Lola Penín (Nordlingen/Alemania, 1969) se enfrenta cada día a la realidad más dura de la ciudad de Ibiza desde la Concejalía de Bienestar Social. Trabajadora del Consistorio desde hace años, activista y fundadora de la Asociación Pitiusa por la Inclusión Educativa y Social (APIES) Penín dirige hoy uno de los departamentos más potentes del Consistorio. Y lo hace cargada de ideas pero también de humildad. «Si algún día me ven endiosada», asegura entre risas y en referencia a su equipo, «ya me bajarán». Su principal objetivo es que la inclusión esté a la orden del día en Ibiza y eso abarca mucho más de lo que solemos pensar.

— Lo de empadronar a personas vulnerables parece que no ha gustado al PSOE. ¿Por qué ha tomado esta decisión?
— Yo he estado mucho tiempo trabajando en el padrón y sé la dificultad con la que se encuentran las personas para empadronarse. Tanto el equipo técnico como yo hemos estado trabajando en unas instrucciones para pasarle a los trabajadores sociales y a las entidades sociales para que la gente no tenga que hacer 50.000 preguntas. El padrón se hará prácticamente como se ha hecho siempre. La persona irá al Ayuntamiento y pedirá poder empadronarse con los medios de que disponga. Aquí la dificultad es que no todo el mundo tiene un contrato de alquiler o no todos los propietarios quieren empadronar. Hay muchos problemas.

— Entonces, no hablamos solo de personas en situación de vulnerabilidad.
— Claro. Yo he visto casos de gente que ha tenido que pagar para poder empadronarse. El padrón es un derecho y una obligación. Es un trámite que abre el camino a otros muchos trámites. Ahora vamos a tener unas instrucciones claras. La gente irá a la oficina del padrón y llevará la documentación de que disponga para poder demostrar que vive en esa vivienda. Si la oficina ve que no es suficiente y esa persona está atendida por los Servicios Sociales, se derivará a ese departamento para que haga un informe confirmando que la persona vive donde dice vivir. En otros casos se derivará a las entidades sociales que atienden a esas personas. El padrón, además, tiene sus propios mecanismos para comprobar que las personas realmente viven donde dicen vivir. Se trata de facilitar las cosas.

— Esto se hace desde hace años en ciudades como Barcelona con total normalidad.
— Sí, se trata de que tengan un domicilio. A la hora de notificarles algo, ha de haber un sitio donde ubicarles. Tenemos el problema de la gente que vive en caravanas, que hoy están en Ibiza pero a lo mejor mañana se van a Santa Eulària.

¿Qué pasará con aquellos inquilinos a los que los propietarios de la vivienda impiden empadronarse?
— Si tienes un contrato de alquiler y yo vivo contigo, se piden cosas como la autorización del titular del contrato, recibos del alquiler, recibos de suministros como agua, luz y teléfono, de pedidos que lleguen a esa dirección… Se estudiará toda la documentación que puedan aportar para demostrar que viven ahí. Si la oficina cree que con eso no es suficiente, se puede derivar a Servicios Sociales para que informen. Y el propio padrón puede hacer las comprobaciones que crea pertinentes. No vamos a empadronar a todo el mundo sin hacer comprobaciones.

— Lleva ocho meses al frente de Bienestar Social. ¿En qué situación encontró esta concejalía cuando comenzó a trabajar en ella?
— Había mucho trabajo por hacer. Por ejemplo, nos encontramos que había 805 expedientes de arraigo y reagrupamiento familiar sin tramitar. O sea, todo el 2022 caducado. Los informes de la Policía Local que verificaban la situación que estas personas tenían que acreditar estaban caducados. Tuvimos que hacer un equipo de trabajo y tramitar a la vez los informes de 2022 y los de 2023 para que estos últimos no se caducaran. Logramos tenerlo todo al día a finales de octubre. Esto es algo muy importante para las personas migrantes. Sin esos informes, no pueden tramitar el NIE y, sin el NIE, no pueden tener trabajo. Al final, están haciendo trabajo precario, cobrando en b, sin poder acceder a ayudas estatales, sin poder reagrupar a sus familias… Esto, además, provoca saturación de trabajo en los Servicios Sociales porque como no tienen NIE son los servicios municipales los que tienen que ayudarles.

