Un cocinero muestra dos ejemplares de langosta fresca antes de ponerlos a cocinar en la olla. | DANIEL ESPINOSA

En el paseo marítimo de Sant Antoni ayer se servían gambas, camarones, langostinos y pescado en general. Pero lo que atrajo a la multitud, que se congregaba en las mesas o directamente se sentaba en el suelo, era la langosta.

Un crustáceo que se pesca con jaulas acampanadas hechas de juncos que ayer se podían ver sobre la mesa del puesto de Antoni Boned de Can Tumás. «Si tuviera que venderlas por el precio de las horas que les dedico valdrían una fortuna», explicaba mientras le quitaba las hojas a un manojo de ramas de sabina. De este material se hacen las trampas para morenas y congrios, con un acceso más estrecho. También tenía trampas para otras clases de peces.

Una señora se acerca a preguntar con curiosidad: «¿Son para hacer lámparas?». «Puede hacer con ellas lo que quiera», sonríe, «pero están diseñadas para atrapar peces». Aún así confiesa que no hace mucho tiempo un alemán le compró unas cuantas para hacer lámparas de diseño.

Bullit de peix en Madrid
Sobre el escenario a lo largo de la mañana se desarrollaron las exhibiciones de show cooking. Gonzalo Aranjuez, chef del restaurante ‘Sa Brisa’, con sede en Ibiza y en Madrid, explicó como elabora uno de los platos de langosta de su carta. Su secreto es la cocina a baja temperatura. «La cocción de la langosta la hago al vapor a 58ºC e introduzco una sonda de temperatura en el interior para que me avise cuando alcance los 49ºC, que es el punto que a mí me gusta». La presenta con patató ibicenco y acompañada de una salsa elaborada con el coral de la cabeza.

Explica que en Madrid ha convertido en su plato estrella el bullit de peix, con el que se permite una licencia de presentación que a más de un purista le haría llevarse las manos a la cabeza. Aquí la anécdota: «Una vez estaba con un periodista gastronómico aquí en Ibiza y cuando nos trajeron el bullit de peix nos pusieron, como es habitual, primero el pescado. El periodista le pidió al camarero si podían traer el arroz a banda para hacer una foto de los dos elementos. El camarero le contestó tajante: primero se come usted el pescado y luego le traeré el arroz. Así que yo ahora sirvo unas raciones individuales en las que va el pescado cocinado a baja temperatura y el arroz por otra parte. Así se puede usar como guarnición o hacer una foto sí se quiere».

Peix Nostrum
En los puestos se servían tapas de pescado y marisco. Quizá las más sencillas, pero las que más respetaban el producto eran las que servían las cofradías de pescadores de Eivissa y Sant Antoni. Pescadores y trabajadoras pasaban por la plancha: gamba blanca, gamba roja y cigala. De la freidora iban sacando el pescado frito. «Lo principal de esta feria es que se conozca el producto ibicenco del mar y se prueben los sabores de todo», explicaba una trabajadora.

Ambas cofradías asistieron ayer juntas bajo el paraguas de la etiqueta Peix Nostrum, que identifica a las capturas hechas en aguas de las Pitiusas. Les acompañaron dos pescadores de Denia que acuden a faenar en busca de gambas a la isla.

Arroz con langosta
Pero sin duda la estrella ayer era el arroz con langosta, a pesar de su precio que a algunos parecía excesivo: 15 euros. Claro que había que tener en cuenta que la langosta no está al mismo precio que la tortilla.

En los puestos se podían ver las enormes paelleras, la mayoría de ellas a rebosar de marisco.

Premios
El mejor arroz con langosta, según el jurado que los valoró ayer, fue el de Cana Sofía, que también se llevó el segundo premio en la categoría de tapas.

El primer premio de las tapas fue para el restaurante Can Domingo y el tercero para el restaurante Umami.