El concejal de Cultura Pep Tur sigue subiendo todos los días a trabajar hasta el edificio de Can Botino, en Dalt Vila, montado en bicicleta. | DANIEL ESPINOSA

Pep Tur, concejal de Cultura i Patrimoni del Ayuntamiento de Eivissa, sigue prácticamente igual que hace cuatro años cuando ocupó por primera vez el cargo. El único rastro de que ha pasado el tiempo en él es que ahora luce algún que otro tatuaje discreto y de diseño en sus brazos. Por lo demás, este ibicenco nacido en 1970 sigue activo, inquieto, con su voz firme, vistiendo de manera informal, casi siempre de negro, y acudiendo a trabajar en bicicleta. Claro, cercano, conciso y directo, se nota que ha sido periodista y responde sin filtros a cada una de las preguntas por más que en esta ocasión no hayamos sacado el tema de su querido FC Barcelona. Orgulloso del trabajo que se ha realizado desde su departamento, pero también sincero y consciente de que hay cosas que no se han hecho del todo bien, deja atrás su primera experiencia en la política y afronta la segunda, «con mucho por hacer y muchas ganas de seguir mejorando».

Después de cuatro años y los que tiene por delante como concejal en Can Botino, en pleno Dalt Vila, ¿sigue viniendo a trabajar en bicicleta?
—(Risas). Sin duda. Además, la empleo para ir a las muchas reuniones que tengo todos los días. Como ahora vivo en el barrio de la Marina he descubierto que es el mejor medio de transporte para moverse por la ciudad.

¿Le ha cambiado mucho la vida en estos primeros cuatro años como concejal de Cultura o sigue siendo el mismo Pep Tur de siempre?
—No te sabría decir. Creo que sigo siendo el mismo porque no es muy distinto ser periodista o concejal salvo que ahora estoy en el otro lado de la trinchera. Creo, como ya dije una vez, que la gran diferencia es que ahora entiendo los silencios que hacemos ante ciertas preguntas de los periodistas. Me he dado cuenta que hay ciertas cosas que no puedes hacer públicas por más que quieras.

¿También en el ámbito de la cultura?
—En ocasiones, aunque es cierto que en cultura todo es más amable. Además, para una persona como yo, que ha estado relacionado con la cultura casi toda su vida, ser concejal del ramo en su ciudad es un orgullo, un lujo y también una gran responsabilidad.

En este sentido, con su trayectoria, ¿cree que partió con ventaja con respecto a otros concejales o consellers que llegaron de nuevas completamente?
—Puede ser. Llevo muchos años moviéndome en este mundo pero una cosa es tener cierto conocimiento y otra completamente distinta la gestión. Son dos mundos totalmente distintos. Pero la experiencia tampoco te garantiza nada. Siempre pongo el mismo ejemplo. Elena López, es una estupenda pedagoga y con el tiempo nos ha demostrado a todos que es una magnífica concejala de Urbanismo porque ante todo es fenomenal como gestora de equipos. Además, tiene una grandísima capacidad para aprender día a día en un ámbito de trabajo que no es el tuyo y al que no estaba acostumbrada.

¿En su concejalía ayuda el llevar el nombre de Ibiza detrás? Es una marca que vende muchísimo...
—Es cierto que Ibiza es un referente a nivel mundial que facilita las cosas cuando tienes que programar o pedir ciertas cosas. Juegas con algo de ventaja porque es una marca muy potente, sobre todo relacionada con el mundo del ocio, pero al ser una isla también es un problema para muchas compañías por el tema de logística o del alojamiento en hoteles o pisos para su personal. Nos hemos encontrado con que hay cantantes o grupos que solo al citarles Ibiza lo dejan todo y también con otros que no quieren venir porque no les sale rentable. Son las dos caras de una misma moneda.

¿Su apuesta por la música clásica cree que está teniendo la repercusión que merece fuera de nuestra isla?
—Tengo la sensación que sí. Ya lo dijo el otro día Bernat Quetglas, uno de los jóvenes directores de orquesta con mayor proyección a nivel internacional, la Orquestra Simfònica Ciutat d’Eivissa es un lujo para la ciudad de Ibiza y como tal tenemos que seguir potenciándolo.

¿En la tierra de la música electrónica?
—Por supuesto. No tenemos que ir en contra de la música electrónica. Yo no lo veo como una competición entre unos y otros sino como algo complementario. No tengo nada en contra de este tipo de música, he sido joven y también he ido a discotecas, pero creo que son ámbitos diferentes y que ambos pueden convivir juntos. Eso sí, uno está perfectamente cubierto por sus propios promotores, la mayoría privados, mientras que la música clásica, necesita más ayudas y por eso el esfuerzo que estamos realizando desde el Patronato.

¿Cómo está el tema del director de la Orquestra Simfònica Ciutat d’Eivissa?
—Muy bien. De momento hemos hecho dos conciertos, queda uno, y después la comisión técnica elegirá quien ocupa el cargo de director.