— ¿Le consta que se hubiera dado orden de paralizar estas gestiones?
— No. Lo que sí me consta es que cambiaron de departamento a la persona que tenía que realizar estas gestiones. La pusieron a organizar actividades para mayores en el Esplai. El puesto quedó sin cubrir. Las trabajadoras de Ponent iban haciendo pero no había personal suficiente. Lo que hicimos en esta situación fue ofrecer al psicólogo que se iba a contratar para cuatro meses este trabajo como técnico y lo aceptó.

— Como ciudad, ¿cuáles son los principales problemas de bienestar social que tiene Vila?
— El más grave es la falta de vivienda y los precios a los que está. Esto provoca que haya mucha gente que no puede vivir en un piso y ha de buscar otras alternativas. El perfil de exclusión social hoy puede ser cualquiera de nosotros. Aunque tengas una nómina, si no puedes acceder a una vivienda estás en exclusión social cuando tienes que vivir en una caravana, en una tienda de campaña o compartiendo habitación e, incluso, cama.

— Usted dijo en el último Pleno de Vila que en los asentamientos hay gente con trabajo en sectores como el de la educación o el de la sanidad.
— Nosotros hicimos una visita a Sa Joveria y lo que yo vi es que conocía a todo el mundo. Gente que trabaja en el hospital, en el colegio… con su sueldo no pueden alquilar una vivienda o una habitación. Si has de dedicar el 90% de tu sueldo a la vivienda, no tienes para comer y buscas estas alternativas.

— Es indignante que hayamos normalizado lo compartir vivienda entre personas adultas.
— No es normal. Hay familias enteras viviendo en una habitación con lo que eso conlleva para el desarrollo de sus hijos y la intimidad familiar. Es tremendo. Yo llegué a Ibiza hace 30 años con un hijo y nunca se me pasó por la cabeza llegar a esta situación, de ver familias que tienen que compartir piso con otras familias porque no pueden pagar los precios a los que está ahora mismo la vivienda.

— La ciudad está llena de personas sin hogar. Es la percepción que tienen los vileros. ¿Qué explicación hay para esta situación?
— Es un problema complicado. Intentamos derivarlos a Sa Joveria o a Sa Bodega pero les cuesta salir de la calle. Recursos tenemos pero tienen que ser ellos los que den el paso y no lo suelen dar. A veces lo hacen, y entran dos días pero después se van. No se les puede obligar. No podemos secuestrarlos. Se les hacen visitas periódicas, se les atiende por si necesitan algo y ellos saben dónde están las UTS para ir. Ahora mismo en Sa Bodega hay dos personas en lista de espera pero hace un mes había cuatro vacantes y gente durmiendo en la calle.

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— Es un problema con el que hay que convivir.
— A mí me gustaría poder hacer más, de verdad. Para mí ver a una persona durmiendo en la calle es un problema que me parte el corazón. Sé que los trabajadores sociales están ahí y yo misma. Pero, al final, si ellos no dan el paso, no se puede hacer nada y es muy frustrante. Además, tenemos factores como la climatología, que hacen que ellos en la calle no estén mal. Este año no hemos activado aún los dispositivos para la ola de frío. Además, cuando tú bajas los niveles de exclusión, el que puede ir a un piso va a una habitación; el que puede ir a una habitación, va al albergue y, el que puede ir al albergue, se queda en exclusión. Hemos bajado mucho los escalones habitacionales. Tenemos gente con ingresos en centros de alta exigencia como el SAM. Las personas vulnerables son hoy más vulnerables que hace 10 años.

— ¿Por qué ha decidido incrementar las aportaciones del Ayuntamiento a las entidades sociales?
— El Ayuntamiento tiene convenios con 15 entidades sociales. Normalmente, reciben el 75% del dinero al firmar este convenio y, una vez que justifican el gasto, se les da el 25% restante. Cuando nosotros llegamos a la concejalía nos encontramos con que había tres asociaciones que no habían cobrado este 75% y estaban ya a punto de tener que justificar el gasto. Tuvimos que hacer la gestión deprisa y corriendo para llevarlo a Pleno y que pudieran cobrar. Para este año vimos que había, además, cuatro asociaciones que llevaban muchos años cobrando el mismo importe. Lo que hemos hecho es actualizar estas aportaciones con cuatro asociaciones. Nuestro objetivo ahora es hacer que estas aportaciones sean plurianuales de tal manera que las entidades puedan saber de cuánto dinero van a disponer a largo plazo.

