Marina Ribas. | Marina Ribas

La joven dietista ibicenca Marina Ribas de 32 años de edad es de esas personas que transmite pasión por su trabajo. En cada frase, cada palabra o cada consejo demuestra que le encanta lo que hace, derrocha conocimiento sobre alimentos, dietas, estilo de vida y, sobre todo, lo que tiene que ver con Ibiza. Ahora, una mezcla de todo ello se podrá encontrar en Recetas ketomediterráneas, editado por Larousse Editorial y en la que ella ha hecho todo, desde las recetas hasta las fotografías que las ilustran, y que supone el debut en el campo editorial de esta experta en nutrición que actualmente pasa consulta en Clínica Centrum de Santa Eulària y en la clínica de la doctora Yasmin al Adib en Ibiza. El 12 de mayo llega a las plataformas digitales y a las librerías de España.   

La primera pregunta es casi obligada. ¿Qué es la dieta keto?

—Es un método muy popular para adelgazar ya que, fundamentalmente, se basa en una dieta rica en alimentos de origen vegetal y baja en carbohidratos, lo que viene muy bien para compensar el estilo de alimentación que llevamos en una sociedad que siempre va corriendo. Se busca el aumento del consumo de grasas de buena calidad, haciendo que sea un 70% aproximadamente, para conseguir que nuestro cuerpo funcione con lo que se conoce como cuerpos cetónicos, derivados de la quema de grasas en el hígado.

¿Por qué que se ha puesto tan de moda actualmente?

—Realmente es una dieta que aunque empezó en los años 20 del pasado siglo fue en los setenta cuando se descubrió su fin terapéutico al encontrar los beneficios que aportaba a niños con epilepsia refractaria. Además, con los años se ha ido comprobando, con evidencias científicas, que puede ser muy útil para personas con diabetes, Alzheimer e incluso algunos tipos de cáncer. Algo que demuestra el poder que pueden llegar a tener algunos alimentos.

¿Cómo la descubrió usted?

—Por mi marido, que es diabético tipo 1. Ahora forma parte de su vida diaria junto a la insulina y hemos descubierto que tiene unos beneficios tremendos para su salud.

Habla de grasas. Hay quienes son muy contrarios a ellas.

—(Risas). Es que hay muchos tipos de grasas. En esta dieta están permitidos alimentos como los frutos secos, la mantequilla, los huevos, el aceite de oliva virgen extra, el pescado azul, unos huevos o la verdura. Lo que no está permitido es la pasta, la bollería industrial o los panes.Algo que para muchos supone un drama pero, que al final, si cambiamos nuestros hábitos, no es tan grave.

Aún así hay quien dice que es una dieta aburrida.

—En absoluto. Todo es como lo plantees. Con una dieta keto se puede comer panes elaborados con otras harinas y aunque no hay tubérculos hay muchas opciones que lo sustituyen. Te puedo asegurar que se puede hacer una vida normal porque, entre otras cosas, al estar basada en grasas es muy saciente y quien la usa para adelgazar no tiene la sensación de hambre (Risas).

¿De eso habla precisamente en su libro?

—Sí. Planteo 80 recetas en las que fusiono esta dieta con el estilo de vida y de alimentación mediterránea. Hay de todo, desde platos tradicionales de Ibiza a otros más comunes, postres e incluso repostería. Todo para demostrar que la dieta keto es totalmente accesible a todo el mundo.

Eso es cierto. Se ha atrevido hasta con un roscón de Reyes…

—¡Claro! ¿Por qué no? Somos personas normales que pueden disfrutar como el resto del mundo con sopas, salsas, cremas o con un buen plato de calamares rellenos de sobrasada, un pastel de roja o unas albóndigas con salsa de los pebrassos tradicionales de Ibiza.

El roscón de reyes, receta que aparece en su libro.