¿Y el de la música en los baluartes? ¿Qué les dice a los vecinos de Dalt Vila que se quejan de falta de sensibilidad por parte de su concejalía?
—Es cierto que es uno de los temas más espinosos que hemos tenido desde que llegamos al Ayuntamiento. Pero también hemos sido claros desde el primer momento. Dijimos que dejaríamos usar los baluartes para tres grandes eventos al año, uno es el Festival de Jazz, otro el International Music Summit y un tercero para eventos que realmente merezcan la pena, y lo hemos cumplido. También es cierto que cuando llegamos nos encontramos con un programa cultural que no defendía en absoluto una zona que es Patrimonio de la Humanidad. Era insostenible y nosotros estamos haciendo todo lo posible para que eso no pueda pasar, racionando su uso. Entiendo a los vecinos pero también nos gustaría que ellos nos entendieran a nosotros y sean conscientes de que es necesario una promoción de nuestro patrimonio, poniéndolo en valor, a través de la cultura.

Repite como concejal tras cuatro años. ¿De que se siente más orgulloso en esta primera legislatura?
—Repito porque desde el primer momento dije que sería bueno estar dos legislaturas para que los cambios se notaran. No te sabría decir de que me siento más orgulloso porque nunca me ha gustado regodearme y creo que todo es un trabajo de equipo.

¿Recuperar el festival de jazz?
—Bueno nosotros lo que hemos hecho es seguir con lo que hizo el anterior equipo de gobierno cuando recuperó su gestión. Después lo que hemos intentado es darle un empujón de calidad y creo, humildemente, que lo hemos conseguido.

¿Y alguna espinita clavada?
—Creo que aún hay mucho trabajo por hacer. No podemos ser conformistas. Por ejemplo en el tema de la Casa de la Música. Ahí pagué la novatada, llegar a una concejalía y encontrarme con que todo va mucho más lento de lo que nos pensamos. Se ha retrasado mucho más de lo que nos gustaría pero por fin ya tenemos el pliego de licitación y esperamos ponerlo en marcha antes de que acabe el año.

¿Qué le queda por hacer?
—Mucho como te he dicho aunque en el tema de infraestructuras en Cultura hay poca cosa. Queremos utilizar el espacio de la plaza de Sa Drassaneta como residencia de artistas para que se puedan desarrollar proyectos y que la cultura esté lo más cerca posible del ciudadano. Y en este sentido nos gustaría que los pintores de nuestra isla tengan un espacio para mostrar sus obras en el mismo lugar donde fueron pintadas.

¿Y música y teatro?
—Pues estamos trabajando en crear un ciclo de conciertos, performances o lecturas al aire libre... todo en la línea de acercar el arte a la gente de la calle. Es cierto que tenemos un auditorio como Can Ventosa que funciona razonablemente bien pero nuestra idea es traspasar las pareces del recinto cerrado y que el ciudadano de a pie vea la cultura como algo accesible. Es algo que en estos cuatro años me he dado cuenta que la gente agradece.

Hay mucha gente que dice que la Sala Petita está muy desaprovechada con tanta obra en catalán...
—A esa gente les diría que lo primero que necesitamos son proyectos y montajes para poder representar allí. Desgraciadamente no nos llegan tantos como para Can Ventosa y por eso es más complicado programar. Y con respecto al catalán decirles que es la lengua cooficial de Baleares y que cerrarse las puertas a obras en este idioma, cuando es una cultura que forma parte de tu propio entorno, es algo que no tiene mucho sentido.

Fanny Tur ha vuelto al Arxiu d’Imatge i So Municipal d’Eivissa. Menudo fichaje que ha vuelto a hacer la ciudad de Ibiza.
—Bueno Fanny nunca se fue del todo. Es como el regreso de la hija pródiga. Es un lujazo que vuelva a estar con nosotros porque es una figura clave en la cultura, no sólo de Ibiza sino de Baleares. Además con ella como consellera nunca la isla estuvo tan bien tratada, respetada y valorada. Su implicación ha sido increíble y no recuerdo ninguna legislatura, del partido que sea, en el que las Pitiusas hayan estado tan presentes. Sin ir más lejos, yo casi nunca he tenido que viajar a Mallorca para tratar temas porque ella siempre ha estado dispuesta para acercarse y atendernos.

¿Ha tenido el reconocimiento que se merece por parte del Govern?
—En eso no voy a entrar. Solo te puedo decir que nunca la Orquestra Simfònica de Balears había actuado tanto aquí, nunca se había destinado tantos fondos a las ayudas a la cultura, nunca se había respetado tanto al Museu d’Art Contemporani... Creo que hay pocas personas con la talla profesional y personal como la de Fanny Tur.

Perdimos una consellera en el Govern pero hemos vuelto a ganar una gran directora del Arxiu...
—Sin ninguna duda. Además el Arxiu d’Imatge i So Municipal d’Eivissa es una de las joyas de la corona que tenemos en este Ayuntamiento. Y es que además de su valor histórico, por todos los documentos que guarda, hay que recordar que hace las funciones de archivo insular y eso es muy importante.