El Bar Norte, ubicado en la calle Es Fornàs de Ca n’Escandell, es más que un bar para este barrio. Tras más de cuatro décadas atendiendo al vecindario de esta zona de Vila el Norte se ha convertido en el punto de encuentro en el de los vecinos de ‘Casas Baratas’.

«Yo no sé ni cómo se nos ocurrió comprar este solar», recuerda Catalina, «en ese momento, como no fuera para hacer leña, no sé para qué lo queríamos». La cuestión es que Catalina Roig y su marido, Vicent Ribas, decidieron abrir un bar y una tienda en el edificio que construyeron en el terreno que compraron junto a Joan, hermano de Catalina. «Hicimos la obra nosotros mismos, de punta a punta», añade Vicent.

«Le pusimos Norte porque mi marido decía que el bar miraba hacia el norte, aunque yo creo que mira más hacia el este», así argumenta Catalina el nombre de su establecimiento. «Entonces no había más bares en los alrededores que los de Ca s’Amasat, Can Tití y Can Cama», apunta Vicent mientras recuerda que «toda esta zona no estuvo asfaltada hasta finales de los ochenta, hasta entonces era un barrizal cada vez que llovía».

Así, el 14 de julio de 1980, el bar y la tienda Norte abrían sus puertas con una gran fiesta de inauguración en la que no faltó ninguno de sus vecinos. «Desde entonces estoy afónica», asegura Catalina Roig, que junto a su marido, Vicente Ribas, emprendió entonces este negocio que ya ha atendido hasta tres generaciones de vecinos de Ca n’Escandell. También son tres generaciones de la familia de Catalina y Vicent las que han atendido tras la barra de este bar emblemático del barrio de Ca n’Escandell.

A los 17 años

«Vicente ya trabajaba subido a un cajón de cerveza cuando era pequeño para poder llegar a la barra», explica Catalina respecto a su hijo, Vicente, que trata de corregir a su madre: «yo empecé a trabajar aquí a los 17 años». «Con 12 años ya me ayudabas» zanja Catalina mientras Vicente admite que «es verdad, cuando había mucho trabajo o cualquier cosa que hacer». Juan Antonio, el hermano menor de Vicente, también creció tras la barra del Norte y Lina, la tercera hija de Catalina y Vicent, es quien se ocupa de la tienda junto a Calero, su marido.

De esta manera, a día de hoy, sus dos hijos, Vicente y Juan Antonio, son quienes regentan el bar que emprendieron sus padres mientras Carmen, hija de Vicente, ya ha empezado a dar sus pasos tras la barra del negocio familiar. «Después de haber trabajado en el Aeropuerto, este año he decidido trabajar con la familia», explica Carmen que añade que «además, todos los clientes me han visto crecer». «Es el bar de toda la vida y me sabría muy mal que algún día se cerrara, ni mi hermano ni yo podríamos dejar que eso pasara», añade la representante tercera generación tras la barra del Norte. «No es que sea mi nieta, pero es que además lo hace muy bien», añade la orgullosa abuela.

«Como la tienda y el bar estaban uno a lado del otro, la gente venía los domingos al bar y aprovechaba para pedirnos alguna cosa de la tienda, así que decidimos abrir la tienda también los domingos», recuerda Catalina respecto a los inicios de su negocio. Con el tiempo, el espacio de esa tienda contigua al bar se convirtió en la cocina y el almacén del mismo cuando, según explica Catalina, «pudimos comprar el terreno de delante y construir allí la tienda más grande». «Antes, tenía que hacer las tapas en la cocina de casa, Vicent y yo nos levantábamos a las cinco de la mañana para tenerlo todo listo», añade Catalina. Las tapas siempre han sido la especialidad del Norte.

Centro neurálgico

Desde entonces, en Can Escandell ‘el Norte’ describe más que un negocio familiar, es una suerte de centro neurálgico del barrio en el que encontrarse vecinos y vecinas, ya sea tomando una cerveza o comprando el pan.

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«Hay quien dice que esto es el ayuntamiento del barrio y que yo soy la alcaldesa», admite entre risas Catalina antes de rechazar el puesto con un contundente «¡Solo me faltaría!».

«Podemos decir que nos ha ido bien, porque la tienda y el bar nos ha dado para que nuestros hijos puedan ganarse la vida y vivir todos bien», admite Catalina agradecida mientras reconoce que «el éxito de un negocio nos es tanto el trabajo que hacemos, es la fidelidad de los clientes».

Tal vez la humildad le impida reconocer el mérito de conservar la fidelidad. Como ejemplo de este mérito bien vale el recuerdo que comparte Catalina de cuando «un vecino vino un domingo a las once de la noche pidiendo un bocadillo y tuve que coger el coche para ir a por una barra de pan, esto lo hice muchísimas veces».

La familia también tiene recuerdos hacia quienes han pasado por la cocina del Norte, «Ana ha sido de lo mejor que hemos tenido, pero se ha marchado con su hija y ya se nos ha jubilado», recuerdan Vicente y Catalina sin olvidar a Luis «que fue quien se puso en la cocina desde que dejé de hacer yo las tapas y hasta que se jubiló».

Otro miembro fundamental de la familia del Norte es Nati, «lleva trabajando desde que tenía 16 años», asegura Vicente. «Han pasado 30 años desde que empecé a trabajar, pero es que aquí aquí vengo desde que era pequeña», añade la misma Nati, también vecina del barrio, mientras recuerda que «hay muchos vecinos que han muerto desde empecé, de esa época solo nos queda Carucha».

La más veterana

Efectivamente, Carucha (Carmen Muñoz) es la clienta más veterana del Norte, a sus 92 años «está todo el día en el bar, hablando con la gente, con su familia e incluso suele comer aquí», explica Nati.
Emilia también es una de las clientas más veteranas del Norte y suele desayunar con Carucha. Jose o Antonio también presumen de veteranía, entre risas y cervezas junto a la barra. Antonio asegura que «yo vengo aquí desde antes de que abrieran». «Yo llevo más de treinta años viniendo, somos familia y es que Vicente es mi yerno» asegura Jose.

Jose no es el único cliente en nombrar la palabra familia para referirse al bar Norte, «somos una piña» añade Toni que, como Javi, asegura que «hemos crecido juntos». «Mira que hay bares, pero hay algo que tiene el Norte que no lo encuentras en ningún lado», añade Toni.

Marga es otra de las familiares del Norte y asegura que «soy del barrio y llevo viniendo toda la vida» mientras desayuna.

Mientras Calero se toma un descanso del supermercado, Carmen y Andrés, que son cuñados, se toman una cerveza y aseguran entre risas que Nati les tiene manía «porque siempre le pido boquerones con la cerveza». Otro veterano, Ángel Santos, se une a la cerveza para, más enserio, que «es un placer que haya bares de barrio de toda la vida como el Norte».