Antes de iniciarse la feria, los miembros de la Colla de Buscastell llegaron en carro.

Un casi primaveral sol lució durante la mañana de ayer para bendecir la cuarta edición de la Fira Rural de ses Quatre Véndes, evento que tuvo lugar en los exteriores del centro social de Buscastell.

A lo largo del camí de sa Vorera los campos labrados, las ovejas que pastaban y los bellos paisajes rurales del Sant Antoni interior invitaban a acercarse a descubrir la esencia más auténtica del campo de Eivissa.

El presidente del Consell, Vicent Serra y la alcaldesa de la localidad, Pepita Gutiérrez, dedicaron unas palabras de cariño a los organizadores. Seguidamente, la presidenta de la Asociación de Vecinos de Buscastell, Isabel Prats, deseó a los visitantes que disfrutaran de la muestra, que quedó inaugurado con una volada de coloms.

Seguidamente, la Colla de Buscastell ofreció una demostración de ball pagès que permitía adivinar una excelente jornada.

Renglón seguido las autoridades políticas, entre las que también se encontraban la consellera portmanyina de Mobilitat, Pepita Costa, y el titular insular de Agricultura y Ramaderia, Antoni Marí ‘Carraca’, además de varios concejales de la Corporación local, se diluyeron entre el público, cediendo así el protagonismo a los más de 60 puestos que reflejaban las tradiciones más genuinas de la Eivissa rural.

Prats explicó que la Fira de ses Quatre Véndes ha crecido considerablemente y que «seguirá haciéndolo mientras nos quede espacio».

En este sentido, cabe reseñar que en la presente edición podían contarse unos 35 puestos en la zona polideportiva donde se mostraban principalmente artesanías y productos locales, además de otros 25 participantes ubicados en la parte exterior, donde había un puesto de flores, una gran exposición de maquinaria agrícola y una muestra de caballos, ponis, ovejas, cabras y tocinos autóctonos que llamaron la atención de los más pequeños.

Así, la organización ha abierto las puertas de esta feria a productores y artesanos de toda la isla en un nuevo paso hacia adelante que consolida su crecimiento.

Es el caso de Óscar Enguita, que venía de Santa Eulària para presentar las bondades de la cerveza artesana Ibosim.

En apenas dos años, este pequeño productor ha desarrollado media docena de variedades, todas ellas «artesanas, naturales y con sabores y aromas particulares, como la de algarroba o la de romero con piel de naranja».

En otro puesto, José Miguel Romero elaboraba un pequeño cesto de esparto: «Es un hurón, antes se hacían de mayor tamaño y eran para transportar higos secos», explicaba, mientras, su maestro Toni Andreu se disponía a hacer un cistelló a su lado.

Igual de ensimismada en su trabajo se encontraba Maria Torres Orvay, de la Colla Sa Bodega, que tenía entre manos una espardenya de pitraa medio hacer: «Cada par me lleva entre 50 y 60 horas», detallaba.

En la parte exterior del evento, una demostración de labranza -que otros años debió suspenderse por la lluvia- reunía a decenas de personas, la mayoría de avanzada edad. Los más pequeños quedaban atrapados unos metros más allá, dando de comer y acariciando a los animales.

Además, también estaba prevista otra actividad tradicional, la de rampinar: la acción que consiste en obtener madera en zonas boscosas donde no se accedía con carro gracias al trabajo de animales de tiro.