Pequeños y mayores disfrutaron de lo lindo con las actuaciones y actividades programadas en Heart Ibiza. | MARCELO SASTRE

Las puertas de Heart Ibiza se abrieron ayer para un colectivo poco habitual entre sus muros. Cientos de niños, acompañados de sus padres, tíos o amigos iban entrando al local al ritmo de la música de dj Pharma. Con la excusa de la diversión se respondía a una llamada a la solidaridad, la de Proyecto Juntos. La ONG recaudaba ayer fondos para el proyecto Ayudas a familias de Ibiza y Formentera desplazadas por enfermedad de alguno de sus hijos. Y la respuesta no pudo ser mejor. Carlos Ramón, fundador de esta ONG ibicenca, se mostraba muy contento con el aforo conseguido. «Se han superado nuestras expectativas», indicaba.

Las familias que llenaron Heart Ibiza tenían diferentes opciones de entretenimiento. A la entrada había una rifa directa, que por un euro ofrecía premios donados por diferentes empresas de la isla. En la barra, por 1,5 euros, un podía merendar bollos, bocadillos, cocas y bebidas. La cola para la máquina de algodón de azúcar no bajaba de las 10 personas de espera.

Mientras la gente iba entrando, los miembros de la escuela municipal de acrobacias de Vila, de la academia de danza Ibiza Passion Dance y del club de gimnasia rítmica de Sant Antoni, se iban preparando entre bambalinas. Carmen ya estaba preparada para su espectáculo de telas. Tras varias semanas de preparación, no tenía dudas de que todo saldría perfecto. Las más pequeñas del grupo, Inés y Nayara, de ocho y seis años, habían preparado un espectáculo de aros en altura. Cuando se les pregunta si no les da miedo hacer acrobacias en el aire contestan sonriendo que no, «es divertido».

Para los más pequeños había diferentes rincones con talleres que la escuela de animación y tiempo libre S’Espurna había organizado. En una de ellas, Milagros Somoza dirigía un taller de adornos de Navidad. Con limpiadores de pipas se formaban bastones de caramelo y corazones, que servirán como adornos para el árbol de navidad. En otro espacio se hacía papiroflexia y dibujo en folios de colores. Aquellos que querían pintarse la cara elegían entre las fotos de los diferentes modelos disponibles.

Sobre el escenario, el elfo y cartero de Papá Noel, con un acento que hacía imposible conocer su procedencia, iba poniendo orden para que la gente se preparara para el espectáculo. «Hay que bajar de la colchoneta; es mágica y podría salir volando en cualquier momento», indicaba para que los niños se bajasen del podio donde más adelante se efectuarían algunas de las actuaciones circenses.

Su bolsa con las cartas de los niños a Papá Noel, su jefe, se caía y desparramaba por el suelo continuamente, con el riesgo que ello conllevaba para la llegada de los regalos a casa de algunos de los niños.

Finalmente, la asistente de papá Noel, vestida de Hada, llamó la atención del público. No quedaba mucho para el comienzo del espectáculo. Tras organizar un pequeño juego de baile para todos los asistentes se empezó la presentación.

Sobre el escenario iban subiendo los elfos, que hacían sus cabriolas, saltos y bailes, a la espera del gran fin de fiesta: la llegada de Papá Noel.

Un espectáculo de magia, acrobacias y diversión que sirvió para ayudar a muchas familias que tienen que pasar estas navidades fuera de casa, en hospitales de Valencia, Barcelona o Palma de Mallorca, a llevar mejor estos días y los que vendrán.