La semana en la que Eivissa vuelve a sus orígenes medievales con la que es, sin duda, su feria más emblemática, arrancó con parte del servicio de Urgencias de Can Misses inundado por una avería en las cañerías. No gana para disgustos la dirección del hospital, que tiene que lidiar con innumerables deficiencias por años de pésima gestión y falta de personal. Mientras tanto, la residencia de Can Blai, en Santa Eulària, se enfrenta a una investigación por parte de la Fiscalía tras la muerte de una interna por una negligencia de una de las empleadas.

Sin querer buscar paralelismo, los descuidos o distracciones en el trabajo son más frecuentes cuanta mayor es la precariedad. Y esta peligrosa tendencia está llegando a todos los sectores. Sinceramente, conozco a pocas personas que no acumulan estrés en el trabajo por tener que afrontar jornadas maratonianas. La población cada vez trabaja más horas, con peores índices de productividad y por menos dinero. Fastuoso.

Los datos demuestran que en las islas se está creando empleo mientras se desinflan las listas del paro. Sí, pero a qué precio. La inmensa mayoría de los nuevos contratos son por días o semanas, no garantizan ninguna estabilidad y, en Eivissa, apenas dan para afrontar los gastos que genera la vivienda. ¿Tiene, pues, sentido la euforia que tratan de transmitir los sectores precisamente más favorecidos?

Así se explica la proliferación de poblados de chabolas o infraviviendas por la isla. Multitud de trabajadores de temporada se han visto empujados a rechazar contratos de trabajo en la isla porque no encuentran dónde alojarse por un precio razonable. Es denigrante, indecente e ilícito que cada vez más trabajadores y familias tengan que acudir a pisos ‘patera’, balcones o, el no va más, chamizos en el campo o la playa para salir adelante en la isla del lujo.

Esta cruda realidad ha centrado la última Mesa contra la Exclusión Social organizada por Cáritas y a la que han acudido las administraciones y las principales entidades sociales de la isla. Aunque una de sus propuestas apela a la solidaridad y la acogida de la gente, dudo que Eivissa acabe con la codicia. Así que más inspección y multas, leñe, que parece que retrocedemos al Medievo...