Can Gossos cuenta con 20 hectáreas de terreno para pasear a los perros además de clínica veterinaria y varios módulos para alojar a los animales. | MARCELO SASTRE

El refugio y centro de adopción de perros Can Gossos se llenó ayer de visitantes en una jornada de puertas abiertas para dar a conocer sus instalaciones a toda la gente de Ibiza. Más de 20 hectáreas de terreno en las que los visitantes pudieron ver cómo viven y qué tratamiento reciben los perros perdidos y abandonados, principalmente del municipio de Sant Antoni, que recogen, cuidan y educan para su futura adopción.

En la actualidad Can Gossos tiene unos 80 perros distribuidos entre cuatro módulos preparados para acoger a más de un centenar de animales.

El módulo de recepción es el rojo. Allí se chequea la salud del animal y se le desparasita, para evitar contagios al resto de perros del centro. El perro pasa allí 3 o 4 días en un módulo individual antes de pasar al módulo verde o azul.

Una vez chequeado su estado y previo paso por la peluquería canina el perro pasará a una habitación más grande con 3 o 4 perros. Allí se irá trabajando con el animal hasta que esté preparado para encontrarle un hogar o a su dueño.

La directora del centro, Laura Chía, indica que no hay un plazo estipulado hasta que un perro se pone en adopción. Depende del caso concreto. Algunos en pocos meses están preparados, otros son muy agresivos o de conducta más complicada y se les sitúa en el módulo amarillo donde pueden pasar muchos meses hasta estar preparados.

Todos los módulos tienen suelo radiante, una sala para los cuidadores y otra para la preparación de comidas. Hay cuidadores encargados de los perros las 24 horas del día. El centro cuenta con una plantilla de 15 personas entre las que hay un adiestrador o un veterinario.

«Rondamos los 20 perros acogidos al mes. De esos 20 unos 15 los recuperan los propietarios, por lo que se quedan en la perrera el 20%-30% de los animales, que siguen siendo muchos», explicaba Chia. Considera que el problema más grave en Ibiza es la falta de conciencia de lo importante que es castrar a los animales para controlar la sobrepoblación.

Entre los perros acogidos por el centro está Romeo, un mastín al que capturaron por amor. Llevaba 2 años vagando en los bosques hasta que entro en el cercado de una perra en celo y lo pudieron capturar.

Manuel Martínez es una de las personas que ha acogido a alguno de los perros del centro. En concreto a tres: Puca, Draco y Simba. Este último un pastor francés con problemas de conducta que se ha convertido en la sombra de Manuel. «Son animales que no sabes por lo que han pasado, hay que darles tiempo», explicaba. Ahora es uno más de la familia.