Los vigilantes de seguridad aseguran que los vendedores ambulantes hacen lo que quieren en el Parque Natural. | DANIEL ESPINOSA

6.30 de la mañana. Nos disponemos a entrar en el Parque Natural de ses Salines con un vigilante de seguridad que nos va a enseñar lo que realmente hay entre las dunas. Lejos de ver arena y sabinas en buen estado, todo está lleno de heces, papel higiénico, plásticos y etiquetas. No hay ni un metro libre de mierda. Son las consecuencias de la venta ambulante en un entorno que debería cuidarse como un tesoro.

El vigilante va destapando zulos que en su interior albergan bolsas de basura negras llenas de pareos, gafas de sol, vestidos... No hay cinco ni diez ni veinte; están por todos lados a lo largo de casi tres kilómetros. «Está todo plagado de ellos y nosotros ya no tocamos nada», cuenta el vigilante.

Foto: Daniel Espinosa.

Otros años, junto con una brigada del Ibanat, lo hacía. Dedicaba sus noches a sacar todo el material de los zulos, pero las constantes amenazas le han hecho cambiar de opinión. De hecho, después de enseñarnos lo que había dentro de algunos de ellos, los volvía a cubrir de arena sin sacar el material. «Nos han pinchado las ruedas del coche, roto los cristales y los retrovisores...nos amenazan», explica; motivo por el cual ya no intervienen en el parque, solo lo vigilan.

Esta banda de vendedores ambulantes campa a sus anchas por ses Salines. Se han convertido en los amos y señores de la zona porque «tienen plena libertad para hacer lo que quieran», indica el vigilante. Se atreven, incluso, a alquilar hamacas y sombrillas que esconden entre las ramas de las sabinas. «Yo vine con una patera y me da igual lo que me digas o lo que me hagas», le dijo uno de ellos al vigilante.

Sin embargo, desde el Ayuntamiento de Sant Josep aseguran que la presencia de la Policía Local es habitual, que hacen registros en las dunas y en las playas y se encautan del material que encuentran. También recuerdan la efectividad que están teniendo los controles a la entrada de la playa.

Foto: Daniel Espinosa.

En lo que va de año, Sant Josep ha interpuesto 271 denuncias por venta ambulante en el municipio, 64 de ellas en ses Salines. El material incautado se recicla al momento y también se elimina todo lo perecedero. A Ca na Negreta se entrega lo valorizable como sombrillas, sombreros, pareos, ropa, gafas de sol...

A pesar de esto, nadie se encarga de limpiar la suciedad y reparar el destrozo que deja a su paso este negocio ilegal. El Govern balear se desentiende dejando la pelota en el tejado del Consistorio y este asegura que hacen todo lo que pueden.

La realidad es que los zulos están llenos, la venta ambulante está a la orden del día y el Parque Natural no volverá a estar libre de basura hasta que acabe la temporada turística, momento en el que los vendedores hacen sus maletas y se van a otras islas, esta vez a las Canarias.