La calle Periodista Francesc Escanellas atraviesa 200 metros del barrio de ses Figueretes. Desde la rotonda que da acceso a Vila hasta prácticamente la orilla de la playa de Vila, cruzando las calles Navarra, Galicia y Astúries, esta calle dedicada al fundador del primer periódico de la isla alberga distintos espacios muy distintos entre sí. Así, el ámbito turístico es la nota predominante en la zona más cercana al mar, mientras que el ambiente de barrio es el que se respira en su tramo norte.

Cristina es vecina de la calle desde hace dos años y para describirla le basta un adjetivo: «ruidosa». «Por la noche, no paran de pasar ambulancias que no dejan de despertarnos y durante el día hay mucho tráfico», argumenta la vecina, quien considera que «la calle está más o menos limpia». Sin embargo, reconoce que «vivo seis meses aquí y seis meses en Malta y la limpieza allí deja más que desear que la de aquí». Otra de las quejas de Cristina apunta a que «hay muy poco parking y, además, hay que pagar». En el capítulo de virtudes de la calle, Cristina apunta a que «además, tienes el mar aquí al lado y eso siempre es bonito».

Comparaciones

Carlos, tal como matiza, no es habitual de esta calle, «soy de Santa Eulària». Por comparación con su pueblo, Carlos considera que «no es que esté muy limpia, la verdad». El de la Villa del Río explica que «en comparación con Santa Eulària es verdad que esta está más sucia, pero no lo está más que el resto del barrio o de la ciudad de Vila». Sin embargo reconoce que «para ser sincero, es verdad que está mucho mejor de lo que estaba antes». «Además, de un tiempo a esta parte da la sensación de que es más segura que antes, cuando en esa esquina había un foco de prostitución en plena calle», apunta Carlos respecto a la esquina con la calle Galicia. Punto en el que sigue activo un local en el que un cartel anuncia The best girls of Ibiza. «Otra cosa que me gusta de esta calle es que es muy multicultural; te cruzas con todo tipo de personas de cualquier nacionalidad que te puedas imaginar», zanja Carlos.

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Nadia, de origen ruso, regenta uno de los negocios de esta calle desde hace ocho años, la lavandería Green Wash, y es un ejemplo de la multiculturalidad a la que se refería Carlos. «Hay marroquíes, senegaleses, moldavos, armenios, ucranianos, rusos como yo… ¡Y todos nos llevamos muy bien!», enumeraba Nadia. «Lo mejor de la calle es el vecindario», considera Nadia que entre risas reconoce que «siempre les acabo haciendo descuento a todos». En el apartado menos positivo de la calle, Nadia reconoce que «por las noches la gente deja bastante suciedad delante de mi local, pero yo procuro tener siempre limpia mi zona, igual que todos los locales de alrededor». «A partir de mayo hay mucho tráfico y apenas se puede aparcar, sobre todo a partir de las 11.00 horas», añade la responsable de la lavandería del barrio.

Cucarachas

Esther salía del gimnasio de Pilar, en la misma zona con un grupo de compañeras que consideraban que «es una calle animada, pero podría estar más limpia, además hay cucarachas por todos lados». «Es que está muy sucio, necesita un lavado de cara más allá del paseo», apuntaba Pilar que reconocía que «en la parte de más arriba, como no hay turismo, no se le hace tanto caso a la limpieza». Azucena apuntaba en la tertulia improvisada que «es un barrio que tiene mala fama pero, la verdad es que hace ya bastante tiempo que es una calle muy tranquila y con mucho ambiente de barrio y familiar, además de multicultural». Por su parte, Esther pone en valor que «las actividades que hacen en el Local Social», ubicado a pocos metros, en la calle Navarra.

Pedro lleva ocho años viviendo en la misma zona y asegura que «durante todo el tiempo que llevo viviendo aquí, no le puedo decir otra cosa que es una calle con muy buenos vecinos». «El único ruido que se escucha es el de los coches, pero eso es durante el verano, que está a tope, en invierno es muy tranquilo», explica Pedro.

Antonia tiene un negocio de consignas en la calle y explica que «por un lado es muy turística con los hoteles que hay abajo y, en la parte de arriba, es muy de barrio». «La verdad es que no está muy limpia y hay demasiado tráfico», apunta la comerciante mientras reconoce que «durante el verano es lo normal».