Flores y berenjenas en el mercado de la Cooperativa de Sant Antoni. | Toni Planells

Entre los puestos de los mercados tradicionales, el de flores es uno de los que el paso del tiempo ha venido mermando. No es difícil encontrar a cualquier veterano de los mercados más antiguos que atestigüen la presencia de este tipo de oferta y de los aromas que desprendían estos puestos antaño, con una gran variedad de especies cultivadas en las propias tierras de los productores.

En el mercado de la Cooperativa de Sant Antoni todavía queda algún resquicio del cultivo floral en el campo ibicenco. Un cultivo ecológico que tiene su papel más allá del meramente decorativo.

Así lo atestigua Maribel, que en su puesto, junto a una gran variedad de productos ecológicos, luce un pequeño ramo de flores. «Son cosmos», apuntaba Maribel, a la vez que explicaba que «son flores que se siembran entre los cultivos, de manera que ayudan a la fauna auxiliar a favorecer la polinización y poder obtener más fruto. Es algo que se había hecho siempre y que ahora se está recuperando por parte de las fincas ecológicas». Además de cosmos, Maribel enumeraba otras especies de flores que, de manera tradicional, formaban parte de los cultivos ibicencos: «Clavelmoro, alyssum, llevama (caléndula)...»

También en el mercado de la Cooperativa de Sant Antoni, Linda, de la finca ecológica El Camino junto a su socia, Blanca, también se dedica al cultivo ecológico de flores. Este viernes lucían ramos de lisanto, a 15 euros el ramo, pero también cultivan otras flores como velo de novia o perpetuas. «Un payés del mercado de Santa Eulària, Juan Luis, nos ofreció unas semillas. Allí empezamos, desde entonces hemos ido haciendo distintos cursos de formación y buscando distintas semillas de distintos lugares», explicaba Linda.

«Es una novedad dentro de la Cooperativa. Hay muy poca gente que siga haciendo flores de manera ecológica. Las flores que encuentras por ahí son de invernaderos de Holanda o de otros países», apuntaba Juan Antonio Prats, gerente de la cooperativa, quien además subrayaba el mérito de esta pareja de campesinas a la hora de apostar por este tipo de cultivo: «Se lo han currado mucho, tanto Linda Como Blanca, se han estado formando mucho en este sentido».

«No es algo que compre mucha gente» reconocía Linda respecto a la venta de flores mientras vendía algunas de sus berenjenas a Sara. Sara se hizo con unas berenjenas blancas «para hacer una especie de paté de berenjena: baba ganoush. Para no tener que encender el horno (con el calor que hace), prefiero hacerlo con la sartén. Primero la pongo con sal, para que saque toda el agua, y después lo doro en la sartén con un hilito de aceite». Linda apuntaba que «la berenjena blanca es mejor para hacer este plato: es más dulce y melosa. Además, tiene menos semilla. Es una variedad catalana».