La calle Conde Rosselló es una de las calles más céntricas e históricas de Vila. Sus apenas 100 metros de recorrido parten de Vara de Rey para desembocar en las mismas escaleras de la muralla para subir a Dalt Vila en el baluarte de Sant Joan. Conde Rosselló supone también una frontera física que separa Vara de Rey y el Parque del barrio de la Marina. Es en la parte este, la del barrio de la Marina, la que alberga el mayor número de comercios de esta calle. Al otro lado de la calle se encuentra la referencia definitiva a la hora de ubicarla a cualquier despistado: el teatro Pereira. Junto a las escaleras, echando de menos la pastelería Vadell, cuyo local ahora no es más que un almacén, podemos encontrar un restaurante y un local en el que tatuarse. Una constante en esta calle durante la temporada de verano es la presencia de turistas que recorren las calles ibicencas.

Toni vive en esta histórica calle desde hace casi dos décadas y es un veterano vecino de la ciudad. «Cuando era pequeño, los mayores del lugar nos explicaban que el agua del mar, en un día de tormenta, llegaba por esta calle hasta la muralla», rememora el vecino. Lo que lleva esta calle en la actualidad no es el mar durante las tormentas sino turistas durante la temporada. Mareas a las que este vecino responsabiliza del único punto negativo que se le ocurre respecto a su calle: «En verano hay muchísimo ruido hasta las tantas de la noche». «Hasta el mes que viene no podré dormir antes de la medianoche o la una de la madrugada», se queja mientras asegura que «una de mis vecinas ha decidido mudarse porque no podía dormir».«Por lo demás, y durante el resto del año, la calle es perfecta», matiza Toni.Bajo su casa trabaja Irfan en un restaurante por segundo año consecutivo. «Es el lugar más bonito de la isla», asegura mientras describe la calle como «un lugar con mucho movimiento, mucha gente y muchos turistas que, además, está siempre bastante limpia».
El Pereira Virginie lleva trabajando en una tienda de abanicos en la parte de la Marina desde hace tres años y coincide con Irfan en la percepción de limpieza en su calle. Virginie se muestra ilusionada con el futuro de esta calle: «¡Qué ganas de que abran el Pereira!»

Una de sus demandas, que narra entre risas, es «que abran una oficina de información turística en Vara de Rey, que la tienda se ha convertido en un centro de información: no hago más que indicar a los turistas cómo llegar a Dalt Vila». El reproche de Virginie se dirige a «esta gente, que aparca encima de la acera» mientras señala un furgón negro mal estacionado delante de su tienda. «Es una calle animada que, además, tiene unos vecinos maravillosos», zanja Virginie.

Una de sus vecinas es Elena, cuya tienda se mantiene en esta calle desde 1987 y también pone en valor la buena sintonía entre los comercios de esta calle. Respecto a la limpieza, Elena explica que «se está notando mucho el esfuerzo que están haciendo para limpiar: la calle está limpia», sin dejar de apuntar que «cada vez tengo que llamar más la atención a la gente cuando les veo que tiran las cosas al suelo teniendo una papelera al lado».

Noticias relacionadas

Coincidiendo con Virginie, a Elena también se le ilumina la cara a la hora de expresar su inquietud porque «por fin, vuelva la cultura a esta calle cuando terminen el Pereira que, además, estoy convencida de que lo van a hacer muy bien», añade la comerciante mientras acaba de atender a Tchekla.

Tchekla, además de clienta de Elena, es vecina de la zona y debate con ella sobre el futuro de la calle respecto a la inminente apertura del teatro, «espero que sea un lugar accesible para todos los residentes», añade la vecina. «Además, están haciendo las obras con mucho respeto con los vecinos», observa Tchekla quien reconoce que «es verdad que han hecho ruido; es normal, pero siempre lo han mantenido todo muy limpio y hay mucho control».

«Las hemos visto de todos los colores desde esta tienda», explica Carolina, que representa a la tercera generación de comerciantes en la joyería Afro. «Está mejorando mucho respecto a los últimos ocho años», explica la que también es miembro de la Asociación de Comerciantes de la Marina. «Cuando cerraron acceso a La Marina se notó un deterioro muy evidente en la zona», recuerda la comerciante que celebra que «por fin hayan abierto el acceso: tenemos clientes de otros pueblos que, por no poder aparcar, dejan de venir a Vila».

Otro de los puntos que Carolina pone en valor es «que haya un puesto de la Policía Local», ya que «nos da mucha tranquilidad, sobre todo a un negocio como el nuestro, que es una joyería». Sin embargo, Carolina no quiere dejar de subrayar que, «de lo mejor de la calle es que está llena de árboles y se puede pasear a la sombra».