Xisco Sobrado.

Oceanógrafo de profesión, Xisco Sobrado (1983, Palma de Mallorca) desempeña su labor en el Gen-Gob desde 2015. Entre sus proyectos, anualmente realiza un importante estudio sobre el estado de las praderas de posidonia en la bahía de Talamanca.

Acaban de presentar los resultados del estudio sobre el estado de las praderas en Talamanca.
—Es un trabajo que realizamos desde 2019. Son cuatro años con una serie de datos que recopilamos de forma ininterrumpida utilizando métodos de buceo científico para comprobar el estado medioambiental de las praderas de posidonia oceánica. Hemos podido constatar en este tiempo que el porcentaje de posidonia muerta en la bahía de Talamanca es muy elevado. Como media hablamos del 40%, pero hemos identificado tramos en los que se llega al 80%, un dato muy elevado. Controlamos otra zona, Cala Roja, y allí la posidonia muerta oscila entre el 15 y el 18%, un porcentaje muy diferente en relación a Talamanca donde existen presiones ambientales como el fondeo y los muertos que cada año se instalan en diferentes zonas de la bahía.

¿Con qué objetivo se impulsó este interesante estudio?
—Es un trabajo que realizamos conjuntamente con el Ayuntamiento de Ibiza. Ya en 2014 realizamos un diagnóstico ambiental de Talamanca para cuantificar el número de embarcaciones fondeadas en la bahía y determinar cuántas estaban sobre posidonia. Presentamos el informe de manera pública y celebramos reuniones con el Consistorio que, paralelamente, trabajaba en el proyecto de regulación de fondeos en la zona. Nuestra idea era tener una foto cero de Talamanca para que, al empezar la regulación, se pudiera comprobar si ésta es efectiva a la hora de mejorar la calidad ambiental de la bahía.

En años anteriores también habían hecho balance del estado de Talamanca. ¿Hay diferencias importantes entre un estudio y otro?
—Lo que estamos viendo es que no se ha recuperado la pradera desde que comenzó el estudio, aunque para ver evidencias claras necesitas unos diez años y nosotros llevamos cuatro. Lo que sí hemos visto es que las praderas donde realizamos los muestreos no se recuperan e, incluso, parece que tienden a retroceder, aunque no aparezca esta conclusión a nivel estadístico. En nuestras parcelas de seguimiento, donde colocamos unas estructuras fijas, hemos visto cómo cuatro o cinco de estas parcelas han sufrido serios impactos de embarcaciones. Ello ya nos da una idea de la situación que hay en Talamanca.

¿El problema es que no se adoptan medidas o que éstas no son efectivas, viendo los preocupantes resultados del informe?
—En verano Talamanca funciona como un puerto natural, con muchas embarcaciones que no atracan en Vila y se quedan allí. Hablamos de barcos de grandes dimensiones. Esto genera un gran impacto sobre las praderas que, al mismo tiempo, se incluyen en el Decreto de posidonia como zona a regular y de alto valor. Por tanto, el propio Decreto fija unas acciones para recuperar las praderas como balizar zonas específicas o regular mediante fondeos de bajo impacto. Nosotros, incluso, apelamos a una reducción importante en el número de embarcaciones. Mientras no se apliquen estas medidas, cada año las praderas seguirán retrocediendo y sufriendo estos efectos. Además, existe el vertido de salmorra por la zona de Illa Plana que aboca directamente sobre la pradera, en un punto donde la posidonia ya ha muerto. Los barcos pasan allí la noche, el verano, y mucha gente tira sus aguas residuales que acaban en la bahía. La calidad del agua empeora y perjudica las praderas.

Es decir, el problema es de la Administración que no termina de implantar medidas de regulación de los fondeos.
—Costas es la entidad con competencias y debería dar prioridad a esta zona para impulsar la recuperación de la bahía.