— Usted dijo también en el Pleno que muchas de estas entidades sociales agradecen ahora «gestos mínimos» que nunca antes se habían tenido. ¿A qué se refería?
— A cosas como visitar sus instalaciones, quedar con ellos cuando me llaman, pasear por las calles y ver lo que hacen. Son paseos para ver las dificultades que encuentran sus usuarios cada día. También me refería a cosas como arreglar la calefacción del centro de Sa Bodega el mismo día en el que se rompió. Yo fui allí a las 21.00 horas con dos operarios para que lo arreglaran. Son cosas que haría cualquier persona. Yo no podría dormir por la noche dejando a esas personas pasar frío. Son cosas mínimas y la gente las agradece. Hace unos días la concejal de Movilidad, Blanca Hernández, el de Ciudad Inteligente, Rubén Sousa, y yo nos reunimos con todas las asociaciones para conocer sus inquietudes. Estas asociaciones existen para llegar allí donde no llega la Administración y yo por eso les estoy muy agradecida. Hay que darles el valor que tienen y contar con ellas a la hora de hacer cualquier proyecto para poder tener su visión. Nosotros queremos que Vila sea un municipio más inclusivo de verdad, no queremos quedarnos en el titular. Yo sé que no será de un día para otro pero vamos dando pasos. Este jueves nos hemos reunido con una empresa de accesibilidad para que nos haga un diagnóstico de la ciudad. Quizá ese diagnóstico nos saque los colores.

— A principios de 2000 se puso de moda aquello de retirar las barreras arquitectónicas. ¿Cómo es que aún hay que trabajar en ello?
— Es que no se trata solo de esto. Ahora se trata de quitar las barreras a la hora de atender a las personas en situación de discapacidad o vulnerabilidad. No es solo una cuestión arquitectónica, es más profundo. Queremos hacer una ciudad inclusiva de verdad. Vamos dando pasitos como ampliar los días sin sonido ni luces estridentes en la feria de Navidad. Las cabalgas de Reyes y de Carnaval tienen zonas acotadas para mayores y para familias con familiares con diversidad funcional. He estado con familias que por primera vez han podido disfrutar tranquilamente de la Cabalgata de Reyes con sus hijos con cascos anti-ruido. Han podido disfrutar como los demás. Estamos mirando también para hacer una zona de baño adaptado en Figueretes. Además vamos a mirar el tema de las plazas de aparcamiento de movilidad reducida.

— El anterior Gobierno presumía mucho de su labor en Bienestar Social pero da la impresión de que no hicieron tanto trabajo como decían.
— Como asociación, yo les pedí, por ejemplo, que formaran a los monitores de piscina porque no puede ser que, por tener una discapacidad, te salten en la lista. Tus hijos son igual de ciudadanos que los de cualquiera. No lo hicieron y ahora hemos empezado esta formación con los monitores.

— Usted juega con la ventaja de su propia experiencia personal. Estamos acostumbrados a políticos que no tienen nada que ver con el área que gestionan y los resultados son los que son. Usted es una rara avis.
— Yo llevo 20 años trabajando en el Ayuntamiento. Y ahora tengo un equipo directivo del que estoy aprendiendo. Ellos me están ayudando mucho. Y lo mismo tengo que decir del resto de trabajadores. Yo me apoyo en ellos y ellos me tienen ahí para lo que yo pueda aportar. Se trata de trabajar en equipo, no de ir por libre.

— Muchos políticos acaban endiosándose y perdiendo el contacto con la realidad.
— Yo creo que a mí eso no me va a pasar. No será mi caso. Pero, si algún día me ven endiosada, me bajarán (risas). Yo soy una más. Tengo mis ideas, se las explico a mi equipo y buscamos la manera de poder llevarlas a cabo. Yo no voy a ir imponiendo. La única línea roja que he marcado es que me quiero irme dejando mi municipio lo más inclusivo posible. Cuando me llegan proyectos que solo están enfocados a un colectivo, no me gustan. Yo quiero proyectos accesibles para todo el mundo. Lo que se plantea, ha de ser para todos.

— Antes hablábamos de la vivienda y la realidad es que cada vez hay más gente que, teniendo trabajo, ha de vivir en una habitación o en un coche. ¿Piden ayuda al Ayuntamiento o es eso que antes llamaban pobreza vergonzante?
— Hay personas que vienen a pedir ayuda y en las UTS ya se ve la situación personal o familiar y se les ofrecen los recursos que hay según su situación.

