La Pimeef instó ayer a los ayuntamientos a que sean «justos» con el pequeño comercio y que «realmente no favorezcan a las grandes empresas que vienen de fuera», señaló el presidente del colectivo, José Javier Marí Noguera.

En este sentido, Marí indicó que son los Ayuntamientos los que tienen «la patata caliente» y los que deberán delimitar, a través de los planes urbanísticos, las Zonas de Gran Afluencia Turística (ZGAT), en las que con la nueva ley aprobada por el Govern balear la liberalización de horarios se extiende a los doce meses del año. «Serán los ayuntamientos los que decidirán cuáles son las Zonas de Gran Afluencia Turística en sus términos municipales y ahí veremos qué consistorios defienden a su pequeño comercio y cuáles se entregan a las grandes superficies permitiendo que estas zonas estén en todo el término municipal y no sólo en áreas comerciales y turísticas consolidadas», indicó.

Para Marí, esta medida supone la «libertad total» con lo que el pequeño comercio no podrá competir y «será un desastre sin dimensiones», resaltó. Por ello, exigió a los Consistorios «un poco de responsabilidad».

«Estas medidas seguirán contribuyendo con total seguridad a destruir cada vez más a los pequeños comercios, que son los que sustentan la economía insular y los que realmente generan los puestos de trabajo en el sector, por lo que pedimos una rectificación de estas políticas comerciales y un mayor apoyo al pequeño y mediano comercio de nuestras islas».

Hasta ahora, los comercios pueden abrir cuando quieren y según la demanda, pero hasta el 31 de octubre, fecha en la que se considera finalizada la temporada. Con la nueva ley del Govern balear esta libertad se extiende a todo el año. Marí explicó que durante el invierno no hay demanda y alegó que esta ley está hecha para Mallorca, que tiene turismo todo el año: «¿En Eivissa qué demanda hay y con qué aviones tienen que venir los turistas?», cuestionó el presidente de la asociación de pequeños comerciantes de Pimeef.

Además, resaltó que las grandes superficies juegan con ventaja al tener un formato diferente tanto de negocio como de plantilla, ubicación (al situarse en las afueras y pagar un precio más bajo de alquiler) y con contratos con menos horas «que llegan a ser perjudiciales para el trabajador pero favorables para el empresario».