.

Abandono
Para la educadora del GEN, es de lamentar el abandono que sufre en la actualidad este terreno, que esconde numerosas infraviviendas y basura de todo tipo. Al estar en desuso el sistema de regadío, ello ha provocado que vuelvan a salinizarse las tierras, perdiéndose especies animales y vegetales. «Poco a poco se va perdiendo todo», reconoció.

Uno de los participantes en la visita, Vicente Torres, destacó que «todavía hay muchos puntos desconocidos en la isla porque sólo nos dedicamos a lo que viene de fuera». Por ello, se animó a participar ayer en este recorrido. En su caso, recordó también cómo su padre había trabajado en Ses Feixes, por lo que Vicent era de los pocos que ya conocía el terreno.

«En otras ciudades, los humedales están mucho más cuidados y arreglados. Son más fáciles de visitar y son más accesibles», declaró Torres.

Otro participante, Pep Miquel, reconocía «no conocer demasiado» Ses Feixes des Prat de ses Monges, por lo que se preparaba para descubrir los valores de este emblemático lugar.

Fran explicó cómo su hijo le había dicho que era probable que durante el recorrido se encontrara con «muchas lavadoras y basura». También expresó su interés en ver qué especies animales podían habitar en este humedal.

Jordan y su hijo Héctor de nueve años no era la primera vez que visitaban el lugar. Su afición por la fotografía les ha llevado a recorrer estos terrenos en más de una ocasión. Jordan, de hecho, lamentó que «queda mucho por hacer porque en Ses Feixes hay mucha suciedad y falta de mantenimiento, y visitas así son importantes para concienciar a la gente de que tenemos en Ibiza un gran paraje».

En el paseo, los participantes se vieron sorprendidos por un pequeño incendio declarado en uno de los asentamientos chabolistas descubiertos durante el camino. Fue el claro ejemplo de la habitual realidad de una zona que esconde grandes valores naturales e históricos y, al mismo tiempo, un sorprendente y triste abandono.