Un aula vacía de un centro de Ibiza. | Toni Planells

«Estoy alerta todo el día, pendiente de lo que sucede en clase para que entre los propios alumnos no se griten ni se insulten. Si la clase dura una hora, apenas queda tiempo para poder ofrecer al estudiante una formación de calidad», señala el docente interino de un instituto de la ciudad de Ibiza, que prefiere mantener el anonimato. Este hombre, que ha llegado al centro educativo a través de un contrato de sustitución para cubrir una baja de un mes, explica que los colegios e institutos se han convertido en auténticas «guarderías» para estos estudiantes que sólo asisten a clase «a pasar el rato».

Una situación que, según este profesor, está afectando de forma muy negativa al rendimiento académico del resto de alumnos que sí quieren aprender. «Los estudiantes más conflictivos consumen más energía y, desgraciadamente, no puedes llegar a todos los alumnos de la clase como te gustaría», explica este hombre en plural, puesto que la situación vivida por este docente es una realidad que viven desde hace tiempo muchos de los educadores de la isla. Sin ir más lejos, un compañero de este interino, que lleva toda la vida ejerciendo como profesor de instituto, adelantó que la ineficiencia de este sistema educativo te hace perder la vocación poco a poco y que no descarta dejar de dar clases en el instituto. «Con los años hemos visto un gran cambio en la forma de enseñar y educar. No sé en qué momento hemos pasado de ser profesores a convertirnos en meros cuidadores», lamenta este docente veterano.

Por su parte, la maestra y tutora de Primaria de un colegio de Ibiza C. R. indica que muchas de las aulas cuentan durante las clases con un refuerzo educativo o un apoyo especializado, pero son figuras profesionales destinadas exclusivamente al alumnado con necesidades especiales. Es el caso de la figura «imprescindible» del ATE (Auxiliar Técnico Educativo) que, según esta maestra, se centra en planes educativos personalizados para estos estudiantes y no pueden estar pendientes del resto de alumnos.

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En este sentido, pese a que la isla de Ibiza apuesta por una educación inclusiva, los centros educativos llevan meses denunciando a la Conselleria la falta de ATEs que, además de trabajar con el alumnado con discapacidad, permitan reforzar en el aula al profesor durante las clases y, así, facilitarle el desarrollo de su labor formativa.

«Se habla siempre de inclusión de los alumnos con discapacidad en los colegios ordinarios, pero para conseguirlo con garantías es necesario disponer de estos especialistas desde el principio», puntualiza una maestra de un colegio de Vila, que ha trabajado en diferentes centros de la isla, resaltando que las sustituciones para cubrir estos puestos no se efectúan desde que se registra la baja médica sino más tarde.

«No puede ser que estas aulas no dispongan de un auxiliar técnico educativo desde el principio. Está muy bien que la Conselleria quiera presumir de educación inclusiva, pero una persona especializada tiene que estar siempre con estos estudiantes. No entiendo por qué no se abre inmediatamente la bolsa de sustitución de esta categoría para reemplazar al técnico que está de baja como sí se hace en Sanidad», puntualiza esta maestra haciendo hincapié en que un sistema únicamente podrá ser plenamente inclusivo y de calidad si garantiza la atención de cada alumno según sus características personales. En esta misma línea, subraya que la ratio de profesionales por número de alumnos con necesidades educativas especiales en los centros de Ibiza es insuficiente e indica que para la mayoría de docentes, especialmente interinos, este año de trabajo ha sido un «largo camino por la supervivencia».