El juicio contra Manuel Moreno puede quedar hoy visto para sentencia. Foto: FERRAN CARBONELL.

Llúcia Ferragut, de 84 años de edad y vecina de la Marina, fue golpeada en la cabeza con un martillo cuando estaba en el suelo. Esta es la conclusión que sostienen los forenses que realizaron la autopsia al cadáver de la mujer que murió asesinada el día 18 de diciembre del pasado año. Manuel Moreno Muñoz, el joven acusado del asesinato de esta mujer, escuchó ayer, en el segundo día del juicio que se sigue contra él en Mallorca, con tranquilidad como los testigos y los peritos relataban al tribunal las heridas que le costaron la vida a la mujer cuando ésta abría su tienda en el barrio de la Marina. Los dos clientes que descubrieron el cuerpo de la víctima (aún con vida) señalaron que Llúcia Ferragut se encontraba tumbada en el suelo, detrás del mostrador. No tenía conocimiento y presentaba la cara llena de sangre.

El joven que acompañaba a Manuel Moreno en el momento de ser detenido señaló que el acusado le ofreció ganar dinero, pero no le dijo de qué forma. Antes de explicarle el negocio el acusado ya fue arrestado por una patrulla de la policía, que le interceptó las joyas de la víctima.

«Me dijo que le diera las joyas a mi familia, pero yo no las quise coger», señaló el testigo, que afirmó que aquel día Manuel Moreno estaba muy tranquilo y razonaba con normalidad. Durante la sesión de ayer declararon tres funcionarios de la prisión de Eivissa, que explicaron un incidente que protagonizó el acusado tras su detención. Manuel Moreno se autolesionó clavándose un cuchillo en el estómago.

Los forenses Paloma Enseñat y Margarita Bauzá explicaron al jurado popular las conclusiones de la autopsia que realizaron al cadáver de Lucía Ferragut. Las forenses explicaron que la víctima había muerto por una fractura craneal, que le ocasionó una parada respiratoria. Llúcia Ferragut presentaba tres golpes en la cabeza (que le fracturaron el cráneo), una doble fractura en las costillas y una luxación de hombro, explicaron los forenses que examinaron su cadáver.

Los peritos, atendiendo a las lesiones de la mujer, creen que existió un forcejeo. La víctima apenas tenía fuerza y cayó al suelo. En esta caída se pudo fracturar las costillas y sufrió la luxación del hombro. Cuando ya estaba en el suelo, sin apenas movilidad, el asesino le golpeó la cabeza con la parte plana del martillo.

Le dio tres golpes, uno de ellos más fuerte que el resto. El arma le ocasionó la fractura del cráneo, le arrancó el pabellón auricular y le provocó pérdida de masa encefálica. Los tres golpes están situados a la misma altura lo que, a juicio de los médicos, demuestra que la víctima tenía la cabeza apoyada sobre el suelo y apenas podía moverse.