El gran protagonista de la sesión plenaria de ayer en Can Botino fue el cronómetro instalado en la sala de plenos y que el alcalde manejó a las mil maravillas. Ruiz, al inicio del pleno, recordó a los concejales que a partir de ahora tendrán un tiempo limitado para exponer sus mociones: 8 minutos en su primera intervención y 4 en la segunda. Una medida que figura en el nuevo reglamento (que también limita el número de mociones y de preguntas) y que permitió que el pleno de ayer ‘sólo’ se alargara cuatro horas. Sin embargo, no todos están contentos. El concejal de EPIC, Antonio Villalonga, se quejó de que el equipo de gobierno le echó para atrás la moción que había presentado «por una aplicación discrecional e interesada del reglamento». «Lo que quieren es limitar nuestra forma de trabajar de una forma totalmente fascista porque este equipo de gobierno no cree en la democracia», señaló el de EPIC tras finalizar el pleno. Sin embargo, el teniente de alcalde Alfonso Molina explicó que Villalonga había presentado una moción con cinco temas diferentes y sin relación ninguna, por lo que se decidió no admitir su propuesta. La agilidad que el pleno había tenido a la hora de debatir las mociones se perdió en el punto de ruegos y preguntas. El PP presentó más de las que permite el reglamento y tuvo que rehacerlas durante un receso. Al final, 15 minutos de preguntas y casi ninguna contestada al momento. Un punto negro en el estreno del cronómetro.