La decisión del jurado fue por unanimidad y se ha llegado a la conclusión de que, pese a que el acusado lo niegue, Juan Cerdá Puigserver mató a su madre arrojándola por un acantilado del monasterio de Cura.

El jurado entiende que el acusado actuó por un móvil económico. Estaba agobiado por las deudas y no estaba dispuesto a que su madre se opusiera a hipotecar su vivienda para poder hacer frente a estos gastos. Según explicó el portavoz del jurado, se da por probado que el acusado y su madre fueron a Cura en la noche del día 15 de agosto de 1998. Ambos fueron en sus respectivas motocicletas, que dejaron aparcadas junto al «morro d'en moll». Después, el joven empujó a su madre por la espalda y la víctima cayó por un precipicio de unos 30 metros, muriendo al instante.

El jurado ha llegado a esta decisión tras analizar una serie de circunstancias. En primer lugar, las tres declaraciones que realizó Juan Cerdá ante la Guardia Civil tras aparecer el cadáver de su madre, en las que confesó que la había empujado para que cayera por el precipicio. También se ha valorado el comportamiento que tuvo el acusado tras desaparecer la mujer. Pese a que aparentó su búsqueda por varios hospitales, no contó a nadie que la noche anterior había estado con ella en Cura.

Por último, el jurado cree que existe un motivo económico, debido a que Juan Cerdá no podía hacer frente con su sueldo de sepulturero a las deudas. El fiscal Bartomeu Barceló pidió una condena de 19 años y una indemnización de 25 millones. El abogado defensor Francisco Sapena pidió 15 años de prisión, la pena mínima por asesinato. El acusado no hizo ningún gesto cuando conoció la decisión del jurado popular.