Después de que Juanito Marge emprendiera su negocio en 1966, en pleno siglo XXI son Juan Antonio, José Ángel y Neus, sus hijos, quienes continúan su legado junto a Eulària, su madre. | Toni Planells

Corría el año 1966 cuando Juanito Marí ‘Marge’ decidió montar un pequeño bar en su propia casa de Sant Rafel, a pocos metros de la iglesia del pueblo. Allí su padre y su hermano ejercían su profesión de barbero y Juanito aprovechaba para servir «alguna tapita y algo de beber» a los clientes de su padre y su hermano, tal como recuerda Eulària, su viuda.

«Los días más fuertes eran los días que había misa, cuando la gente se cortaba el pelo y, mientras esperaba se tomaba alguna tapa», recuerda Eulària. «Hacíamos tapas de pulpo, tortilla y bocadillos y venían muchos clientes, sobre todo los domingos, que como la gente no podía comer antes de ir a misa a comulgar, salían desmayados y se venían al bar. Se comían lo que hubiera», relataba el mismo Juanito en una entrevista a Periódico de Ibiza y Formentera en 2010.

Un paso adelante

Juanito Marge no tardó en empezar a celebrar convites en su casa cuando su vecino Joan Cardona cerró Can Gaspar, un bar que estaba ubicado en la casa que actualmente ocupa el restaurante L’Elephant y donde solían celebrarse los grandes convites. Su hijo Juan Antonio explica que «mi padre le compró el mobiliario y las paellas que todavía seguimos usando para cocinar en los convites». «Todavía tenemos ‘sa banyuda’, la otra la prestamos y nunca más volvió» añade Eulària respecto al nombre con el que se refieren a la paella que adquirió Juanito, que forma parte de la familia de Poco tiempo y mucho éxito después, Juanito Marge decidió montar el restaurante en los bajos de la casa que se había construido en frente de la casa familiar.

Años después, Marge decidió construir un espacio concebido especialmente para realizar todo tipo de celebraciones, en especial enlaces que abrió sus puertas el 25 de noviembre de 1976. «Durante aquellos años se casaron aquí casi todas las parejas de Sant Rafel y mucha gente de fuera del pueblo, era una barbaridad», recordaba en 2010 el mismo Marge.

La gran boda

Precisamente en una de esas bodas se casó Joan, el hermano de Eulària, dando pie a que Juanito y Eulària se conocieran «al día siguiente de la boda, cuando fuimos a comernos las sopris y empezamos a hablar». De esta boda surgió la propia boda entre Eulària y Juanito, fruto de la cual surgieron José Antonio, José Ángel y Neus, que a día de hoy mantienen el espíritu de Es Cruce d’en Juanito Marge junto a su madre.

El Cruce siempre fue más que un espacio para bodas, bautizos y comuniones, tal como recuerda Eulària, «en el almacén de abajo se hacían las fiestas del pueblo, había un escenario y todo donde se hacían conciertos y teatro antes de que empezaran a hacerlo en las carpas». «Ahora estamos habilitando ese espacio como sala cultural donde celebrar otro tipo de eventos», anuncia José Antonio respecto a ese espacio.

Entre los «entre 20 y 30 empleados, si contamos con los que hacen extras» con los que cuenta Es Cruce, la familia Marí Guasch pone el foco en la familia Paguirigan Gabbac. Una familia filipina que «empezó con la llegada de Sole hace más de 20 años, después vino su hija y ahora, además su hijo y su marido trabajan con nosotros», tal como explica Juan Antonio. «Ellos nos quieren mucho a nosotros, pero nosotros también les queremos mucho a ellos», añade Eulària.
Sofrit pagès

Entre la oferta gastronómica en los eventos que se celebran en Es Cruce figuran las paellas o el arroz de matanzas o a la marinera, pero los responsables de Es Cruce no tienen duda en afirmar que «nuestro plato estrella es el sofrito pagès». «Me atrevo a afirmar que, probablemente somos el restaurante que más sofrito pagès cocina de todo el mundo», asegura Juan Antonio con humor mientras destaca que «lo cocinamos siempre con fuego de leña y con productos 100% ibicencos».
Qué duda cabe que la especialidad de Es Cruce son los grandes eventos, «pese a que siempre hemos abierto todo el día para ofrecer desayunos, nunca hemos tenido un menú ni cocina para servir comida a las mesas», tal como apunta Juan Antonio.

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Clientela

De esta manera, no es extraño encontrarse las mesas y la barra de Es Cruce con clientela a cualquier hora. Sobre todo a la del desayuno, donde no falta «desde hace más de 20 años» Sílvia, que trabaja en Sant Rafel y no se pierde «las tostadas y los croissants del desayuno».

La veteranía es una descripción habitual en la mayoría de los clientes del Cruce, como es el caso de Bartolo, que asegura que «llevo viniendo desde hace unos 50 años» mientras sentencia que, en Es Cruce «son los número uno en lo suyo, es el mejor lugar en el que hacer una celebración en Ibiza».

Juan apura el café en la barra mientras asegura que «llevo viniendo a Es Cruce desde 1986, cuando vine a Ibiza por primera vez y no he dejado de venir cuando vengo a trabajar la temporada».

«Es muy ámplio, el servicio es muy bueno y, además, está muy limpio» coincide en observar Juan con Simone, que es vecino de Sant Rafel «desde hace 10 años». «Además, no me pierdo las tostadas de carne asada para desayunar por las mañanas», añade Simone.

Este mismo desayuno, la tostada de carne asada, es la principal razón por la que Enzo y Julio se paran en Es Cruce «cada vez que pasamos por aquí por el trabajo», y al que califican de «una verdadera pasada, como todo lo que hacen aquí».
Es Cruce también cuenta con nueva clientela, como es el caso de Claudia, que desayunaba junto a su madre, Consuelo y su hijo, Miquel por primera vez tras haber pasado su primera noche en como vecina de Sant Rafel, «es la primera vez, pero estoy segura de que vendremos muchas más», aseguraba Claudia. «Se nota un ambiente muy local y, además, está todo muy bueno, está limpio y es barato», añade Consuelo mientras descubre el salón de los convites y bromea con que «si tenemos que casarnos, nos pilla cerca de casa».

Bartolo asegura que visita Es Cruce «desde toda la vida, vivo muy cerca y es un lugar tranquilo y perfecto para tomar una cerveza y una tostada».

Pilar y Julia desayunan juntas a menudo en Es Cruce, «nos encontramos siempre aquí, en el corazón de la isla» afirma Pilar reivindicando con humor que «Sant Rafel es mucho más que ‘Can Carreteres’».

«Es muy tranquilo y siempre está tan cerca para mí, que vivo en Sant Jordi, como para mis amigas de Santa Eulària», añade Julia. Pilar, que es vecina de Sant Rafel, subraya el éxito del establecimiento donde, según asegura, «hay que pedir cita para casarse antes que en la iglesia, nosotras celebraremos en unos días la jubilación de nuestra compañera, Bárbara».

Bartolo es vecino de Sant Rafel y asegura que «he venido aquí toda mi vida, a muchas bodas y celebraciones, conocí a Juanito y conozco a la familia y sigo viniendo todas las mañanas a desayunar y a leerme el Periódico».