Sa Caleta se encuentra en el municipio de Sant Josep, cercana al aeropuerto, y es una de las calas preferidas tanto por locales de la isla como por turistas. | Arguiñe Escandón

La playa de es Bol Nou, también conocida popularmente como sa Caleta, es uno de los lugares preferidos por locales y turistas.

Ubicada en el sur de la isla, pasado el aeropuerto, encontramos esta tranquila y descansada cala rodeada de acantilados de tierra rojiza que la dotan de una intimidad especial.

A diferencia de otras playas cercanas, como ses Salines o es Codolar, es una cala de pequeñas dimensiones: tan solo 180 metros de longitud y 10 metros de ancho. Por ese motivo, se llena rápidamente, especialmente los fines de semana.

«Antes era una playa principalmente de vecinos de Sant Jordi. Hoy en día abunda el turista», explicó Alvi, dueño de Ast Arte, una pequeña tienda de accesorios situada al principio dela cala. Este «exargentino», así se considera él al llevar más de 40 años en la isla y criar aquí a su familia, ha visto la transformación de esta pequeña cala.

Ubicación y restos fenicios

«Todos vienen a sacarse la foto en el hueco. Han subido la ubicación y eso hace que vengan toneladas de gente», contaba mientras ordenaba unos bolsos de la tienda. «Pasó también con sa Pedrera, un lugar que era de hippies y muy difícil de encontrar. Pusieron la ubicación y está lleno de extranjeros», puntualizó.

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Uno de los atractivos y curiosidades de sa Caleta es que en ella se albergan los restos arqueológicos de un antiguo poblado fenicio asentado en el siglo VIII a.C y que, tras 50 años, se trasladaron y desarrollaron lo que se conoce hoy en día como la ciudad de Ibiza.

Actualmente, es una de las postales más icónicas de la isla. «Nadie pregunta por el poblado fenicio o su historia. Solo preguntan por el ‘agujero para la foto’», señaló Jordi, propietario del único restaurante homónimo de la cala: Restaurante Sa Caleta. Este local lleva asentado desde 1988 y, a diferencia de muchos otros de la zona, no es estacional y se mantiene abierto todo el año. Anteriormente al restaurante que regenta Jordi se encontraba uno de menores dimensiones situado en las casetas de pescadores.

Por suerte, al estar ubicado dentro del Parque Natural de ses Salines y por sus dimensiones, no se ha construido en exceso. Incluso, el pequeño puesto de Alvi tiene que ser desmontado cada noche, un «lastre pero también un seguro para que no caiga en ser una playa llena de puestos».
De hecho, entre las actividades que se prohíben explícitamente al llegar a la playa son las motos acuáticas o jet skis. Algo muy común en otras calas de Ibiza.

Podríamos considerar que es una de las playas que intentan mantener la esencia y la tranquilidad, aunque su popularidad se haya disparado los últimos años. En su costa de arena fina y aguas cristalinas pueden verse especialmente familias con niños practicando esnórquel o simplemente disfrutando del baño.

«Siempre aprovecho mi día libre para venir a sa Caleta con los niños. No hay oleaje y es poco profunda», señaló Cristina, vecina de la zona. Para Tomás, uno de los socorristas de la cala, es una playa «muy tranquila, aunque por la tarde más ajetreada y pueden verse grupos con música».

Además de la zona de arena, Sa Caleta también cuenta con embarcaderos, tanto a la derecha como a la izquierda, por los que mucha gente opta si quiere un extra de tranquilidad.