Federico Grillo. | Irene Arango

Federico Grillo (La Guancha, 1973) está considerado todo un referente en la lucha y extinción de los grandes incendios forestales. Desde su cargo de director de Emergencias del Cabildo de Gran Canaria, este mismo verano gestionó en Tenerife la extinción del terrible fuego que calcinó más de 15.000 hectáreas.

—Usted es analista y estudioso del comportamiento del fuego.
—Un analista es un técnico que evalúa los riesgos de los incendios forestales y, sobre todo, se especializa en su comportamiento, adelantándose a lo que pueda suceder, antes incluso de que se produzca el fuego. Una vez generado, se estudia su potencialidad o hacia dónde va a ir y se proponen soluciones estratégicas.

—Se puede conocer entonces cómo será un incendio incluso antes de iniciarse.
—Sí. Normalmente estudiamos el territorio y conocemos la vegetación y orografía. Existen unas reglas y podemos saber si el fuego sube bien ladera arriba o si camina a buen ritmo en barranco. Hay un montón de factores que podemos llamar las ‘reglas del fuego’ que nos van a indicar el comportamiento. También, estudiamos si ha habido fuegos anteriores y, cuando se generan, tenemos en cuenta todas estas fotos, contando con una imagen actual para prevenir el movimiento que podrá tener en las próximas horas o días. Aquellos pequeños fuegos que se inician, sabemos si van a tener envergadura, con lo que podemos adelantarnos y mover más medios para combatirlos.

—En Ibiza ha participado en el III Encuentro de responsables municipales sobre la gestión de incendios forestales.
—Es tremendamente importante pensando en los grandes desastres que nos están azotando en verano. Es una empresa inmensa la que debemos desarrollar y nos vemos impotentes en muchas ocasiones. Hay que buscar socios, colaboradores y aliados en esa lucha contra el fuego y, según vamos viendo en las administraciones, las locales son las grandes aliadas de los vecinos y las que están en contacto con los propietarios, existiendo una gran cantidad de pequeñas estrategias a nivel municipal como son la concienciación del ciudadano, la limpieza de caminos o de las inmediaciones de las viviendas. Además, sobre todo, hay que actuar para eliminar esos posibles combustibles que se pueden acumular cerca de las casas y que se pueden retirar sin problemas. Es una gran ayuda para buscar la autoprotección de la ciudadanía y de los pueblos. Así, cuando haya un incendio, podremos actuar y centrarnos en apagar el fuego y no en proteger las viviendas, que es algo que nos roba muchos medios.

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—¿Ha notado diferencias entre la casuística que puede darse en Ibiza y en Gran Canaria?
—Tenemos muchas similitudes ambos archipiélagos como que se secan mucho en verano. Los dos sufren el calor y el aire seco del Sáhara y tienen unas masas forestales importantes, en el caso de Ibiza de hasta el 50%. Nos diferenciamos en la costa, donde se concentra gran parte de la población. La nuestra no es muy propensa a arder puesto que tiene poca vegetación. En Ibiza, sin embargo, sí llega la vegetación prácticamente hasta la playa. Otro factor común es la presencia de viviendas, con la peor situación de todas que es la vivienda aislada en mitad de masas forestales que arden en verano. Nosotros, además, tenemos una topografía muy abrupta que no nos permite subir las laderas y cuando el fuego se mete ahí, poco podemos hacer. A pesar de todo, el problema y el riesgo de grandes incendios es común.

—Este verano se han sufrido terribles incendios en países mediterráneos, en parte, debido al cambio climático. ¿El hombre puede actuar y lograr prevenirlos?
—Si tomamos conciencia del riesgo -porque no lo hacemos hasta que sucede- y pensamos que el cambio climático ya está aquí, algo se puede hacer. Las temperaturas han subido y los periodos sin lluvias son más largos. Por tanto, son factores a considerar, aunque hay otras cosas más. Tenemos también una mayor ocupación del territorio, con actividades de senderismo o similares en las que puede participar mucha gente. Con ello se pueden provocar chispas y, por ende, un incendio. También es muy importante el abandono del mundo rural. Antes, dependíamos de la agricultura y de la ganadería y ahora nos basamos más en el turismo, dejando de lado algunas costumbres. Precisamente, ahora se trata de potenciar la vuelta a la economía local, apostando por productos de kilómetro cero para recuperar sectores. Son estrategias que debemos aplicar si queremos revertir la situación que ya nos ha llegado y que estamos padeciendo todos.

—Ha hablado de la autoprotección, una práctica muy importante para prevenir fuegos.
—La obligación de la Administración es informar sobre los riesgos. Hay que crear conciencia y evitar esos riesgos. Poco a poco, iremos también creando una cultura sobre ello. Al mismo tiempo, cada uno debe tomar sus propias decisiones, también en las actividades que puede realizar. En nuestra propiedad, en nuestra vivienda, debemos tener también esa conciencia del lugar en el que vivimos.

—Usted ha tenido que afrontar grandes incendios, tratando con gente que lo ha perdido todo. ¿Uno se lleva después el trabajo a casa?
—La gestión en Emergencias es una preocupación constante. Antes del suceso en sí, conocemos los puntos débiles o estamos preocupados si hace mucho calor. En un incendio, lo principal es que no muera gente y nuestras primeras gestiones van encaminadas a salvar a la población, intentando que los daños sean mínimos. Al mismo tiempo, también sufrimos una carga emocional que puede aflorar después de varios días y te puede inundar una gran sensación de tristeza. Es normal, aunque tenemos nuestras propias terapias para descargar toda esa emoción. En países como EEUU se ha podido comprobar cómo se producen suicidios entre bomberos debido a la gran presión, aunque intentamos gestionarla lo mejor posible.

—¿Usted puede entender que alguien provoque a propósito un incendio forestal?
—La mayoría de fuegos son a causa de pequeñas negligencias debido a una falsa seguridad y a la creencia del ‘yo controlo’. Luego hay intenciones malévolas por parte de algunas personas, pero nunca he podido llegar a entender que una persona haga este tipo de actividad porque es algo que se le puede ir de las manos y puede hacer un daño tremendo.