Son 80 recetas. Con esto es difícil que se haga repetitivo…

—Es lo que he intentado. (Risas) Que no sea rutinaria con panes, masas, sopas, cremas, aderezos, verduras, huevos, carnes de todo tipo, pescado, marisco o postres.

¿Postres? Suele ser lo primero que quitan de una dieta.

—(Risas). Es que no todos los postres son malos. Los hay, como los que propongo en el libro, que están hechos con harinas como la de almendras. Pero eso sí, es recomendable que su consumo no sea diario porque al final siguen siendo bombas calóricas.

En su libro hace una defensa de los productos de la isla y de proximidad. ¿Tan importantes son para nuestro día a día?

—Sin duda. No hay nada mejor que consumir productos de temporada en lugar de lo que viene envasado. También es muy bueno ser conscientes de lo que tenemos cerca y aprovecharlo porque en ocasiones se apuesta por el aceite de coco cuando en el Mediterráneo tenemos un maravilloso aceite de oliva o por la kinoa olvidándonos que en el Delta del Ebro se cultiva un arroz que es de lo mejor del mundo.

¿Cómo ve la apuesta cada vez mayor en Ibiza por este tipo de productos?.

—Muy positivo aunque es complicado comprar todo lo necesario. Además, todo lo que sea comprar o cultivar lo nuestro será mucho mejor que comprar algo que viene envasado o en una bandeja. Además, si nos atrevemos a crear nuestro huerto en casa también tendremos la satisfacción de comer algo nuestro y ayudaremos a cuidar nuestro mediambiente. Lo malo es que en ocasiones no le damos valor suficiente a lo que tenemos a nuestro alrededor.

Su libro se llama Dietas ketomediterráneas. ¿Hasta donde influye la vida mediterránea en la alimentación?

—Muchísimo. Somos unos tremendos afortunados por haber nacido en este lado del mundo y eso algo que tenemos que valorar y potenciar. El sol, el mar, las relaciones que aquí tenemos con las personas… eso no se tiene en ningún lugar del mundo y por supuesto afecta a nuestra dieta. Es lo contrario de lo que se vive en las grandes ciudades donde todo se hace corriendo, sin control y sin pensar lo que se come. Solo poniendo parches para ir tirando a base de procesados.

Eso está muy bien. ¿Pero como se puede dar el paso para cambiar?

—Poco a poco. Yo siempre recomiendo eliminar todo lo que sea ultraprocesado, los alimentos ricos en azúcar o las grasas de mala calidad y apostar por una dieta con verduras y grasas y proteínas de alta calidad que se pueden conseguir con productos que están al alcance de todos nosotros.

¿Y dedicar más tiempo a la cocina?

—Eso sin duda. Con el feminismo se han avanzado muchas cosas, entre ellas, la de alejar a la mujer de la cocina como si este fuera el único lugar donde pudiera estar, pero también nos hemos ido alejando de los platos de toda la vida que necesitan de mayor elaboración. Entiendo que en nuestra sociedad donde normalmente se llega machacado a casa cuesta ponerse a los fogones pero sería positivo que reconsideráramos volver    a aquellos hábitos para tener una alimentación más rica y saludable.

¿Ayuda el planificar las comidas?

—Claro. Eso es muy bueno porque con ello no lo hacemos todo a la carrera y sin conocimiento.

¿Cómo se puede aplicar esto a las familias que tienen niños?

—Creo que es tan fácil como apostar por un plátano o una fruta en lugar de por un bollo envasado que compramos en un supermercado. Tampoco es tan difícil incluirles un buen trozo de queso en la mochila.

Lo malo es que en muchas ocasiones somos los adultos los que no damos mucho ejemplo…

—(Risas) Es cierto. Cuando alguien me viene a la consulta a pedirme consejo siempre les digo que todo pasa por revisar ciertos hábitos de casa y ser nosotros los que dejemos ejemplo. Ser nosotros los que en casa tengamos el frutero a la vista para evitar caer en la tentación de ir al armario a comer galletas.