¿Tampoco en los años del Covid, con menos turismo, se notó mejoría alguna?
—Justo antes del verano tuvimos el confinamiento y la calidad de las aguas mejoró, aunque a partir de julio o agosto de aquel año se recuperó turismo y, además, una de las cosas que se puso de moda fue el turismo náutico. Tuvimos un boom de turismo náutico, así que todo lo que se pudo recuperar en aquellos meses, se perdió. Si hubiera una temporada sin presión antrópica sobre las praderas, éstas se recuperarían y esa es la buena noticia, que el ecosistema tiene capacidad natural de regeneración.

¿Qué otros temas le preocupan como coordinador del área marina del GEN?
—Tenemos otras estaciones de seguimiento en diferentes puntos de Ibiza para realizar análisis y comparativas y lo que vemos en los últimos años es un aumento de la presión del turismo náutico, además del tema de los emisarios o los vertidos. Con este incremento de la presión es difícil poder recuperar los ecosistemas. Se puede regular Talamanca, pero es posible que las embarcaciones se desplacen después a otro lugar y provocaremos presión ambiental e impactos en otras zonas que ahora pueden estar bien conservadas. Lo que veo muy importante es conseguir una reducción de las embarcaciones que visitan las Pitiusas. Sería una herramienta muy importante.

Es difícil combinar esa protección de los fondos marinos y el turismo.
—Tenemos que trabajar para lograr esa reducción. Hay que partir de la base de que, para poder contar con actividad económica en Ibiza y Formentera, debemos tener en buen estado estos ecosistemas. Partiendo de esta base, es necesario reducir la presión que sufren las islas. No es algo opcional; es obligatorio y cuanto antes, mejor. No es fácil, pero es importante tener claro el concepto de que la naturaleza es lo que nos proporciona las condiciones para que las actividades económicas del ser humano puedan desarrollarse. Si perdemos la posidonia, la calidad ambiental de nuestra playas y nuestras aguas irá a menos.

Precisamente, el Govern quiere impulsar la electrificación del sector náutico. ¿Podría ayudar en la conservación de las praderas?
—-Entramos en otro ámbito. Si se quiere electrificar el sector con la cantidad de embarcaciones que hay y el incremento de barcos que nos visitan, no es factible. Esta electrificación debería ir acompañada de una reducción de las embarcaciones que vienen. Es muy importante.

¿Deben limitarse entonces el número de barcos y reducir el turismo náutico?
—Sí, hay que determinar que un ecosistema puede soportar un número concreto de personas y actividades -no solo de fondeos- y, sobre ello, planificar y regular. Hay que comenzar a reducir, ir bajando cifras porque, según creo, el 2022 fue un año récord en el número de visitantes. Si se hace poco a poco, es factible.

Porroig es otro de los puntos delicados en relación a la protección de la posidonia.
—Realizamos allí un estudio similar al de Talamanca, con una caracterización de los muertos en los fondos marinos. Existe un vacío legal para regular este espacio y gente con intereses se aprovecha de ello para hacer negocio. Es una razón más para que la Administración comience a regular estos espacios.

La mala depuración de las aguas vertidas al mar debe ser otro tema a solventar.
—El vertido de aguas mal depuradas afecta a la posidonia de una manera muy importante. Hay que recordar que la depuradora de Ibiza no cumple la normativa desde hace años y todas estas aguas vertidas al mar obviamente afectan a la salud de nuestros ecosistemas. Todo esto enlaza con lo comentado anteriormente: si en época estival tenemos una presión turística tan importante, se satura el sistema de depuración y, aunque vayas aumentando y mejorando estos sistemas, si cada año existe una mayor presión, nunca estaremos a la par. Lo que debemos pensar es que no podemos crecer de manera indefinida porque las islas son pequeñas y frágiles, así que hay que comenzar a decrecer el sector turístico.

¿Se está a tiempo de salvar Talamanca o se llega tarde?
—Sí. Los ecosistemas naturales tienen mucha capacidad de recuperación y son muy resilientes y Talamanca, aunque sea una zona muy impactada, todavía tiene posidonia. Estamos a tiempo y es una necesidad porque las praderas son vitales para mitigar los efectos del cambio climático. Protegiendo y recuperando la bahía, estaríamos contribuyendo a la vez en la reducción de los efectos del cambio climático. Ganamos por todas partes.