— ¿Qué recursos puede ofrecer el Ayuntamiento, por ejemplo, a una profesora que vive en una habitación con su hijo?
— En un caso así, lo mismo no hay ayudas directas. Pero si esa misma profesora pide, por ejemplo, ayuda para la fianza de un alquiler sí que se le puede dar. Tenemos una situación compleja porque el valor económico de los ingresos de una familia lo marca el Estado y no es lo mismo tener unos ingresos de 1.800 euros al mes en Ibiza que en Cuenca. Ahí lo importante es el perfil técnico, es decir, el profesional no solo se basa en un criterio exclusivo sino que ha de valorar la viabilidad de esa ayuda y se tienen en cuenta factores como si le va a ayudar a la emancipación. Hay prestaciones técnicas que tienen más que ver con la subvención. En este caso hablamos de las ayudas para la escuela de verano o las de alquiler. Hay que trabajar con la familia y entender la situación.

— 27 de cada 100 niños y adolescentes en Baleares están en situación de pobreza o riesgo de exclusión social. ¿Cuál es la situación en Ibiza?
— Similar a los números de Baleares. Ahora estamos esperando el resultado de un diagnóstico que está haciendo el Consell con Cáritas y veremos los datos más concretos.

— Casi un tercio de niños está en esa situación.
— A ver, los criterios de vulnerabilidad son muy amplios. No se trata solo de lo económico sino que se tienen en cuenta otros criterios como el tiempo que pasan solos o las posibilidades que tienen de desarrollo social. Ibiza es uno de los sitios con más fichas federativas deportivas de Baleares y eso quiere decir que también tenemos elementos de protección. Aquí no es necesario gastar dinero para hacer cosas como ir con tu hijo de paseo a la playa en 15 minutos. Hay factores de riesgo, sí, pero también protectores. En el tema de infancia, en Ibiza hay muchos elementos protectores: hay buena oferta de ocio, escuelas de verano, una ciudad que es muy accesible, hay muchos clubes deportivos… Tenemos que alabarnos también, aunque tengamos factores de vulnerabilidad muy estresantes.

— Estamos haciendo esta entrevista en el Servicio de Acogida Municipal. ¿Qué balance hace de este servicio?
— Funciona perfectamente. Tiene 15 plazas y ahora está lleno. Es un servicio de media y alta exigencia en el que los usuarios ya tienen adquiridas unas competencias para dar el último impulso. Han de cumplir unos requisitos exigentes para poder estar aquí y se les acompaña. Por otro lado, no hay problemas de convivencia de ningún tipo. Es verdad que a veces es difícil el tema de la vivienda. Pero el tiempo que están aquí se hace un plan de ahorro con ellos y se les ayuda en todo el proceso. Cuando salen, se les ayuda a buscar habitación y los trabajadores sociales hacen un seguimiento. En 2023 atendimos a 55 personas y en los pisos hubo 11 familias.

El apunte

«Los Servicios Sociales no son solo para gente en situación extrema»

— ¿Hasta dónde llegan los Servicios Sociales de Vila?
— Se suele pensar que son solo asistenciales y no es así. Hay equipos mixtos con trabajadores y educadores sociales y con psicólogo. El educador trabaja, por ejemplo, en la relación familiar, en la gestión de un adolescente. Mucha gente viene a solicitar este apoyo. Es algo que no se ve de Servicios Sociales y solo se habla de lo económico.

— Es verdad. Y de problemas que nos espantan.
— Sí, pero no es así. Tenemos muchos servicios, es algo mucho más amplio. Hay muchos programas: emancipación, inserción laboral de los jóvenes… Es un área muy potente. Tenemos el programa que se está haciendo en el casco histórico para hacer un diagnóstico social de los barrios y hacer dinamización. Se va a extender a toda la ciudad. En Sa Miranda se hace muchísimo trabajo sociocomunitario. Ahora vamos a preparar un catálogo de lo que hacemos para que las personas puedan ver que los Servicios Sociales no son solo para aquellos que no tienen para comer. Asesoramos, acompañamos, ayudamos. A través del Plan Municipal de Drogas hemos hecho ahora la Escuela de Familias centrada en tecnologías y la adicción. Han participado unas 30 personas cada día, así que lo repetiremos. Nunca lo habíamos hecho relacionado con la tecnología. Y este es un tema que preocupa mucho a las familias. Hemos de estar a la demanda de las familias. En definitiva, los Servicios Sociales son muy amplios, no son solo para personas que están en una situación extrema.