Emilie Rivas, Carolina Escandell y Santiago Marí tras la reunión. | Arguiñe Escandón

Poner a la administración al servicio del menor que ha sufrido abusos sexuales en vez de que sea el menor abusado el que se deba someter a la administración. Es el objetivo que se busca con la puesta en marcha en Ibiza del sistema Barnahus (Casa del Menor), un método ideado en Islandia que busca crear entornos seguros para los niños y reducir sus intervenciones como víctimas en el procedimiento policial y judicial.

El acuerdo para avanzar hacia la implantación de este método se alcanzó este viernes en la primera reunión presencial desde el inicio de la pandemia de la Comisión Interdisciplinar de Menores, integrada por representantes del departamento de Menores del Consell d’Eivissa, de las concejalías de Bienestar Sociales de los cinco ayuntamientos de la isla, de policías locales, Ministerio Fiscal, Guardia Civil y asociaciones vinculadas con la atención y protección de los menores.

En la reunión también se abordó el Diagnóstico del Plan de Infancia insular.

Barnahus

Tras la reunión celebrada este viernes, las administraciones implicadas en el sistema Barnahus inician el proceso de diagnóstico que desembocará en su puesta en marcha dentro de dos o tres años, según informó la consellera de Bienestar Social y Recursos Humanos del Consell, Carolina Escandell.

El Consell pondrá los medios físicos para llevar a cabo este proyecto Barnahus que impulsa Save the Children en España y que actualmente sólo está implantado en Tarragona.

La responsable de Barnahus España, Emilie Rivas, explicó que el proceso actual de investigación de los abusos sexuales a menores provoca una «victimización secundaria» del niño al tener que revivir una y otra vez una situación traumática a lo largo de los años que dura el proceso.

Con el sistema Barnahus se crea un entorno seguro y amigable en un espacio fuera de los circuitos administrativos (un piso o una casa) al que se desplazan las partes implicadas en el proceso para reducir el nivel de estrés y ansiedad que provoca en el menor una situación ya de por sí traumática.

Los lugares en los que se ha implantado este sistema han triplicado el número de denuncias por abusos sexuales a menores. No porque haya aumentado la comisión de este tipo de delitos, explicó Rivas, sino porque aflora una realidad que generalmente se esconde por vergüenza, con lo que el abusador acaba quedando impune y el menor que ha sufrido abusos debe afrontar en solitario el trauma.

En otros casos, a pesar de que la familia tiene conocimiento de esta realidad, decide no someterse a un proceso judicial que dura años e implica una herida importante a nivel emocional en la víctima y su entorno.

La consellera agradeció el acuerdo que se había mostrado en la reunión entre las instituciones implicades para avanzar con decisión a la puesta en marcha de Barnahus.