Tras unos pequeños problemas en la puerta de la iglesia, Sant Jordi desfiló por las calles de la localidad.

Sant Jordi celebró ayer su día grande bajo un intenso calor y entre puestos de venta de libros, y rosas, y, sobre todo, atracciones infantiles que hicieron las delicias de los más pequeños.

La salida del santo matador de dragones en procesión se hizo esperar ya que la misa, a la que no asistió el obispo, se prolongó algo mas de una hora. Afortunadamente, en la plaza del pueblo se instalaron una serie de atracciones infantiles que hicieron más corta la espera a cientos de niños y sus padres. «Ya que la espera se hace pesada y aburrida por lo menos han tenido el detalle de poner atracciones para que los pequeños disfruten con sus amigos», explicaba Laia, madre de Pere, Arnau y Tomeu.

También ayudaron a soportar el intenso calor y el paso de los minutos los distintos puestos de libros instalados para la ocasión, entre los que destacaba la firma de ejemplares de dos jovencísimos escritores pitiusos, Ana Sánchez Torres, de 23 años de edad y autora de Bajo el cielo de Ibiza, y Ruben Pazos, de 17 años y autor de Diario de un licántropo. «Como esto va para largo los puestos de libros son muy útiles porque así se puede aprovechar y hacer algún regalo», aseguraba Miriam tras comprar Lágrimas de Sal,de Javier Serapio.

Finalmente a las 13,10 horas, una hora después de comenzar la misa, comenzó a prepararse la procesión. Tras algunos problemas con la imagen de Sant Jordi, que a punto estuvo de descabalgarse porque los hombres que iban delante eran más altos que los de detrás, y con la cruz que comandaba la marcha dada la vuelta, todo se desarrolló con normalidad.

En apenas unos minutos toda la comitiva, entre la que marchaban el presidente del Consell, Vicent Serra, la alcaldesa de Sant Josep, Neus Marí, y los distintos concejales, regresó al templo. Entonces comenzó el ball pagès y la animación. Para entonces, si que estaban los cientos de niños que horas antes jugaban en la plaza.