Imágenes de la misa de este viernes. | Arguiñe Escandón

Que la patrona de Ibiza sea la Virgen de las Nieves cuando en la isla se vive uno de los veranos más calurosos de los últimos tiempos, es un dato anecdótico que han comentado este viernes numerosos vecinos minutos antes de acceder a la Catedral para participar en la misa de fiesta.

Quienes desafiaron las altas temperaturas destacaban que, al fin, tras dos años de pandemia, la total normalidad volvía a las celebraciones puesto que ya no eran requeridas ni las mascarillas ni las distancias de seguridad.

María de las Nieves, balladora de la Colla de Vila, explicaba cómo había comenzado a prepararse sobre las 15.00 horas, cuatro horas antes de la misa. A pesar del esfuerzo y del terrible calor, reconocía que el de este viernes «es un día muy emocionante». Bajo su vestido, la balladora lucía 10 rifacus y «como mi majora falleció el pasado año, he querido ponerme una réplica del traje que utilizó en el día de su boda. Ella también se llamaba María, así que hubiera celebrado su fiesta».

Obreros de todas las parroquias de Ibiza, también procedentes de Formentera, esperaban con ilusión hacer su entrada en el templo. Toni, desde Can Bonet, manifestaba que «la fiesta de la patrona de Ibiza no se celebra todos los días, así que venimos con ilusión».

Debido a la pandemia, los obreros han recordado este viernes cómo llevaban varios años sin poder participar en la misa de fiesta a causa de las restricciones. «Lo cogemos con más ganas y más calor», bromeaban.

Foto: Arguiñe Escandón.

También la comunidad ucraniana, luciendo prendas tradicionales y con el padre Demetrio integrado en la curia pitiusa, participó en la misa de fiesta. Galia, una ucraniana residente en Ibiza, aprovechaba los minutos previos al inicio de la misa para encender varias velas y pedir por la paz en su país.

«La cosa va mal. No se ve el final», explicaba con lágrimas en los ojos.

Esta mujer recordaba también cómo todavía tiene a muchos familiares en el país y lamentaba el sufrimiento de tantos niños que permanecen en la zona de conflicto. Acompañada por una prima recién llegada de Ucrania, Galia destacaba cómo la mujer se asusta cada vez que escucha en Ibiza las sirenas de una ambulancia o de un vehículo policial.

A las las 19.00 horas y luciendo sonrisa, entraba en el templo el obispo de la Diócesis pitiusa, Vicent Ribas. El prelado señaló que, en esta ocasión, estaba acompañado por el canciller del Arzobispado de Valencia, un sacerdote que nació el mismo día que él y en el mismo año y con el que había compartido estudios.

En su homilía, Ribas repasó la figura de Santa María, la «madre de todos los ibicencos y formenterenses» y a quien «debemos pedir luz y fuerza». También destacó la importancia de que un 8 de agosto de 1235 las tropas catalanas reconquistaran Ibiza puesto que se restableció la fe cristiana en la isla y se devolvió a los ibicencos el «tesoro más grande, que es la fe en Jesucristo».

Calor y corbatas

Aunque llegó luciendo corbata, el conseller de Movilidad y Territorio, Josep Marí Ribas Agustinet, no tardó en quitarse este complemento debido a las altísimas temperaturas. Tras escuchar algunas bromas sobre el poco caso que había hecho a la recomendación del presidente Pedro Sánchez, Marí aseguró que «estoy mirando y, si nadie lleva corbata, creo que me la quitaré». Dicho y hecho.

«Siempre que he tenido un cargo público, me ha parecido que el día de Santa María es una fiesta muy señalada en Ibiza y, por tanto, casi siempre he estado en los actos que se celebran», explicó también Agustinet.

Otros responsables políticos insulares hicieron caso omiso a la recomendación de Sánchez. El presidente del Consell d’Eivissa, Vicent Marí, el alcalde de Sant Antoni, Marcos Serra, o el senador José Vicente Marí Bosó aguantaron estoicamente las temperaturas sin quitarse la corbata.

Un año más, el alcalde de Vila, Rafa Ruiz, fue el único primer edil de la isla que no acudió al acto religioso.