Alicia tiene 37 años, es ibicenca, taxista y tiene trabajo. | Toni Planells

Alicia tiene 37 años, es ibicenca, taxista, tiene trabajo y lleva más de una semana durmiendo en su coche porque es incapaz de encontrar una vivienda en Ibiza para ella y para su hijo de diez años. «Hace dos años me quedé en la calle y los Servicios Sociales me estuvieron ayudando todo lo que pudieron hasta el pasado octubre, cuando tuve que salir», explica Alicia.

Tal como asegura Alicia «no tardé en encontrar una casita en Jesús compartida con una mujer que pasa los inviernos fuera, por lo que he podido estar con mi hijo durante todo el invierno, eso sí: pagando 600 euros por una cortina y un colchón».

«Hace poco apareció mi compañera (a la que pagaba el alquiler) con cinco personas más para vivir allí», asegura Alicia, que explica que «no puedo vivir con mi hijo en un sitio en el que tengo que estar saltando cabezas cuando me levanto de la cama» para justificar que «no tuve más remedio que marcharme de esa casa».

A partir de ese momento, Alicia relata que «he tenido que dejar a mi hijo con alguien de confianza y dormir en el coche». De esta manera, aún contando con un salario, Alicia lleva más de una semana durmiendo en su coche sin más expectativas de futuro que «comprarme una tienda de campaña y marcharme a dormir a un terreno que me han contado que alquilan un espacio para instalarse».

«Además, me han intentado estafar más de cuatro veces más allá de los 600 euros por una cortina y un colchón», denuncia Alicia que lamenta que «no respetan ni a una madre soltera que está en una situación como la mía».

Evelin se plantea seriamente dejar la isla por al no encontrar vivienda.
Evelin se plantea seriamente dejar la isla por al no encontrar vivienda.
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Evelin también denuncia que ha sido objetivo de intentos de estafa en su búsqueda de vivienda en Ibiza, «encontré una buena oferta, me mandaron un número de cuenta y un contrato de reserva para que hiciera el ingreso, menos mal que una amiga me advirtió, pero es una vergüenza que se aprovechen de esta manera de la gente necesitada y, en muchos casos, desesperada. A mi amiga le estafaron 200 euros».

Evelin finaliza el contrato del piso en el que lleva viviendo una década dentro de un año, «llevo un año buscando piso y no hay manera», asegura mientras reconoce que ya se está planteando dejar la isla «a final de temporada, si para entonces no he encontrado nada, aunque a estas alturas ya me parece dificilísimo».

Bárbara también es de Ibiza, tiene 28 años, dos hijos, uno de tres años y otro de dos meses. «Como mi marido y yo no hemos llegado a encontrar nunca la oportunidad de comprar ni alquilar nada con nuestros sueldos siempre hemos vivido con mi abuela y mi bisabuela en su casa», explica Bárbara. Una situación que la ibicenca agradece a su familia pero que admite la incomodidad de «apenas tener intimidad, viviendo en una habitación con dos cunas» y lamenta que «no puedas alquilar nada con los precios que hay y, para comprar un piso, los bancos casi se rían de ti cuando vasa a pedir el préstamo».

Además, la suegra de Bárbara, Isabel, se ha mudado hace poco a Ibiza y también convive en la misma casa. «Llevamos apuntados en el Ibavi desde hace seis años y ya no sé qué pensar; me doy un par de años, hasta que los niños necesiten una habitación, para plantearme dejar Ibiza y marcharme fuera».

Salvador vive en el centro de acogida de Sa Joveria.

Salvador pernocta en el centro de acogida de Sa Joveria. «Tengo que agradecer a los Servicios Sociales porque me sacaron de una habitación insalubre por la que pagaba 400 euros. He estado durmiendo en coches abandonados y en contadores de luz llenos de ratones», asegura Salva, que es pintor de profesión y que, tal como explica, «he sufrido una depresión muy profunda durante muchos años». Sin embargo, Salva se siente optimista en el sentido de que «estoy haciendo una formación y seguro que encontraré trabajo», aunque es realista y reconoce que «trabajo hay, lo que no hay es vivienda que se pueda pagar con lo que se gana en esos trabajos».