Uno de los agujeros del emisario de Caló de s'Oli. | Salvem sa Badia

Ante la publicación de los presupuestos generales del Govern balear de 2024, que desglosan por islas los principales proyectos que acometerá la Agencia Balear del Agua (Abaqua), Salvem sa Badia solo puede lamentar la falta de inversiones en la red de saneamiento de la bahía de Portmany.

Según se ha difundido estos días, Abaqua tiene previsto invertir en Ibiza un total de 4,7 millones durante el próximo ejercicio, de los cuales 2,8 se destinarán a la construcción del nuevo emisario de la depuradora de Santa Eulària y más de 900.000 a la renovación de equipos de la vieja depuradora de Eivissa capital. El resto será para mejorar la desaladora de Santa Eulària y redactar un proyecto para ampliarla, renovar el ramal Este de la isla y redactar nuevos proyectos de abastecimiento, entre otras actuaciones. No existen alusiones directas a mejoras en el emisario de la bahía, una de las intervenciones más urgentes que se requieren, ni para hacer un diagnóstico de la situación actual de la bahía en relación al ciclo del agua u otros proyectos específicos vinculados a la red de saneamiento de la zona.

Ello a pesar de los graves incidentes ocurridos este verano, como son, por ejemplo, el cierre de las playas de es Pinet y Cala Gració en el mes de julio por presencia de bacterias E. Coli, y las riadas de aguas fecales que desembocaron en el mar durante las tormentas de agosto, cuando saltaron las tapas de las alcantarillas situadas en el tramo que une la zona de es Pouet con toda la costa de Cala de Bou.

Tampoco se puede olvidar el terrible episodio de contaminación que se inició a finales de septiembre de 2022, cuando se rompió una tubería general de la red de saneamiento a la altura de Caló de s’Oli, arrojando miles y miles de metros cúbicos de aguas fecales a la bahía durante semanas, que cubrieron todo el fondo y la pradera de posidonia de heces, toallitas y otros residuos contaminantes.

Uno de los problemas más graves que Aqualia debía solucionar y no se contempla en sus previsiones presupuestarias es la sustitución del emisario de la depuradora. Tiene 1.400 metros de longitud, pero la realidad es que, hace ya más de 12 años, se le practicaron cuatro agujeros a tan solo 500 metros de la costa porque se atascaron los difusores. Las aguas mal depuradas y en ocasiones sin depurar están acabando con la posidonia del entorno y contaminando el mar. El periodo de vida útil del emisario, según parece, caduca en 2025 y no ha traslucido que en 2024 se ponga en marcha ningún proyecto que posibilite su renovación.

Hay que señalar también que, en un momento en que los medios de comunicación alertan reiteradamente sobre el incremento de la construcción en Sant Antoni y el resto de la bahía, no se haya previsto ninguna medida para incrementar la capacidad operativa de una única depuradora, que proporciona servicio a todo este entorno y que en la actualidad ya se halla completamente sobresaturada.

A esta problemática recurrente, que, como decíamos, produce constantes episodios contaminantes que no solo afectan a la biodiversidad, sino que además proporcionan una imagen lamentable de la bahía de Portmany como destino turístico, hay que sumar otros muchos factores que siguen sin solucionarse de una forma efectiva.

Este verano nuevamente se ha producido un fondeo irregular masivo sobre la posidonia. A pesar de los esfuerzos de ‘Xarxa Posidònia’, del trabajo de ‘Es Voluntaris de sa Badia’ alertando a innumerables embarcaciones de la ilegalidad que estaban cometiendo y de alguna inspección realizada por parte de las administraciones, la temporada de 2023 será recordada por la gran presión de embarcaciones fondeadas. Muchas de ellas, además, chárter sin permiso para fondear y embarcar y desembarcar clientes, provisiones y combustible mediante los muelles de la bahía.

Esta situación ha generado una grave presión sobre la posidonia y el resto de vegetación bentónica. No podemos olvidar que la posidonia es la causante de que las aguas de la bahía sean transparentes, que mantiene la biodiversidad y que, además, evita que los temporales dejen las playas sin arena, entre otros beneficios. Sin una posidonia sana, el fondo de la bahía corre el peligro de convertirse en un erial de fango y lodo.

Sin embargo, no todo son malas noticias. Desde Salvem sa Badia reconocemos que la limitación de acceso al puerto comercial de buques con esloras superiores a los 65 metros, promovida por Ports de les Illes Balears, sí ha tenido efectos muy positivos sobre la bahía. La ausencia de ferris ha evitado el constante levantamiento de lodos del fondo, que enturbian el agua y entierran la posidonia, extendiendo su extinción desde el muelle comercial hacia el interior de la bahía.