En los tiempos que corren y viviendo en la isla en la que vivimos se agradece que una gran estrella de la música se plante encima de un escenario sólo con su voz, una guitarra, una camisa vaquera con una camiseta de Juego de Tronos por debajo y un juego de luces para ofrecer un concierto. Que ofrezca, en resumen, una actuación íntima y cercana de más de dos horas y que se muestre totalmente alejada de la que nos dan los divos de la música que nos visitan semana tras semana en la temporada estival.

Y es que así fue el concierto que ofreció Ismael Serrano ayerpor la noche en la sede de la UIB, incluido en el Festival Nits de Tanit que organiza el Consell d'Eivissa. Eso y una sucesión de historias y anécdotas divertidas que se fueron intercalando entre muchas de las canciones y que dejaron claro que de no haberse dedicado a la canción el madrileño podría haber sido un magnífico monologuista.

Por todo ello, su visita a Ibiza dejó un magnífico sabor de boca al numeroso público que prácticamente llenó el recinto. Además, jugó a su favor el que la mayoría de los asistentes estuvieron entregados a la causa desde el primer momento y que, también aquellos acompañantes que acudieron "por amor" al concierto, tuvieran su momento de gloria cuando el propio Ismael Serrano les dedicó una divertidísima reflexión e incluso la canción Odio. Ese monólogo fue sólo uno de los muchos con los que el cantautor de Vallecas jalonó su actuación, mereciendo una mención especial su recuerdo a los recientes atentados de Barcelona y Cambrills y su relación con el 11M de Madrid y uno sobre las verdades inalterables de la vida y que según él se resumen en dos: "la tortilla de patatas siempre tiene que llevar cebolla" o "la papa nunca se deja" como le dijeron en un concierto en Argentina .

Con respecto a los temas que interpretó sobre el escenario, Serrano hizo un amplio repaso de sus 20 años en la música, motivo por el cual está preparando un disco y una gira especial. Eso sí, muchos de los que se pudieron escuchar ayer en Ibiza correspondían curiosamente al primer disco que publicó, Atrapados en azul, como la mítica bronca generacional que sigue más vigente que nunca y que es Papá cuéntame otra vez, Dónde estarás o Ana, y al último de sus trabajos, titulado La llamada, como Apenas se nada de la vida, , Absoluto, El día de la ira o Candombe para olvidar, una canción compuesta para un amigo al que le había dejado su pareja y que utilizó para cerrar el concierto de forma magnífica tras verse obligado a salir al escenario tras una primera gran ovación.

Del mismo modo tampoco faltaron algunos de sus temas más conocidos y que él bautizó de forma divertida como "sus hits" como Vine del Norte, Recuerdo - "la canción del Metro o la que se llama de mil maneras distintas" -, Ya ves, Nieve o Qué andarás haciendo ahora. Y por supuesto, temas de algunos cantautores "que están empezando en esto de la música para darles una oportunidad" como Silvio Rodríguez, del que interpretó Ojalá, Joaquín Sabina y sus Peces de ciudad, o Luis Eduardo Aute, del que cantó para empezar el concierto Las cuatro y diez "brindando por lo que seguro será una pronta recuperación de uno de los grandes referentes de la música en este país". Tanto como lo es ya el propio Ismael Serrano.