El calor y las torcaces, grandes amenazas para los viticultores de Ibiza. | ARGUI ESCANDON

Si en algo coinciden los viticultores de Ibiza es que el calor y las palomas torcaces son las grandes amenazas para sus cosechas. Bien lo saben en las Bodegas Can Rich, donde la vendimia se ha adelantado una semana por las altas temperaturas. Stella González reconoce que este año se están registrando parones de maduración, mientras que en 2022 las diferentes variedades pudieron recogerse una tras otra. «Empezamos en la finca de Can Llaudis, en ses Salines, con la variedad blanca: el moscatel y la malvasía. Allí lo recogimos todo del 24 al 29 de julio y en Can Rich empezamos el día 31. Es una semana antes de lo habitual», explica.

Curiosamente, aunque en 2022 la isla de Ibiza también registró temperaturas fuera de lo normal, la vendimia no tuvo que adelantarse. «Es posible que este año el calor haya hecho madurar antes la uva. La cantidad recogida es menor, sobre todo por el efecto de las torcaces», insiste González, quien lamenta que estas palomas se han comido hasta un 30% de la uva en la finca de Ses Salines. Los terrenos en la zona de Can Rich, en Sant Antoni, tampoco se libran del ataque de las torcaces. «Llevamos recogido menos cantidad, pero de muy buena calidad», insiste.

Ante esta amenaza, desde las bodegas consideran que poder cazar las palomas todo el año, y no sólo cuando se levanta la veda, podría ser una buena solución: «Es algo muy problemática y muy serio y que está afectando a todo el sector primario, no sólo a los viticultores».
Debido a todas estas incidencias, en Can Rich creen que no habrá más remedio que encarecer el producto. «Hay menos cantidad, aunque tenga más calidad, y después están todos los elementos que forman parte de la elaboración del vino, como los fitosanitarios, la luz o el gasoil», asegura.
Ya en 2022, según González, artículos como las botellas o los tapones registraron una fuerte subida de precios «y ya nos han comentado que este año va por el mismo camino».

A pesar de las dificultades, los caldos de esta marca llegan a diferentes partes del mundo: desde Holanda a Japón. «Hay un grandísimo esfuerzo detrás. Al final, los agricultores tampoco pretendemos hacernos ricos con nuestro trabajo, porque esto es algo vocacional, pero sí que tenemos que sobrevivir», concluye. En la bodega Ibizkus cuentan con fincas repartidas por casi toda la isla, lo que les ha permitido comprobar que la uva estaba «muy fatigada y falta de agua», aunque las lluvias registradas hace algunas semanas en zonas como Sant Josep han conseguido devolver cierto «equilibrio»a las vides.

«En general, todas las viñas son poco heterogéneas y encontramos la uva en diferentes momentos y de distinto tamaño. Creo que va a ser una vendimia un poco compleja, aunque éramos más pesimistas hace tres semanas», insisten.
Desde Ibizkus confían, por tanto, en una producción de gran calidad, «ya que de grandes cantidades no va a ser». Estos productores reconocen que las vendimias vienen adelantándose en los últimos años debido a los efectos del cambio climático, «aunque este 2023 se lleva la palma, siendo la uva blanca la que más sufre».

La invasión de torcaces, además, obliga a los productores a adelantar el trabajo y vendimiar un poco antes de lo previsto para evitar que las palomas se coman las uvas más maduras.
Otro problema añadido para esta empresa ibicenca es la falta de mano de obra, siendo «muy complicado» poder contratar este año a gente con experiencia.
Los responsables de Ibizkus recogieron el pasado año unas 67 toneladas de uva, mientras que en 2018 se llegó a las 110. Inicialmente, esta temporada prevén recoger unas 75 toneladas, «aunque por el tema de las palomas no estamos muy seguros», según concluyen.